En ¡®Las formas del querer¡¯, In¨¦s Mart¨ªn Rodrigo imagina lo o¨ªdo y vivido

En la preservaci¨®n de la memoria familiar transmitida oralmente se justifica la escritura de la parte principal de esta novela con la que In¨¦s Mart¨ªn Rodrigo gan¨® el ¨²ltimo Premio Nadal. Esa parte consiste en el testimonio salvador que Noray ha querido dejar de las innumerables historias que le cont¨® su abue...

En la preservaci¨®n de la memoria familiar transmitida oralmente se justifica la escritura de la parte principal de esta novela con la que In¨¦s Mart¨ªn Rodrigo gan¨® el ¨²ltimo Premio Nadal. Esa parte consiste en el testimonio salvador que Noray ha querido dejar de las innumerables historias que le cont¨® su abuela, mecanografiado en un cartapacio que abarca varias generaciones: la de sus adorados abuelos Carmen y Tom¨¢s, la de su madre, Olivia, y la suya propia. A esta cr¨®nica familiar la ha empujado la muerte extra?amente simult¨¢nea de los abuelos ¡ªmisterio desvelado a su debido tiempo¡ª y a trav¨¦s de ella Noray, en una conexi¨®n ¨ªntima con la voz de Carmen, espera convertirse en escritora. La abuela le proporcion¨® la materia prima y ella la transforma en relato. Es original el v¨ªnculo simbi¨®tico que se establece entre las dos mujeres: Carmen posibilita que Noray logre hacerse escritora y Noray pugna por que la memoria de su abuela no se desvanezca.

Pero la cr¨®nica resultante no se presenta desnuda sino enmarcada, puesto que la leemos al mismo tiempo que lo hace Ismael, la expareja de Noray, reci¨¦n casado, que ha acudido al hospital para atenderla tras un intento de suicidio. Mientras ella est¨¢ inconsciente, ¨¦l extrae de su bolso el grueso original en el que, durante horas, va a acceder al fin a las razones del comportamiento atrabiliario de ella, lo que, de manera previsible, refuerza su amor y abre una l¨ªnea de desarrollo argumental que bordea lo folletinesco y queda en suspenso. Este relato marco, el de Ismael; su esposa, Estrella, y su examante Noray, est¨¢ solo esbozado, porque funciona como contenedor narrativo de lo que importa: la novela familiar de Noray. Una historia que es un tributo de amor a la abuela y de admiraci¨®n hacia la fortaleza femenina (encarnada en la vecina Mari Miura, en la valiente pareja l¨¦sbica de Trini y Blanca, en la epif¨¢nica Filomena, en cuya biblioteca ha nacido su vocaci¨®n de escritora) y que encierra una confesi¨®n terap¨¦utica de los propios miedos e inseguridades, de una inestabilidad ps¨ªquica somatizada a trav¨¦s de una grave anorexia. Que en la rememoraci¨®n de Noray hay una dosis alta de recuerdos y experiencias de In¨¦s Mart¨ªn Rodrigo lo demuestran la vivacidad e intensidad de algunos episodios (por ejemplo, el ingreso en una cl¨ªnica de trastornos alimentarios), pero ese ingrediente autobiogr¨¢fico ni pone ni quita quilates literarios. Como tampoco lo hacen los modelos expresos que pueden haber inspirado la novela: la saga familiar de Thomas Mann Los Buddenbrook o la obra de Joan Didion (tratamiento del duelo en El a?o del pensamiento m¨¢gico, aunque se citan sus ensayos).

S¨ª conciernen al valor literario de la obra virtudes como la capacidad para captar las palpitaciones psicol¨®gicas m¨¢s escondidas, la representaci¨®n de los impulsos contradictorios y autodestructivos y la habilidad para engarzar incidentes en un discurso fluido. Sin embargo, el desali?o elocutivo (con exceso de frases hechas), una desacertada econom¨ªa de la informaci¨®n narrativa (la propensi¨®n a engrosar el texto con datos superfluos) y algunos desgarrones contra la verosimilitud y la l¨®gica (el horizonte, por ejemplo, no puede reflejarse en el mar¡­) deslucen la novela. Algunas impropiedades l¨¦xicas, alg¨²n pleonasmo (¡°la cavilaci¨®n de los pensamientos¡±), la docilidad ante ciertos t¨®picos (el roc¨ªo como manto de perlas transparentes¡­) o las duplicaciones redundantes (respirar ¡°hondo y profundo¡±) delatan la falta de esmero en la prosa. Y esta, en una narraci¨®n literaria, es mucho m¨¢s que el revestimiento verbal de una historia.

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