¡®Lo fingido verdadero¡¯, la obra metateatral de Lope de Vega
Llu¨ªs Homar versiona una comedia fulgurante pero orillada del autor del Siglo de Oro, en un montaje encomiable y lleno de sorpresas
Tres ideas centrales en el teatro contempor¨¢neo, cuya paternidad la academia atribuye a Stanislavski, Pirandello y Brecht, aparecen perfectamente enunciadas y desarrolladas en Lo fingido verdadero, comedia hagiogr¨¢fica de Lope de Vega escrita en 1608, 300 a?os antes de que debutaran dichos renovadores de la escena del siglo XX. La Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico ha recuperado esta obra fulgurante pero orillada mediante un montaje concebido por Llu¨ªs Homar como teatro dentro del teatro, pues parte de sus int¨¦rpretes observan sentados la representaci¨®n de sus compa?eros. De este modo, cuando Gin¨¦s, el protagonista, se sube al estrado para representar una comedia de celos ante el emperador Diocleciano, la representaci¨®n se convierte en una mu?eca rusa escondida dentro de otras dos.
Gin¨¦s es un autor y actor cuya figura est¨¢ inspirada en un quim¨¦rico mimo romano que, seg¨²n la leyenda, se convirti¨® al cristianismo mientras parodiaba un bautizo. Siglos despu¨¦s se le encomend¨® el patronazgo de los artistas y de los presos torturados. En uno de sus sonetos, Lope, que lo retrata como un adalid de la verosimilitud, anticipa de modo sint¨¦tico las l¨ªneas maestras del realismo stanislavskiano. El caso es que Gin¨¦s, enamorado de Marcela, primera dama de su compa?¨ªa y prendada a su vez del gal¨¢n, ha escrito una comedia de celos cuyos protagonistas se encuentran en la misma encrucijada que ellos tres. Cuando la representan ante Diocleciano, llega un momento en el que Gin¨¦s, espoleado por el desd¨¦n de Marcela, se dirige a ella por su nombre de pila en lugar de llamarla por el nombre de su personaje. Brota as¨ª la verdad en medio de la ficci¨®n dram¨¢tica, que se hace real mediante un efecto bumer¨¢n, como una profec¨ªa autocumplida: la fuga de los dos amantes de la pieza metateatral alienta la fuga de sus dos int¨¦rpretes. ?Conoc¨ªa Pirandello Lo fingido verdadero? ¡°Quiz¨¢s a ti, para jugar en ¨¦l, m¨¢s te gustar¨ªa este estanque fingido que uno verdadero¡±, le dice la Hijastra a su Ni?a en Seis personajes en busca de autor.
El Gin¨¦s de Israel Elejalde parece nuestro contempor¨¢neo. El verso se transmuta en prosa cuando ¨¦l lo dice
Las primeras escenas del montaje de Homar se caracterizan por el empuje que Ver¨®nica Ronda, Arturo Querejeta, Jos¨¦ Ram¨®n Iglesias y Paco Pozo transmiten a su cuarteto de militares hambrientos, pero tambi¨¦n por el encanto enigm¨¢tico de Mar¨ªa Besant (que, entreg¨¢ndole una hogaza, hace comulgar a Diocleciano con la idea de que un d¨ªa gobernar¨¢ el imperio). La prosodia de estos actores obra un efecto m¨¢gico: con solo anunciar el estallido de una tormenta, la evocan con una nitidez que ya quisieran los mejores t¨¦cnicos de efectos especiales. El mon¨®logo desafiante de C¨¦sar Aurelio bajo la lluvia, interpretado con un supremo sentido de la ficci¨®n por Montse D¨ªez, pone un remate formidable a la primera secci¨®n del espect¨¢culo.
En la escena del libertinaje de Marco Aurelio Carino, que al morir sospecha que su vida no dur¨® m¨¢s que hora y media (hoy dir¨ªamos que cae en la cuenta de que vivimos en una Matrix), la puesta en escena pierde definici¨®n. Como int¨¦rprete de Diocleciano, Arturo Querejeta delinea un arco amplio desde el discreto soldado de las primeras escenas hasta el elocuente emperador sobrevenido del segundo acto. Israel Elejalde se toma al pie de la letra los preceptos de Lope; tanto es as¨ª que su Gin¨¦s parece nuestro contempor¨¢neo y el verso se transmuta en prosa cuando ¨¦l lo dice, sin perder musicalidad por ello. Ambos int¨¦rpretes aclaran el texto, lo desentra?an, lo sirven en bandeja de plata. Tiene donaire Silvia Acosta cuando interpreta personajes masculinos.
La mencionada escena metateatral de los celos, que siguiendo la pauta lopesca debiera transcurrir con verdad genuina, pierde su nervio dram¨¢tico y su potencial turbador al ser representada como una parodia imprecisa de una supuesta manera caduca de hacer comedias. No ser¨ªa extra?o que Lope la hubiese copiado del natural, porque acontecimientos similares suceden de vez en cuando. Como muestra, este bot¨®n del a?o 2000. Durante el memorable preestreno mundial de Multi(s)me, de Marco Berrettini y Antoine Lengo, en el teatro del Instituto Franc¨¦s madrile?o, estall¨® un conflicto violento entre sus coprotagonistas masculinos, que se prolong¨® durante toda la funci¨®n sin que el p¨²blico tuviera conciencia clara de lo que estaba sucediendo. A pesar de las pegas expuestas, esta resurrecci¨®n de Lo fingido verdadero vale la pena por todos los conceptos.
¡®Lo fingido verdadero¡¯. Texto: Lope de Vega. Direcci¨®n: Llu¨ªs Homar. Teatro de la Comedia. Madrid. Hasta el 27 de marzo
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