Sexo, miedo, asco y otros colores: la pintura desgarradora de Marlene Dumas
La pintora, que creci¨® en la Sud¨¢frica del ¡®apartheid¡¯, protagoniza una exposici¨®n en el Palazzo Grassi de Venecia, donde refleja el sufrimiento provocado por el amor, la violencia y la muerte
En una serie titulada Clorosis (1994), Marlene Dumas esboz¨® los rostros de 24 personajes afectados por esa supuesta enfermedad an¨¦mica, diagnosticada hasta finales del siglo XIX, que te?¨ªa la tez de quienes la sufr¨ªan de un verde mortecino. Se consideraba un efecto del sufrimiento provocado por el amor no correspondido, imagen po¨¦tica que recogi¨® Shakespeare en alguna de sus obras y que puede adoptarse como matriz de lectura de la producci¨®n de la pintora sudafricana. Los protagonistas de sus lienzos y dibujos, recogidos ahora en una imponente exposici¨®n en el Palazzo Grassi de Venecia, sufren alteraciones cut¨¢neas parecidas, como si los sinsabores afectivos y existenciales hubieran alterado la coloraci¨®n de sus pieles, como variantes imaginarias de la cianosis, la ictericia o la rubeola.
Los ejemplos abundan. Al inicio de la muestra, tal vez la m¨¢s poderosa monograf¨ªa dedicada a un artista que haya expuesto este centro, propiedad del coleccionista Fran?ois Pinault, desde su fundaci¨®n en 2006, figura Kissed (2018), que refleja el ¨®sculo entre un rostro celeste y otro escarlata. En un diminuto cuadro de ese mismo a?o, Kissing, sus caras se han vuelto turquesas. En Longing reaparecen te?idas de amarillo. Y en Tongues, de un par de colores m¨¢s plausibles: el blanco y el negro, fundidos en un intenso beso de tornillo. Ese intercambio de saliva interracial dota al cuadro de una capa adicional de significado imprescindible en la obra de Dumas, que creci¨® en la Sud¨¢frica del apartheid antes de mudarse a ?msterdam en los setenta para formarse como pintora. Pocas salas m¨¢s all¨¢, aparece Betrayal, otra serie de 1994 que sigue el mismo modelo formal que Clorosis: un retrato colectivo dispuesto en una cuadr¨ªcula regular. Solo que esta vez sus protagonistas no son v¨ªctimas del desamor, sino de los estragos provocados por el r¨¦gimen de segregaci¨®n racial que instaur¨® la minor¨ªa blanca. Bajo los artesonados, molduras y m¨¢rmoles de este edificio de incipiente estilo neocl¨¢sico, que fue propiedad de adineradas familias italianas como los Cini, los Grassi y los Agnelli, el contraste solo puede ganar en dramatismo hist¨®rico.
El centenar de obras expuestas aqu¨ª refleja todos los temas y estados de ¨¢nimo que recorren la obra de Dumas, atravesada siempre por el sufrimiento f¨ªsico, moral y pol¨ªtico provocados por el amor, la muerte, la violencia o la carga simb¨®lica del pasado, aunque no desprovista de humor y liviandad. Esta falsa retrospectiva tiene el acierto de recoger la integralidad de sus facetas sin parecer una ins¨ªpida colecci¨®n de grandes ¨¦xitos. En la ardua topograf¨ªa que presenta este grandioso edificio, formado por 40 salas de tama?os distintos y situadas en dos plantas, la comisaria Caroline Bourgeois ha sabido erigir peque?os altares, nunca saturados de obras, que desprenden una inesperada sensaci¨®n de intimidad. El recorrido no es cronol¨®gico ni tem¨¢tico, sino difuso y po¨¦tico, lleno de hilos conductores que no queda claro d¨®nde empiezan y d¨®nde terminan, en una armon¨ªa casi perfecta con la polisemia de los propios cuadros.
El m¨¢s poderoso podr¨ªa encontrarse en el pasillo inicial, que concentra varias decenas de lienzos lascivos y obscenos. Recogen una idea primordial en el trabajo de Dumas: la del sexo como fuerza de liberaci¨®n, pero tambi¨¦n de dolor y autocastigo, en un di¨¢logo permanente entre Eros y T¨¢natos en el que el segundo hace las veces de Goliat. En estas vi?etas pasionales hay m¨¢s brutalidad que ternura. Incluso un doble desnudo en delicados a?iles tiene doble fondo: se titula Awkward (2018) y refleja el inc¨®modo contacto entre dos cuerpos en la estrechez del lienzo vertical. Al concebirlo, Dumas se inspir¨® en una imagen de prensa, m¨¦todo habitual para una pintora que acumula cientos de miles de fotograf¨ªas en su archivo personal, que luego adultera a su gusto en cuadros donde la figuraci¨®n y la abstracci¨®n miden sus fuerzas. Los retratos de Dumas no aspiran a representar a sus modelos de manera fidedigna, sino a reflejar ese recuerdo, impreciso y sinest¨¦sico, que una persona suele dejar en las dem¨¢s.
Dumas no representa a sus modelos de manera fidedigna. Plasma el recuerdo, impreciso y sinest¨¦sico, que una persona suele dejar en las dem¨¢s
Sus pinturas, en las que resuena el feroz expresionismo de Bacon, el desgarro neofigurativo de Alice Neel y tambi¨¦n el eco de los maestros antiguos, respiran de formas distintas. Inspiran y espiran en sus momentos m¨¢s meditativos, jadean hasta alcanzar el orgasmo, contienen la respiraci¨®n cuando vienen mal dadas. Y, al final, sueltan el ¨²ltimo aliento, un instante que Dumas sabe plasmar como pocos pintores vivos. Lo demuestran, por ejemplo, sus retratos f¨²nebres de Marilyn Monroe, a la que pinta como una anciana consumida por una enfermedad degenerativa llamada amor, de nuevo en un azul imposible.
Es inevitable observar su producci¨®n con el prisma del feminismo, aunque la artista no siempre sea partidaria de hacerlo. Dumas reinterpreta los personajes de mujer en la tradici¨®n pict¨®rica, que aqu¨ª ya no son v¨ªrgenes o putas, sino ambas cosas a la vez. O, mejor dicho, ninguna. Las prostitutas de The Visitor (1995), el cuadro que la convirti¨® temporalmente en la mujer artista m¨¢s cotizada hace algo menos de una d¨¦cada, dan la espalda al visitante para privarle del espect¨¢culo de sus cuerpos. Red Moon (2007) actualiza el mito de Ofelia y la hace flotar en el agua, en lugar de hundirla. Y el d¨ªptico formado por Lips y Teeth (2018) insin¨²a que los mismos labios que besan tambi¨¦n son capaces de morder. En una l¨ªnea similar se encuentran dos de los cuadros m¨¢s perturbadores del conjunto: Die Baba (1985), retrato de su hermano cuando era un beb¨¦, y Eden (2020), donde toma como modelo a su primer nieto. En ambos casos, Dumas se distancia de los t¨®picos maternales en la pintura sentimental para presentar a ni?os de gesto duro e incluso perverso, como si insinuara que una maldad innata corre por su sangre, y por la de todos.
¡®Open-end¡¯. Marlene Dumas. Palazzo Grassi. Venecia. Hasta el 8 de enero de 2023.
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