Putin, el derecho internacional y la penicilina de Stalin
Las decisiones del presidente ruso de la ¨²ltima d¨¦cada nos retrotraen a una geograf¨ªa de los imperios, con la intenci¨®n de negar y olvidar a las v¨ªctimas
El fil¨®sofo Tzvetan Todorov alud¨ªa a la dimensi¨®n interpretativa que exige cualquier an¨¢lisis hist¨®rico, en el sentido de que la Historia no es la mera cronolog¨ªa de los hechos, sino la interpretaci¨®n de los efectos de los hechos hist¨®ricos que construimos vinculados a la experiencia humana. En la obra portentosa, Tierras de sangre, el historiador ...
El fil¨®sofo Tzvetan Todorov alud¨ªa a la dimensi¨®n interpretativa que exige cualquier an¨¢lisis hist¨®rico, en el sentido de que la Historia no es la mera cronolog¨ªa de los hechos, sino la interpretaci¨®n de los efectos de los hechos hist¨®ricos que construimos vinculados a la experiencia humana. En la obra portentosa, Tierras de sangre, el historiador Timothy Snyder describe la crueldad y el terror de la posguerra en las nuevas fronteras surgidas tras los acuerdos de Yalta en los territorios lim¨ªtrofes de Ucrania, Polonia y Bielorusia, precisamente en la zona donde tiene lugar el conflicto b¨¦lico actual. Con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn en 1989, Snyder anhel¨® que la historia que deb¨ªamos referir para el siglo XXI contuviera un nuevo relato de humanidad ¡°no de la geograf¨ªa pol¨ªtica de los imperios, sino de la geograf¨ªa humana de las v¨ªctimas¡±.
Las decisiones de Putin de la ¨²ltima d¨¦cada nos retrotraen a una cartograf¨ªa de imperios anhelados, con la intenci¨®n de negar y olvidar a las v¨ªctimas. Elucubramos e interpretamos las acciones de Putin como el deseo de retornar a la historia del siglo XX. Pero, probablemente sea m¨¢s ajustado a la realidad pensar que regresamos no a la Guerra Fr¨ªa, sino al periodo inmediato al fin de la I Guerra Mundial y a la aprobaci¨®n del Tratado de Versalles en 1919. Ese periodo de penuria e inestabilidad antes de la construcci¨®n del esp¨ªritu de Locarno en 1925 y del trascendental acuerdo Briand-Kellogg de 1929 de renuncia a la guerra como instrumento de pol¨ªtica nacional. O tal vez tiene raz¨®n el profesor especialista en Rusia, Stephen Kotkin al se?alar que el comportamiento de Putin evoca al siglo XIX ruso, pues concurren las mismas circunstancias que definieron el gobierno decimon¨®nico de los zares, a saber, jefes de Estado aut¨®cratas, represi¨®n, militarismo, desconfianza de la injerencia de Occidente, y la puesta en pr¨¢ctica de ambiciosas guerras de expansi¨®n que exced¨ªan las capacidades propias.
Putin ha arg¨¹ido que la ofensiva b¨¦lica contra el pa¨ªs amado y vecino de Ucrania estaba justificada por su finalidad de proteger a personas de etnicidad rusa. Su argucia, perd¨®n, argumento afirma la necesidad y legitimaci¨®n de la agresi¨®n militar para proteger a las v¨ªctimas de un supuesto genocidio perpetrado por las autoridades ucranianas: el presunto genocidio de Putin. La justificaci¨®n rusa trae ecos de la Sociedad de Naciones durante la crisis de la invasi¨®n nipona de Manchuria, en la que Jap¨®n declar¨® en 1937 que la matanza de Nank¨ªn y la invasi¨®n de Manchuria no era una guerra contra China, sino una ¡°operaci¨®n policial¡±. Este marco de protecci¨®n e intervenci¨®n que pretendidamente ampara su conducta b¨¦lica se conoce como el primer tratado internacional de derechos humanos de la era de Naciones Unidas: la Convenci¨®n para la prevenci¨®n y sanci¨®n del delito de genocidio de 1948. La idea primigenia del concepto de genocidio se present¨® en Madrid en octubre de 1933; la concibi¨® Raphael Lemkin originalmente bajo el nombre de ¡°crimen de barbarismo¡±, y su objeto era la protecci¨®n de grupos humanos, si bien todav¨ªa el termino espec¨ªfico no ver¨ªa la luz hasta que en 1943 Lemkin acu?¨® el neologismo ¡°genocidio¡±. El lenguaje y la palabra se convirtieron en la v¨ªa de acceso a la justicia, pues Lemkin dedujo que los actos criminales que comprend¨ªan el crimen de genocidio ¡ªla destrucci¨®n total o parcial de un grupo ¨¦tnico, nacional, racial o religioso¡ª se hab¨ªan desplegado con eficacia a lo largo de la historia porque no hab¨ªa una palabra que los concibiese e hiciera realidad y permitiera comprender su calidad execrable y contraria a cualquier principio de humanidad. Como ha apreciado Antonio Mu?oz Molina, Lemkin se dio cuenta de que no se puede proteger aquello que no hemos conceptualizado previamente y ¡°las palabras nombran lo real: lo que existe pero no puede ser nombrado, tampoco se puede comprender, y mucho menos prevenir¡ cuando hay palabras para nombrar las cosas se vuelve mucho m¨¢s dif¨ªcil ocultarlas o maquillarlas, o fingir que no han sucedido [¡] Faltaban las palabras. faltaba una palabra. Lemkin se empe?aba en usarla y en difundirla para que as¨ª fuera algo menos dif¨ªcil describir lo inaudito, pero tambi¨¦n para prevenir que horrores semejantes pudieran repetirse y quedaran impunes¡±. Acu?ado el t¨¦rmino y el significado de la idea de genocidio, la construcci¨®n del marco jur¨ªdico era plausible si los Estados decid¨ªan establecer un tratado internacional.
Probablemente Putin desconoce que en su actual teatro b¨¦lico de operaciones nacieron tres figuras imprescindibles en la historia del Derecho Internacional del siglo XX: Aaron Trainin, Hersch Lauterpatch y Raphael Lemki
Lemkin fue un refugiado desde su huida de Polonia en 1939 hasta su muerte en 1959 en Nueva York. Escap¨® primero de los nazis y luego de los sovi¨¦ticos que ocupaban su pa¨ªs. No ostentaba ninguna responsabilidad diplom¨¢tica o institucional, y en sus diatribas diarias para recabar apoyos durante la negociaci¨®n y adopci¨®n de la convenci¨®n de genocidio, asedi¨® continua y literalmente a los representantes diplom¨¢ticos de los pa¨ªses de la nueva organizaci¨®n de Naciones Unidas en Ginebra, Par¨ªs y Nueva York.
Lemkin entendi¨® la trascendencia del apoyo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica al proyecto de tratado sobre genocidio por haber sido el pa¨ªs que m¨¢s v¨ªctimas hab¨ªa sufrido en la Segunda Guerra Mundial. Acudi¨® al ministro de Asuntos Exteriores checoeslovaco Jan Garrigue Masaryk para que intercediera ante el embajador sovi¨¦tico en Naciones Unidas Andrei Vyshinsky, otrora temido fiscal de los juicios purga de Mosc¨² de la d¨¦cada de 1930 y luego director jur¨ªdico de la delegaci¨®n sovi¨¦tica en N¨²remberg, con el fin de persuadir a Stalin de que una convenci¨®n sobre genocidio no podr¨ªa ser considerada como una intriga contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Lemkin sugiri¨® a Masaryk: ¡°Ambos, usted y Vyshinsky tienen sentido del humor. ?Por qu¨¦ no le cuenta que la penicilina no es una intriga contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica?¡±. Y, en efecto, a la semana siguiente Rusia cooper¨® y pronunci¨® vehementes discursos en apoyo de la convenci¨®n.
Paradojas de la historia, la topograf¨ªa del crimen y los horrores cometidos por el ej¨¦rcito ruso en territorio ucraniano en 2022 est¨¢n vinculados a las ideas revolucionarias que han propiciado la evoluci¨®n del Derecho Internacional en los ¨²ltimos 80 a?os. Probablemente Putin desconoce que en su actual teatro b¨¦lico de operaciones nacieron tres figuras imprescindibles en la historia del Derecho Internacional del siglo XX: Aaron Trainin, Hersch Lauterpatch y Raphael Lemkin. Estos grandes juristas conceptualizaron respectivamente los cr¨ªmenes internacionales de acto de agresi¨®n, cr¨ªmenes de lesa humanidad y genocidio. Posteriormente los Estados fueron incorporando voluntariamente estas categor¨ªas jur¨ªdicas de protecci¨®n de la persona a tratados internacionales, que limitan sus facultades soberanas y las someten a un control internacional.
Trainin naci¨® en Vitebsk en 1883, en el antiguo imperio Ruso hoy Bielorusia; Lauterpatch naci¨® en Zolkiew en 1897, en la regi¨®n de Le¨®polis, antiguo imperio Austro-H¨²ngaro, luego Polonia y hoy Ucrania, y Raphael Lemkin naci¨® en 1900 en Bezwodne y creci¨® en Byalistok, antiguo imperio Ruso, luego territorio polaco y hoy ucraniano. Los tres eran juristas jud¨ªos; Trainin estudi¨® en la Universidad de Mosc¨² y Lemkin y Lauterpatch en la ciudad de Le¨®polis, hoy ciudad patrimonio de la humanidad y que acoge a varios millones de desplazados internos ucranianos, personas que en el momento de huir y cruzar la frontera de su pa¨ªs se convertir¨¢n en refugiados.
En la Facultad de Derecho Universidad de Le¨®polis hace justo un siglo, Lauterpatch y Lemkin realizaron sus estudios jur¨ªdicos, en las aulas que narra Philip Sand en Calle Este-Oeste en las que solo pod¨ªan sentarse en la ¨²ltima fila, el lugar reservado para los jud¨ªos. Estos autores concibieron los cr¨ªmenes internacionales que tal vez, alg¨²n d¨ªa, un futuro tribunal penal internacional ad hoc o tal vez la Corte Penal Internacional aplicar¨¢ para juzgar las conductas il¨ªcitas y criminales de Vladimir Putin, y del mando militar, y tratar¨¢ de evitar la impunidad de los horrores de esta guerra. Pero, por el momento en su estrategia litigiosa, Ucrania decidi¨® iniciar un proceso para determinar la responsabilidad internacional del Estado ruso. Dos d¨ªas despu¨¦s de la agresi¨®n, el 26 de febrero de 2022, Ucrania denunci¨® a Rusia ante el Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas por ausencia de buena fe y utilizaci¨®n indebida de la Convenci¨®n sobre genocidio, en particular, la falsa y procaz argumentaci¨®n de Putin de que la invasi¨®n militar rusa era la respuesta para interrumpir la supuesta comisi¨®n del genocidio que Ucrania contra la minor¨ªa rusa del Domb¨¢s.
En el marco de este procedimiento, en la vista del d¨ªa 7 de marzo de 2022 sobre la solicitud de medidas provisionales contra Rusia, las autoridades rusas no comparecieron y remitieron una escueta comunicaci¨®n negando que el Tribunal tuviera competencia para conocer la denuncia de Ucrania. El profesor Harold Koh en representaci¨®n de Ucrania, cerr¨® la intervenci¨®n indicando que el caso iba m¨¢s all¨¢ de la denuncia de Ucrania a Rusia; en realidad se hab¨ªa convertido en un desaf¨ªo com¨²n para la humanidad, y plante¨® la cuesti¨®n no ret¨®rica de si prevalecer¨¢ el inter¨¦s de Rusia o si se impondr¨¢ el del ordenamiento jur¨ªdico creado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Koh imprec¨® al tribunal que la prevenci¨®n de la tragedia que estamos contemplando de la destrucci¨®n de las ciudades y vidas humanas de J¨¢rkov, Mari¨²pol y Kiev fue precisamente el objetivo se?alado en la Carta de Naciones Unidas, cuyo pre¨¢mbulo reza: ¡°Nosotros los pueblos de Naciones Unidas, Resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y peque?as [¡]¡±. Una semana despu¨¦s, el alto Tribunal de Naciones Unidas otorg¨® amparo a la solicitud de Ucrania, y en la votaci¨®n de los 15 magistrados, por una mayor¨ªa de 13 votos a favor y 2 en contra, se ordenaron las medidas cautelares contra la Federaci¨®n Rusa solicitadas por Ucrania: la suspensi¨®n inmediata de todas la operaciones militares rusas, y el deber de garantizar que Rusia no brindar¨¢ asistencia a ninguna unidad armada militar o grupo irregular que pudiera estar apoyando o promoviendo acciones militares. Los dos jueces que fallaron en contra fueron la jueza china Xue Hanqin, y el juez ruso Kirill Gevorgian.
Walter Benjamin reclamaba orientar nuestro ideario moral hacia los perseguidos, los discriminados, y en especial ¡°las v¨ªctimas, para quienes el estado de excepci¨®n es permanente¡±
La historiadora Francine Hirsch en su formidable libro Soviet Judgement at Nuremberg relata c¨®mo en 1945 y 1946 Stalin orden¨® al m¨¢ximo responsable jur¨ªdico de la delegaci¨®n sovi¨¦tica en el proceso de N¨²remberg, Andrey Vyshinsky, las acusaciones que deb¨ªa formular el fiscal jefe Rom¨¢n Rudenko, entre las que se incluy¨® la acusaci¨®n sovi¨¦tica contra el ej¨¦rcito alem¨¢n por la matanza del bosque de Katyn perpetradas por el NKVD en abril de 1940. Asimismo, Stalin indic¨® al juez sovi¨¦tico Iona Nikitchenko las penas que deb¨ªa imponer a los procesados. Nos queda la duda de si, siendo consciente el magistrado Gevorgian del destino de aquellos que disienten de los anhelos y designios del Kremlin, y dentro de la a?orada tradici¨®n sovi¨¦tica de Putin, tal vez, Sergei Lavroz o alg¨²n miembro de nomenclatura habr¨¢ telefoneado a La Haya, siguiendo as¨ª el precedente de Stalin. Pero quienes creemos en el Derecho Internacional y en la exigencia de responsabilidad seguimos inermes, solo con la voz de una aspiraci¨®n de justicia y el Derecho para que en el futuro se haga nuevamente realidad lo que Robert H. Jackson, fiscal jefe de Estados Unidos en N¨²remberg, reclam¨® al tribunal el d¨ªa de apertura del proceso, el 21 de noviembre de 1945. El ¨²ltimo p¨¢rrafo de su discurso de apertura de N¨²remberg es de nuevo nuestro desaf¨ªo como civilizaci¨®n en 2022: ¡°La civilizaci¨®n se pregunta si el Derecho se encuentra en una situaci¨®n tan d¨¦bil como para ser completamente incapaz de hacer frente a cr¨ªmenes de esta magnitud cometidos por criminales que ocupan altas responsabilidades de poder. La expectativa sobre este proceso penal no es convertir la guerra en un acto imposible. Lo que s¨ª se espera de este tribunal [de N¨²remberg] es que sus decisiones jur¨ªdicas sit¨²en el imperio del Derecho Internacional, sus preceptos, sus prohibiciones y, sobre todo, sus sanciones, del lado de la paz, para que hombres y mujeres de buena voluntad, en todos los pa¨ªses, puedan ¡®Vivir en paz sin tutelas ni permisos de terceros, y que nadie se encuentre por encima de la Ley¡±.
Walter Benjamin reclamaba orientar nuestro ideario moral hacia los perseguidos, los discriminados, y en especial ?Las v¨ªctimas, para quienes el estado de excepci¨®n es permanente?. Al lado de las v¨ªctimas ucranianas y de las v¨ªctimas del resto de conflictos deber¨ªamos entonar, como parte de una religi¨®n secular de aspiraci¨®n de justicia las palabras de Jackson, pues no existe un sistema m¨¢s revolucionario e innovador que el respeto de los derechos humanos y el Derecho Internacional para lograr la seguridad, la paz y el progreso humano. El tiempo del Derecho no es postbellum; es la realidad que habitamos aqu¨ª y ahora en esta guerra, pues ya sabemos que la historia de los cr¨ªmenes internacionales m¨¢s pavorosos y abyectos, aquellos que repugnan a la conciencia de la humanidad, han sido tambi¨¦n la historia de la impunidad de los perpetradores. La tozuda realidad creada por Putin y su violencia nos ha mostrado que percibe la ¡°penicilina¡± del Derecho Internacional como un obst¨¢culo al ejercicio del poder y por eso la desprecia, desconociendo que el Derecho, aun imperfecto, forma parte de la urdimbre de coexistencia de los pueblos y su irrenunciable anhelo de justicia.
El jurista Antonio Cassese recordaba que el Derecho Internacional regula la relaci¨®n entre los Leviatanes-Estados y que es como ¡°la moral de los locos, que ponen l¨ªmites a su propia locura¡± y, sobre todo es ¡°un sistema de principios ¨¦ticos que est¨¢ dirigido a locos, es decir a los Estados a los que trata de poner freno a su insensatez¡±. Incluso Rusia durante o despu¨¦s del conflicto tendr¨¢ que construir un Derecho que contenga las decisiones pol¨ªticas y diplom¨¢ticas de los pr¨®ximos meses, pero tambi¨¦n Rusia y Putin ser¨¢n parte de procesos jur¨ªdicos que tras N¨²remberg se consideran cr¨ªmenes internacionales y cuya m¨¢xima responsabilidad de exigencia y cumplimiento ata?en la comunidad internacional en su conjunto. La barbarie descubierta en la localidad de Bucha a las afueras de Kiev, tras la retirada de las tropas rusas, muestra claros indicios de la comisi¨®n de cr¨ªmenes de guerra, y de cr¨ªmenes lesa humanidad. El ministro de defensa ucraniano Oleksi Reznikov ha expresado la necesidad de una respuesta desde la civilidad mediante la creaci¨®n de un nuevo N¨²remberg para juzgar las atrocidades rusas y acceder as¨ª a la verdad y la justicia, y de este modo evitar la impunidad de quienes ordenaron, ejecutaron las ¨®rdenes y perpetraron los cr¨ªmenes.
Y esa labor es demasiado importante para dejarla solo en manos de juristas y las instituciones internacionales; nos corresponde a todos los ciudadanos ejercer la responsabilidad de la memoria y la justicia. A fin de cuentas, el objetivo de Putin es destruir la idea de la ilustraci¨®n y derechos humanos que desean abrazar los ucranianos, y que como ha descrito Jamie B. Raskin, la ilustraci¨®n es un proyecto construido sobre la verdad y la justicia que sirvi¨® para la creaci¨®n de nuevas comunidades pol¨ªticas inspiradas en las ideas liberales y los principios democr¨¢ticos, que han adquirido una nueva dimensi¨®n gracias al Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
En la pedagog¨ªa de la infamia y de la injusticia de esta agresi¨®n, el complejo proceso para afrontarlo comienza por una decisi¨®n nuclear, ontol¨®gica, que radica en saber c¨®mo oponerse a la opresi¨®n de lo injusto, de lo infame. Fritz Bauer afirmaba que toda la ¨¦tica y el derecho se construyen en torno a la categor¨ªa del ¡°no¡±, de la imposici¨®n de l¨ªmites que avalen la idea de justicia. La memoria de esta crueldad que atesora el diccionario de las infamias del ej¨¦rcito ruso debe ser un resorte moral, que nos ayude a encaramarnos nuevamente hacia nuestra aspiraci¨®n de verdad y justicia, a no olvidar. Pero asimismo, la memoria debe ayudarnos a no desistir en la forja de los futuros resortes de la seguridad y de una paz sostenible, que ¨²nicamente se pueden lograr desde la Justicia, tal y como hemos aprendido de todos los procesos de postconflicto fallidos del siglo XX.
Joaqu¨ªn Gonz¨¢lez Ib¨¢?ez es profesor de Derecho Internacional P¨²blico en la Universidad Complutense de Madrid y editor y traductor de la autobiograf¨ªa de Raphael Lemkin, ¡®Totalmente Extraoficial¡¯.
Lecturas recomendadas
Totalmente extraoficial. Raphael Lemkin. Berg Institute, 2018. Prólogo de Antonio Muñoz Molina. Esta obra autobiográfica da cuenta de la vida de un personaje excepcional de la historia del siglo XX, que inventó el neologismo "genocidio". Lemkin siguió la máxima de Tolstoi "creer en una idea exige vivirla" y convirtió la consecución de su ideal en su forma de vida. Totalmente extraoficial es un libro de sensibilidades en la conformación de la personalidad del autor como filólogo, jurista y profesor y un libro de aventuras y viajes en su periplo de huida de Polonia a través de Lituania, Suecia, Rusia, Japón y Estados Unidos. Su imaginación moral en el relato contemporáneo de la conciencia cívica y de la Justicia del siglo XX permite comprender una parte siniestra e inmanente de la historia de la Humanidad y nos ayuda a discernir con su legado que la conciencia moral y la acción para preservar los derechos humanos no son una entelequia.
Soviet Judgment at Nuremberg. Francine Hirsch. Oxford UPress, 2020. La profesora de historia moderna de la Universidad de Madison relata los pormenores de las diatribas del equipo jurídico y político de la Unión Soviética en Núremberg dirigido por Andrey Vyshinski, bajo la supervisión y control directo de Stalin. Una crónica dinámica, sorprendente y reveladora de las intenciones de los soviéticos desde la adopción de los acuerdos de Yalta, y las frustraciones ante un proceso que no podían controlar y que permitió revelar los primeros episodios de confrontación de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados liberales ganadores de la Segunda Guerra Mundial.
Pensando en derechos humanos. Antonio Cassese. Berg Institute, 2020. Esta obra refleja las conversaciones que Antonio Cassese y el periodista Giorgio Acquaviva realizaron en torno a las cuestiones actuales más relevantes de las relaciones internacionales y de la situación de los derechos humanos, que solo la sencillez y el criterio de un maestro jurídico y un intelectual humanista como Antonio Cassese permiten acometer con la pedagogía necesaria para entablar un diálogo profundo, entretenido y fluido con quien lee. Expone con inteligencia y sutilidad diversas cuestiones de interés para la comunidad internacional, tales como la creación de tribunales penales internacionales, el uso de la fuerza bélica y las diferentes prácticas ilícitas de los actores internacionales. En especial, el ejercicio de la violencia que se manifiesta en la tortura, el terrorismo y la guerra que abocan, invariablemente, a la deshumanización y la violación de los derechos humanos.
Calle Este-Oeste. Philip Sand. Anagrama, 2017. El jurista y escritor inglés Philip Sands desgrana, entrelazado con el relato de la vida de su abuelo en la ciudad polaca de Leópolis durante el periodo de entreguerras, el fascinante periplo vital de los juristas Hersch Lauterpatch y Raphael Lemkin. Ambos fueron refugiados y escaparon al Holocausto, y con su compromiso, imaginación moral y capacidad intelectual concibieron el crimen de genocidio y el crimen de lesa humanidad, los conceptos más innovadores y relevantes en el ámbito jurídico internacional para la protección de las personas.
Tierras de Sangre. Timothy Snyder. Galaxia Gútemberg, 2016. El riguroso y aclamado profesor de historia de la Universidad de Yale evoca un periodo histórico europeo poco conocido en sus detalles y violencia. El reparto de Yalta, y las esferas de influencia soviética en Europa central, supuso en 1945 no solo una alteración material de las fronteras, sino también la continuidad de la violencia de la Segunda Guerra Mundial, entre otros, contra los judíos supervivientes que reclamaban sus propiedades y, especialmente, la limpieza étnica cometida recíprocamente por polacos y ucranianos en un territorio teñido de sangre y caracterizado por la violencia estructural soviética.
Unthinkable. Jamie B. Raskin. Harper Collins, 2022. El seis de enero de 2021, Jamie Raskin volvía al Congreso para ayudar a certificar los resultados de la elección presidencial, cuando una turba violenta dirigida por la extrema derecha asaltó el Capitolio con la esperanza de asegurar el poder a Donald Trump por cuatro años más. Tan solo siete días antes, Raskin sufría el mayor trauma de su vida: el suicido de su hijo Tommy. Dos hechos que parecen completamente independientes, pero que se aúnan por la experiencia del autor y convergen entre el trauma político y personal. Lo impensable relata el desafío que vivió Raskin de liderar el equipo del proceso de impeachment al presidente Trump en el Senado, la responsabilidad de no solo enjuiciar a un presidente corrupto, sino de asegurar la democracia constitucional de los Estados Unidos de América. La obra es un admirable legado de amor a su hijo Tommy, y a la vez la renovación de un compromiso para luchar por los valores y convicciones que tanto defendió su hijo, los valores ilustrados, los derechos humanos y una democracia justa y compasiva. (Próxima publicación en español de Lo impensable. Jamie B. Raskin. Berg Institute, en septiembre de 2022).
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