Delphine Horvilleur: ¡°El antisemitismo nunca desaparecer¨¢, la fobia al jud¨ªo siempre existir¨¢¡±
La rabina francesa publica ¡®Vivir con nuestros muertos¡¯, un tratado sobre el duelo que se apoya en los textos sagrados de la tradici¨®n jud¨ªa para proponer una relaci¨®n m¨¢s sana con nuestros difuntos
Delphine Horvilleur (Nancy, Francia, 1974) vive en un entierro perpetuo. Asegura que oficia muchas menos bodas que funerales. ¡°Hoy en d¨ªa se muere m¨¢s gente de la que se casa¡±, bromea en su apartamento en el centro de Par¨ªs, tan elegante como reacio a la ostentaci¨®n. Es una de las primeras mujeres que ejerce de rabina en Francia y, como tal, lleva a?os acompa?ando a familias que pierden a sus seres queridos. De esa experiencia ha surgido una obra, Vivir con nuestros muertos (Libros del Asteroide), que se convirti¨® en un fen¨®meno editorial en la Francia de la covid. La autora, vinculada a una de las sinagogas m¨¢s progresistas de Par¨ªs, reinterpreta los textos sagrados y rememora algunos episodios clave de su vida, alternando sabidur¨ªa ancestral y se?as contempor¨¢neas con el objetivo de que afrontemos la muerte con mayor serenidad. ¡°Los textos sagrados abren un pasadizo entre los vivos y los muertos¡±, asegura.
PREGUNTA. ?Qu¨¦ cree que revela el ¨¦xito de su ensayo, que en Francia vendi¨® m¨¢s de 200.000 ejemplares pese a que las librer¨ªas estuvieran medio cerradas?
RESPUESTA. Yo fui la primera sorprendida. Hasta ahora hab¨ªa escrito libros sobre el juda¨ªsmo que interesaban a un n¨²mero reducido de lectores. Este logr¨® ir mucho m¨¢s all¨¢ de mi p¨²blico habitual. Me hizo pensar en la carencia o en el hueco que tal vez estaba llenando. Podemos hablar de la pandemia y de c¨®mo el virus nos ha obligado a encararnos con el duelo de nuestros seres queridos, con el miedo a que la muerte aparezca a la vuelta de la esquina. El actual sentimiento de crisis ha despertado ciertos fantasmas ¨ªntimos con los que todos convivimos.
P. ?Quer¨ªa oponerse al tab¨² social sobre la muerte y el duelo?
R. S¨ª, el ¨¦xito del libro me ha permitido entender mejor hasta qu¨¦ punto hemos dejado de lado cuestiones tan importantes como la muerte y el luto. No existen tantos lugares donde la gente pueda hablar abiertamente de ello. En las sociedades tradicionales hab¨ªa figuras, como el cham¨¢n, que nos ayudaban a convivir con lo que nos atormentaba. En nuestras sociedades modernas e individualistas, actuamos como si la muerte no existiera.
¡°Antes hab¨ªa figuras que nos ayudaban a convivir con lo que nos atormentaba. En las sociedades modernas, actuamos como si la muerte no existiera¡±
P. En los ¨²ltimos a?os ha surgido toda una nueva literatura del duelo, de Joan Didion a Chimamanda Ngozi Adichie. Muchos de esos libros se han convertido en best sellers. ?Nos dirigimos a la literatura como antes acud¨ªamos al cura o al rabino?
R. Ante la muerte, seguimos necesitando un relato sagrado, una narraci¨®n que nos haya precedido y que siga existiendo cuando ya no estemos. Un a?o despu¨¦s de la publicaci¨®n del libro, todav¨ªa recibo cientos de cartas de lectores que quieren seguir conversando conmigo tras leerlo. Todos necesitamos que alguien escuche nuestras historias, queremos depositarlas en alguna parte. Y muchas veces no sabemos a qui¨¦n dirigirnos¡
P. ?Est¨¢ sustituyendo la literatura el rol que sol¨ªa tener la religi¨®n?
R. No creo que la haya sustituido, pero s¨ª tiene el mismo papel: el de unir y religar. Religi¨®n viene, despu¨¦s de todo, del lat¨ªn religare. Buscamos desesperadamente un v¨ªnculo con los dem¨¢s, tal vez porque las crisis y las guerras lo est¨¢n destruyendo. La literatura cumple esa funci¨®n. Es uno de los lugares donde ese nexo sigue siendo posible.
P. Otra clave de su ¨¦xito ha sido reinterpretar los relatos b¨ªblicos conect¨¢ndolos con la actualidad, al margen de toda ortodoxia.
R. Esos textos siguen siendo una gu¨ªa, como lo suelen ser todos los grandes relatos, porque entran en resonancia con nuestras experiencias. El problema es que la lectura puede hacerse de muchas maneras distintas. Basta con observar los fundamentalismos religiosos que utilizan esos relatos al servicio de un discurso mort¨ªfero y extremista. A un texto religioso, le podemos hacer que diga cualquier cosa. Puede alimentar un proyecto de vida, pero tambi¨¦n otro de destrucci¨®n. Uno de apertura a los extranjeros, pero tambi¨¦n otro de corte ultranacionalista. Uno feminista y tambi¨¦n otro mis¨®gino¡
¡°Podemos hacer que un texto religioso diga cualquier cosa. Puede alimentar un proyecto de vida o de destrucci¨®n, uno feminista como otro mis¨®gino¡±
P. ?No existe en su libro cierto determinismo en torno a las par¨¢bolas b¨ªblicas? ?No se plante¨® escribir un relato nuevo?
R. Es importante escribir historias nuevas, pero la reinterpretaci¨®n de esos textos sagrados me parece m¨¢s poderosa que cualquier escritura in¨¦?dita. La tabula rasa narrativa no me parece igual de interesante que la capacidad de analizar esos mitos del pasado. En realidad, esas historias tampoco se crearon ex nihilo, por mucho que esa idea moleste a los ortodoxos de cualquier creencia. Incorporaron una multitud de narrativas ancestrales. En ese sentido, la creencia en un comienzo puro, tan propia de los extremismos pol¨ªticos y religiosos, me produce una gran desconfianza. Nunca hemos sido puros. Es una idea falsa tanto en lo biol¨®gico como en lo literario. Somos construcciones h¨ªbridas, contaminadas y fertilizadas por los dem¨¢s.
P. ?Por qu¨¦ tiene tanto ¨¦xito, desde tiempos inmemoriales, ese imaginario de la pureza?
R. Porque es muy reconfortante, especialmente para quienes tienen miedo de la noci¨®n de alteridad, representada por los extranjeros, las mujeres o los homosexuales. Son figuras de lo extra?o que suponen un riesgo de contaminaci¨®n. Las personas que creen en la pureza son las mismas que se obsesionan con las fronteras.
P. Escribe que ser rabina consiste en contar historias. ?Qu¨¦ tipo de escritora dir¨ªa que es usted? ?Una escritora de la oralidad?
R. Tal vez s¨ª, por deformaci¨®n profesional, ya que como rabina me expreso m¨¢s de forma oral. Pero, sobre todo, veo una relaci¨®n con la tradici¨®n jud¨ªa, donde el texto nunca es m¨¢s importante que su interpretaci¨®n. La literalidad del texto, por decirlo con cierta crudeza, nos importa un pito. Nunca sabremos qu¨¦ quiso decir el autor. Lo que logra decir a trav¨¦s de la voz de sus lectores siempre ser¨¢ mucho m¨¢s pertinente.
P. Se adelantaron a la muerte del autor, vamos¡
R. En la tradici¨®n jud¨ªa, esa idea se ha visto reforzada por la habitual polisemia del hebreo, donde algunos t¨¦rminos pueden significar conceptos opuestos. El ejemplo m¨¢s conocido es que la misma palabra sirve para decir ¡°santa¡± y ¡°prostituta¡±¡
P. Se define como ¡°rabina laica¡±. ?No es un ox¨ªmoron?
R. Me presentaron as¨ª cuando ofici¨¦ el funeral de Elsa Cayat, la psico?analista que muri¨® en la matanza de Charlie Hebdo. Obviamente, no es una expresi¨®n muy adecuada, pero termin¨¦ reivindic¨¢ndola tras los atentados de 2015, cuando hubo que significarse para defender el laicismo franc¨¦s. Esa defensa del Estado laico es muy importante para m¨ª. Es la garant¨ªa de que el espacio p¨²blico nunca estar¨¢ saturado de mi creencia. Mi libro se aleja de los dogmatismos y se dirige a personas que no son jud¨ªas y que no tienen ninguna intenci¨®n de convertirse a mi religi¨®n.
¡°La historia del juda¨ªsmo en Espa?a est¨¢ hecha de luces y sombras. Es el pa¨ªs de Maim¨®nides, pero tambi¨¦n el de Isabel la Cat¨®lica y la Inquisici¨®n¡±
P. Y, a la vez, sin hacer proselitismo, una figura que no existe en el juda¨ªsmo, s¨ª intenta hacer pedagog¨ªa sobre su religi¨®n, tan sometida a las caricaturas y los estereotipos.
R. Es verdad. Existe la idea, tal vez a¨²n m¨¢s en Espa?a que en Francia, de que el juda¨ªsmo es una religi¨®n hecha de aislacionismo y de rigorismo. Se dice que el cristianismo es una religi¨®n de amor, y el juda¨ªsmo, una de ley. Todo eso son sandeces: hay amor en el juda¨ªsmo y hay ley en el cristianismo.
P. ?Considera que Espa?a, con su historia de expulsi¨®n, es un pa¨ªs m¨¢s antisemita que otros?
R. La historia del juda¨ªsmo en Espa?a est¨¢ hecha de luces y sombras. Es el pa¨ªs de Maim¨®nides, uno de los mayores estudiosos de la Tor¨¢, y tambi¨¦n el de Isabel la Cat¨®lica y la Inquisici¨®n, igual que Francia es el pa¨ªs de L¨¦on Blum y tambi¨¦n el del caso Dreyfus. En realidad, no creo que haya pa¨ªses m¨¢s antisemitas que otros. Lo que hay es un lenguaje antisemita que se activa en ciertos momentos de la historia y que siempre se articula con esa obsesi¨®n por la pureza y con las teor¨ªas del complot. Lo acabamos de ver, una vez m¨¢s, con los antivacunas¡
P. En Francia, los delitos contra jud¨ªos aumentaron un 130% en 2019 y, desde entonces, se mantienen estables. ?Desaparecer¨¢ alg¨²n d¨ªa el antisemitismo?
R. No, no desaparecer¨¢ nunca. Tiene una gran fuerza pl¨¢stica, una capacidad de reformularse y recomponerse de forma permanente, en todas las circunstancias posibles de la historia. El jud¨ªo siempre es el chivo expiatorio, aquel que te impide convertirte en quien t¨² querr¨ªas ser. Ha sido el culpable desde los tiempos de Ca¨ªn y Abel. Esa fobia y esa alergia respecto al otro, que tan bien encarna el jud¨ªo, siempre ha existido y siempre existir¨¢.
P. Creci¨® en un entorno ortodoxo. ?Por qu¨¦ se alej¨® de ¨¦l?
R. Evolucion¨¦ hacia una sensibilidad m¨¢s progresista. Todav¨ªa hoy, escucho que existe un verdadero juda¨ªsmo, representado por personas m¨¢s barbudas que yo. Y luego est¨¢ mi manera de entenderlo, que se considera edulcorada o light. Es una falsedad hist¨®rica. El juda¨ªsmo siempre se ha expresado a trav¨¦s de una pluralidad de voces.
¡°Es una falsedad hist¨®rica que mi juda¨ªsmo sea edulcorado o ¡®light¡¯. Mi religi¨®n siempre se ha expresado a trav¨¦s de una pluralidad de voces¡±
P. ?Tiene que ver con el hecho de ser mujer? Solo hay cinco rabinas que ejerzan en Francia¡
R. Sigue siendo un handicap. Pero ser mujer no es garant¨ªa de progresismo. En realidad, cuando fui nombrada como rabina las cr¨ªticas m¨¢s virulentas vinieron de mujeres inscritas en un modelo tradicional, para las que yo pon¨ªa en duda todos sus compromisos religiosos y vitales. Para ellas, mi funci¨®n era una traici¨®n a lo femenino.
P. ?Se considera de izquierdas?
R. No s¨¦ muy bien qu¨¦ quiere decir eso, pero me siento progresista y tambi¨¦n feminista, una palabra que no me incomoda. Tambi¨¦n han dicho que soy de izquierdas en cuanto al conflicto en Israel, porque he sido cr¨ªtica con la pol¨ªtica del Gobierno israel¨ª¡
P. Lleg¨® a definirse incluso como ¡°sionista y propalestina¡±. No anda corta de contradicciones¡
R. No s¨¦ si es un conflicto que se pueda resolver, pero desear una resoluci¨®n implica dejar de ser ciego y sordo respecto al dolor ajeno. Cuando uno se dice solo proisrael¨ª o propalestino, forma parte del problema.
P. ?Podemos aprender a morir, como parece insinuar su libro?
R. No lo s¨¦. Pero no estar¨ªa mal que, por lo menos, aprendi¨¦ramos a vivir.
¡®Vivir con nuestros muertos¡¯. Delphine Horvilleur. Traducci¨®n de Regina L¨®pez Mu?oz. Libros del Asteroide, 2022. 200 p¨¢ginas. 18,95 euros.
Reparar a los vivos: la nueva literatura del duelo
Negación, ira, negociación, depresión, aceptación. Las distintas etapas del duelo han conquistado, de un tiempo a esta parte, un lugar protagonista en la literatura actual. Resulta natural que, tras el comienzo de la pandemia y su impredecible cambio de paradigma, acompañados de una sensación de fin de ciclo que el regreso de la guerra no ha hecho más que pronunciar, la muerte se erija casi en un subgénero literario, a menudo como una ramificación fúnebre de la autoficción. No es un fenómeno del todo nuevo, como demuestran algunos hitos literarios de las últimas décadas, del celebrado díptico formado por El año del pensamiento mágico y Noches azules, de Joan Didion, a desconsolados testimonios sobre el duelo, entre los que cabe citar La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero; Di su nombre, de Francisco Goldman; También esto pasará, de Milena Busquets; Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente, o La hora violeta, de Sergio del Molino.
Desde que el virus irrumpió en nuestras vidas, el interés editorial por el luto no ha dejado de aumentar, de la mano de autores que aspiran a dejar constancia de su sufrimiento, pero que también escriben para reparar a los vivos. Chimamanda Ngozi Adichie describió en Sobre el duelo (Literatura Random House) el dolor provocado por la repentina muerte de su padre en Nigeria; la crisis sanitaria impidió que pudiese viajar desde Estados Unidos para acudir al funeral. En Arboleda (Periférica), Esther Kinsky relata el viaje emprendido por una narradora que recorre distintas regiones de Italia, en un viaje que planeó junto a su compañero, recién fallecido. Uno de los libros del año pasado, La inquietud de la noche (Temas de Hoy), de Marieke Lucas Rijneveld, partía del duelo de la protagonista por su hermano. La danesa Naja Marie Aidt narraba en Si la muerte te quita algo, devuélvelo (Sexto Piso) la asimilación de la muerte de uno de sus hijos, igual que la filósofa británica Denise Riley en El tiempo vivido, sin su fluir (Alpha Decay) y el colombiano Tiago Ferro en El padre de la niña muerta (Tusquets), protagonizada por un trasunto del autor. Mientras, en Mi hermano (Literatura Random House), Daniel Pennac esbozaba un retrato de un familiar algo opaco al que sabe que quiso, pero nunca conoció del todo.
Dentro de la narrativa en castellano, destaca el homenaje de Elvira Lindo a su padre en A corazón abierto (Seix Barral). La venezolana Gabriela Consuegra, coruñesa de adopción, firma en Ha pasado un minuto y queda una vida (Temas de Hoy) un recuerdo parecido de su progenitor. José Ignacio Carnero hace lo propio con su madre, enferma de un cáncer terminal, en Ama (Caballo de Troya). En Cuaderno de urgencias (Siruela), Tereixa Constenla refleja el duelo tras la pérdida de su pareja, tras un calvario de tres años en los que ambos fueron diagnosticados de cáncer. Y, en Daniel. Voces en duelo (Seix Barral), Piedad Bonnett y Chantal Maillard reúnen los textos que escribieron a raíz del suicidio de sus respectivos hijos. Los dos se llamaban Daniel, tenían edades similares y se suicidaron un mes de abril tirándose desde la misma altura.
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