Libros del Interior argentino, una aspereza propia pero que no se entiende
Varios t¨ªtulos recientes combaten la macrocefalia literaria de Buenos Aires desde el campo argentino, a menudo asociado a la idea del mal con may¨²sculas
No duerme desde hace una semana y se siente cerca de ¡°una verdad que hasta ahora era pura especulaci¨®n¡±; unos d¨ªas atr¨¢s huy¨® del basural en el que viv¨ªa, y los dos hombres que lo acogen ahora creen que es el Hijo de Dios. ¡°Yo deber¨ªa haberle ense?ado a vivir en el campo, que es donde se aprende casi todo¡±, lamenta su padre; a cambio, la educaci¨®n que el hijo adquiere en El buen destierro, la pieza teatral que el Residenztheater de M¨²nich encarg¨® al dramaturgo argentino Alfredo Staffolani...
No duerme desde hace una semana y se siente cerca de ¡°una verdad que hasta ahora era pura especulaci¨®n¡±; unos d¨ªas atr¨¢s huy¨® del basural en el que viv¨ªa, y los dos hombres que lo acogen ahora creen que es el Hijo de Dios. ¡°Yo deber¨ªa haberle ense?ado a vivir en el campo, que es donde se aprende casi todo¡±, lamenta su padre; a cambio, la educaci¨®n que el hijo adquiere en El buen destierro, la pieza teatral que el Residenztheater de M¨²nich encarg¨® al dramaturgo argentino Alfredo Staffolani en 2019, es una m¨ªstica ¡°consensuada por toda la sociedad patriarcal¡± en la que confluyen el cristianismo, un fisicoculturista prusiano, New Order y el tormento de la carne: una santidad alcanzada a trav¨¦s de la abyecci¨®n que casa bien con los vertederos y las periferias y esos m¨¢rgenes de las ciudades que habitamos en los que la naturaleza penetra conformando lo que el paisajista franc¨¦s Gilles Cl¨¦ment llam¨® el ¡°tercer paisaje¡±, espacios residuales, abandonados, aparentemente vac¨ªos, donde los reg¨ªmenes se disuelven y las identidades resisten las categor¨ªas. Staffolani (Buenos Aires, 1982) es uno de los dramaturgos y directores teatrales m¨¢s importantes de su pa¨ªs; en La maldad del mundo (2018) se apropi¨® de una an¨¦cdota familiar desconcertante y terrible y en El ardor (2019) escribi¨® sobre el deseo, y ambos asuntos planean sobre ¡®El buen destierro¡¯, as¨ª como sobre los otros textos del libro (¡®Los golpes¡¯, ¡®Un lugar a d¨®nde ir¡¯, ¡®Un documental sobre la vida de nadie¡¯ y ¡®Por culpa de la nieve¡¯), todos escritos entre 2015 y 2019.
La mayor¨ªa de los argentinos habita el ¡°tercer paisaje¡± de las piezas de Staffolani, en no-lugares cuyas creencias y pr¨¢cticas participan tanto del r¨¦gimen rural como del urbano, y en peque?os pueblos y ciudades que no apartan sus ojos de la capital, una Buenos Aires que, junto con su periferia, alberga al 38,9% de la poblaci¨®n y que ya en 1940 Ezequiel Mart¨ªnez Estrada llam¨® ¡°la cabeza de Goliat¡±, un ap¨¦ndice problem¨¢tico en el cuerpo de la naci¨®n. Pese a ello, la literatura argentina contin¨²a articul¨¢ndose en torno a la oposici¨®n habitual entre la ciudad y el campo y, de manera m¨¢s espec¨ªfica, entre la capital y lo que algunos llaman ¡°el Interior¡±; si bien la literatura porte?a vuelve por temporadas sobre (en palabras de Mart¨ªn Caparr¨®s, que le dedic¨® en 2006 uno de sus libros m¨¢s importantes, El Interior) ¡°esa dilatada niebla¡±, y al tiempo que lo que sus habitantes escriben es reducido a categor¨ªas como ¡°literatura local¡±, ¡°regionalista¡± o ¡°del Interior¡±, y desplazado al margen, el campo sigue siendo el equivalente nacional del castillo en la novela g¨®tica, algo de lo que s¨®lo caben esperar atavismos y enfermedades mentales, incestos y violencias, el odio sin l¨ªmites entre familias y los fen¨®menos sobrenaturales: el mal con may¨²sculas.
Naturalmente, no toda la literatura argentina es as¨ª; existe un n¨²mero nada desde?able de muy buenos autores que no arrojaron una mirada orientalizante sobre el campo o la incorporaron estrat¨¦gicamente en sus textos, como Osvaldo Lamborghini, N¨¦stor Perlongher, C¨¦sar Aira (Ema, la cautiva; La liebre), Sergio Bizzio (En esa ¨¦poca), Fogwill (sus extraordinarios Cantos de marineros en La Pampa), Bel¨¦n Sigot, Federico Falco, Carlos Busqued, Dolores Reyes, Gabriela Cabez¨®n C¨¢mara y Marina Closs, entre otros, adem¨¢s de escritores que, como Vicky Garc¨ªa (Laborde, 1986), producen muy buena literatura con esos materiales. Los personajes de Las bestias (la Ch¨²cara, el Tarta, el Chueco D¨¢lmire, la Chinita, el Gringo, Cipriano, Gambacorta¡) devoran a sus v¨ªctimas, violan, beben, se encomiendan a la Santita Morena, levitan, vomitan ranas, conciben animales y asumen o se rebelan contra una idea de las mujeres que hace de ellas tanto objeto de deseo como motivo de desprecio. Juan Diego Incardona llama a todo esto ¡°g¨®tico pampeano¡±; y Garc¨ªa, que tiene un gran talento para reproducir la oralidad de sus personajes, se incorpora con estos relatos a una promoci¨®n de autores y lectores, de acad¨¦micos, cr¨ªticos y editores, que desde hace dos d¨¦cadas viene contraponiendo a la macrocefalia argentina una literatura cuya producci¨®n y circulaci¨®n no es determinada por las instituciones s¨®lo aparentemente antit¨¦ticas del mercado y la academia, que se concentran en Buenos Aires.
En la novela de Sborovsky no hay un pasado a idealizar o que suscite nostalgia, sino uno presidido por la violencia de clase, la enfermedad, la superstici¨®n...
Y lo mismo puede decirse de Carolina Sborovsky (Concordia, 1979), quien en La concordia narra el retorno de su protagonista a la propiedad familiar en el noreste del pa¨ªs. No es un regreso f¨¢cil, y una diferencia significativa entre esta, la segunda novela de su autora, y buena parte de la narrativa espa?ola que aborda ese tipo de regresos, y que podr¨ªa ser vista como su equivalente transatl¨¢ntico, es que en la novela de Sborovsky no hay un pasado a idealizar o que suscite nostalgia, sino uno presidido por la violencia de clase, la enfermedad, la superstici¨®n y un ¡°modo de vida pegajoso¡± que hace que las mujeres pasen de ser hijas a madres en unos pocos a?os. Los temas de la ¡°identidad¡± y el ¡°federalismo¡± (sobre los que posicionarse es una ¡°pelotudez¡±, seg¨²n la protagonista) no est¨¢n lejos; de hecho, La concordia podr¨ªa haberse convertido f¨¢cilmente en otra puesta en escena de la confrontaci¨®n entre la supuesta brutalidad del mundo rural y la aparente racionalidad de la vida urbana (que en el marco argentino tambi¨¦n es, a menudo, el enfrentamiento entre la influencia supuestamente retr¨®grada de lo latinoamericano sobre el pa¨ªs y su aspiraci¨®n a ser considerada una naci¨®n europea), pero su autora se propuso algo m¨¢s interesante y que requer¨ªa talento: darle a sus personajes (inc¨®modos en el campo y fuera de lugar en la ciudad; ellos mismos ¡°tercer paisaje¡±) la libertad de adoptar, si lo deseaban, la ¡°aspereza¡± de un paisaje ¡°que es propio pero no se entiende¡±, y hacerlo adem¨¢s en una lengua en la que los ¨¢rboles ¡°se mezquinan¡±, los caballos se enciman y se taconean, las madres ¡°cogotean¡± buscando a sus hijos con la mirada, los tacur¨²es punt¨²an el paisaje y el guaran¨ª y el portugu¨¦s no son del todo extra?os, una lengua que, como dice del paisaje la protagonista de la novela, es ¡°un regalo inmerecido¡±, en esta ocasi¨®n, para el lector.
La Concordia
Autora: Carolina Sborovsky.
Editorial: Conejos, 2021.
Formato: tapa blanda (136 p¨¢ginas, 10 euros aproximadamente).
El buen destierro
Autor: Alfredo Staffolani?.
Editorial: Blatt & R¨ªos, 2021 .
Formato: tapa blanda (294 p¨¢ginas, 15,5 euros aproximadamente) y e-book (6,64 euros).
Las bestias?
Autora: Vicky Garc¨ªa.
Editorial: Contramar, 2021.
Formato: tapa blanda (224 p¨¢ginas, 9 euros aproximadamente).
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