La cuarta bruja de Macbeth
Ver a Macarena Olona en el debate televisado de los candidatos a las elecciones andaluzas fue algo fascinante, un improvisado viaje a trav¨¦s del tiempo, como estar ante una encarnaci¨®n femenina de On¨¦simo Redondo
1. En el p¨¢ramo
Lo cierto es que, a menudo, una imagen, arropada con mil palabras, dice m¨¢s que una enciclopedia de las que ya no se venden en papel. Vi a la se?ora Olona (esa castiza mixtura de Charlotte Corday, Agustina de Arag¨®n y Mar¨ªa Estela Mart¨ªnez de Per¨®n en la ¨¦poca en que estaba abducida por L¨®pez Rega) en el primer debate televisado de los candidatos a las elecciones andaluzas: fue algo fascinante, un improvisado viaje a trav¨¦s del tiempo, como estar ante una encarnaci¨®n femenina de On¨¦simo Redondo (1905-1936) casi 90 a?os despu¨¦s de que el l¨ªder nacionalcat¨®lico y falangista vallisoletano pronunciara por la radio, al d¨ªa siguiente del Alzamiento, su c¨¦lebre discurso: ¡°Ya no habr¨¢ paz mientras el triunfo no sea completo. Para nosotros todo reparo y todo freno est¨¢ desechado. Ya no hay parientes. Ya no hay hijo, ni esposa, ni padres, solo est¨¢ la patria¡±. Hab¨ªa que mirar su deliberadamente bien visible cadenita con la cruz de oro subrayando su generoso escote, como si se tratara de una declaraci¨®n impostada de principios y aqu¨ª estoy yo, qu¨¦ pasa. Hab¨ªa que escucharla predicando en su no-tierra andaluza y acusando a tirios y troyanos, como un avatar del siglo XXI del venerado ¡°caudillo de Castilla¡± vallisoletano; no le falt¨® nada a la dama: antifeminismo, racismo, reaccionarismo de antigua matriz agraria y Santiago y cierra Espa?a, as¨ª como desprecio por todo lo que signifique modernidad y democracia, y violencia agazapada contra los ¡°corruptores¡± e invasores de nuestra hermosa patria que es una e indivisible, y si no le gusta, m¨¢rchese. La escuch¨¦ como si fuera un holograma de una lecci¨®n pr¨¢ctica de vetusto nacionalsindicalismo, en la que lo ¨²nico que se echaba de menos era alguna menci¨®n antisemita (una obsesi¨®n de O. R., editor temprano de Los protocolos de los sabios de Si¨®n), claro que despu¨¦s del Holocausto tal referencia resultar¨ªa inconveniente incluso para Vox. Luego, mi mente (sin duda trastornada) transfiri¨® la figura de Olona a otro escenario nada andaluz: estaba agachada en un fr¨ªo p¨¢ramo, con las otras tres brujas de Macbeth, decidiendo cu¨¢ndo se encontrar¨ªan de nuevo mientras invocan a gatos (Graymalkin) y sapos (Paddock), convencidas de que lo hermoso es feo y lo feo hermoso, como ocurre en la vida. Para entender el papel que el pensamiento de O. R. tuvo en la formaci¨®n del magma ideol¨®gico del franquismo sigue siendo ¨²til El evangelio fascista, de Ferran Gallego, publicado por Cr¨ªtica (cuando Cr¨ªtica era plenamente Cr¨ªtica) en 2014.
2. En la Feria
No todas las brujas son oscuras ni anuncian desgracias. Hay otras, m¨¢s amables, cuya magia se orienta en direcciones muy distintas. Ram¨®n Alba (alias Polifemo), que este a?o cumple 50 de feriante, me asegura que ya hubo una edici¨®n en la que no llovi¨® ning¨²n d¨ªa (quiz¨¢s lo hiciera por la noche). Yo no lo recuerdo, pero estoy seguro de que la excepcional bonanza clim¨¢tica de este a?o se debe a alg¨²n tipo de encantamiento (que no figura en el Malleus maleficarum) con el que Eva Or¨²e, directora del evento y, presumiblemente, bruja aficionada, ha conjurado el mal tiempo. Hasta este momento (crucemos los dedos), la Feria goza de un clima californiano y de una bonanza econ¨®mica que venga Dios y la tenga (sobre todo el pr¨®ximo oto?o). Despu¨¦s de los dos ¨²ltimos y olvidables meses en el comercio del libro, la Feria est¨¢ siendo como una bocanada de aire fresco que permitir¨¢ equilibrar las cuentas de muchas librer¨ªas. Los feriantes se quejan muy poco (lo peor es lo de los suprimidos planos de la Feria, peccata minuta en la lista hist¨®rica de lamentaciones) y se les nota satisfechos. Como sucede en cada edici¨®n, en la selecci¨®n de las casetas se reflejan modas y tendencias: en esta, y adem¨¢s de la apabullante presencia de libros feministas, se exhiben muchas obras sobre la extrema derecha y el fascismo que (quiz¨¢s) regresa, as¨ª como otras sobre la sentencia de muerte que el capitalismo del Antropoceno ha dictado sobre la Tierra. Y es que, si queremos cambiar la tendencia, deber¨ªamos recordar, por ejemplo, que El socialismo puede llegar s¨®lo en bicicleta (Catarata), seg¨²n proclama Jorge Riechmann en la edici¨®n revisada (una d¨¦cada m¨¢s tarde) de uno de sus m¨¢s importantes textos ecosocialistas.
3. ?Ah, el amooor!
Como me siento rebosante de alegr¨ªa gracias a una peque?a, ocasional y decadente dosis de cannabinoides, perm¨ªtanme que les recomiende tres bellas historias para enamorados. Cantos de sirena (Gatopardo, traducci¨®n de Patricia Ant¨®n), de Charmian Clift, son unas estupendas memorias de viaje que reflejan con candor la d¨¦cada que ella y su marido, dos escritores australianos, pasaron en la diminuta isla griega de K¨¢limnos, a la que huyeron a principios de los cincuenta desde un Londres repleto de smog, prisas y negruras para buscar el sol, vivir y trabajar tranquilos. Era cuando a¨²n no funcionaba a tope el turismo de masas y viajar no produc¨ªa grandes dosis de mala conciencia ecol¨®gica. Las otras dos novelas son Rheinsberg (1912), de la que ya exist¨ªa una traducci¨®n en Muchnik, y El palacio de Gripsholm (1950), traducido anteriormente en Acantilado, Trotta y otras; ambas obras, que narran sendos idilios, son obras de Kurt Tucholsky, uno de los m¨¢s famosos periodistas de la Rep¨²blica de Weimar, y pueden encontrarse juntas en un solo volumen (edici¨®n de Pilar Martino Alba) en la Biblioteca C¨¢tedra del Siglo XX.
4. En Omelas
Se acaba la Feria, pero si les gustan las buenas historias, no se pierdan, por favor, Quienes se marchan de Omelas (1974), un estupendo relato de una treintena de p¨¢ginas que roza la perfecci¨®n y que la gran Ursula K. Le Guin compuso en 1974; lo ha publicado N¨®rdica en traducci¨®n de Maite Fern¨¢ndez y con ilustraciones de Eva V¨¢zquez. Yo ya he regalado tres. De nada.
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