Pont Flotant: el teatro que conmueve cuando menos te lo esperas

La compa?¨ªa valenciana Pont Flotant practica un teatro muy personal que es resultado de dos d¨¦cadas de investigaci¨®n colectiva y que se caracteriza por su calculada naturalidad y una mezcla particular de lo cotidiano con lo trascendente. Digamos que son lo contrario del teatro grandilocuente y pretencioso. Sus obras encuentran la emoci¨®n en eso que se suele definir como ¡°la sencillez de las peque?as cosas¡± y por eso conmueven cuando menos te lo esperas. Como la vida misma. O los recuerdos: de pronto te viene a la memoria una conversaci¨®n que tuviste con tu madre hace treinta a?os y se te salta una l¨¢grima. O te imaginas a tu hija dentro de otros treinta a?os cuando quiz¨¢ t¨² ya no est¨¦s¡­ y te da una llorera de esas que acaban en hipo. Tambi¨¦n te puede asaltar una carcajada de repente al recordar aquella vez que estabas con una amiga y no pod¨ªais parar de re¨ªr por una tonter¨ªa que os pas¨®. Eso es b¨¢sicamente Eclipse total, su nuevo espect¨¢culo, que estos d¨ªas se representa en el Teatro de la Abad¨ªa de Madrid.

Solo hay dos personajes en escena, ?lex Cant¨® y Jes¨²s Mu?oz, que se interpretan a s¨ª mismos. Se presentan con sus nombres desde el principio y nos muestran una tela en la que hay pintada una l¨ªnea de tiempo que comienza con el nacimiento de sus abuelos y termina con sus nietos, con la particularidad de que no solo est¨¢n inscritas las fechas de los nacimientos y las muertes de los que nacieron o murieron sino tambi¨¦n las de quienes todav¨ªa no lo han hecho, incluidas las de sus propios fallecimientos. Despu¨¦s sacan otra tela con otra l¨ªnea de tiempo: la del universo desde el Big Bang hasta su extinci¨®n. Ah¨ª es nada. Kil¨®metros y kil¨®metros de pa?o que van desenrollando entre risas y doblando hasta que ven que resulta materialmente imposible llegar al principio y el final. No hace falta explicar qu¨¦ nos quieren contar con esto. Lo insignificante que es la vida de cualquier humano frente a la inmensidad del cosmos.

Sin embargo, desde ese momento, ?lex y Jes¨²s no hacen otra cosa que cargar de valor esa insignificancia recreando la primera l¨ªnea de tiempo que nos presentaron: la suya propia. Convocan a sus abuelos y sus padres ante una gran mesa preparada para una comida familiar y los interpretan ellos mismos con mucho humor y sobre todo amor: aquellos chascarrillos recurrentes de los abuelos, las man¨ªas de la madre, las ocurrencias del padre. Las voces de las diferentes generaciones se mezclan, pero llega un momento en que los mayores ceden sus sillas para hacer sitio a los hijos y estos despu¨¦s a los nietos, la plataforma circular sobre la que est¨¢ la mesa empieza a girar¡­ El ciclo de la vida, en fin. Nada que no sepamos, por supuesto, pero contado con tal sencillez y verdad que desarma.

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