Inolvidable ¡®Mouchette¡¯, un relato de un realismo brutal
Georges Bernanos abord¨® en esta novela breve y?dur¨ªsima, adaptada al cine por Bresson, la lucha entre su conciencia y su fe religiosa, con el silencio de Dios como trasfondo
A Georges Bernanos lo incluy¨® Charles Moeller en el primer volumen de su magna obra Literatura del siglo XX y cristianismo, titulado ¡®El silencio de Dios¡¯. Pertenece al influyente grupo de novelistas cat¨®licos europeos (Graham Greene, Julien Green, Fran?ois Mauriac) que public¨® sus obras desde el primer tercio del siglo XX. En un tiempo de cambios profundos (dos guerras mundiales, el hundimiento del ancien r¨¦gime, la eclosi¨®n del existencialismo) se plantearon el problema de la lucha entre el bien y el mal en relaci¨®n con la fe cat¨®lica en una ¨¦poca en la que el sonoro vac¨ªo del silencio de Dios se convirti¨® en un problema que afectaba a la conciencia de los creyentes.
Mouchette la llev¨® al cine un maestro, Robert Bresson, en un filme ya m¨ªtico para los estudiosos del s¨¦ptimo arte. Mouchette es una adolescente de 14 a?os cuyo padre era un borracho lamentable y la madre, una mujer sumisa y enferma; el hogar, si se lo puede llamar as¨ª, es un lugar de miseria y brutalidad. Ella es una joven hura?a, arisca y orgullosa, detestada por sus vecinos del pueblo, sus compa?eros de estudios y la propia maestra a causa de su car¨¢cter. Vive encerrada en su propia soledad, sin afecto, recelosa siempre de los dem¨¢s, so?ando con la libertad. En suma, un ser medio salvaje, ajena a toda clase de ternura, a la que la falta de afecto y el desamparo la abocan a una vida en la que no cabe ya ni la inocencia original.
¡°La casa de Mouchette est¨¢ apartada de las dem¨¢s, perdida en el bosque, a orillas de una charca putrefacta. Los muros de adobe, castigados por las heladas, ceden por todas partes. La estructura de vigas, robadas de aqu¨ª y de all¨¢, se est¨¢ viniendo abajo. El padre, con los primeros fr¨ªos, se limita a rellenar los agujeros con paja¡±, escribe Bernanos. Un d¨ªa en que sale de la escuela y toma un camino inhabitual se interna en el bosque bajo una severa tormenta. A punto de perderse, la encuentra Ars¨¦ne, un furtivo por el que siente una mezcla de admiraci¨®n y cari?o, que la recoge, la lleva a su caba?a y luego abusa de ella.
En medio de la tormenta, escucha disparos y una pelea y descubre al guardabosque ensangrentado e inconsciente, golpeado por uno de los cepos del furtivo, que huye campo a trav¨¦s. Ella consigue volver a casa, donde su madre agoniza, junto a un beb¨¦ abandonado a su suerte, su hermano, al que ella trata de alimentar y cuyo llanto es un berrido animal que la aturde. Esa noche, en mitad de la tormenta, la madre muere. Entonces asoma en la chica un deseo de rompimiento, de revuelta. Piensa en buscar otra vida, escapar a B¨¦lgica, pero el sufrimiento de Mouchette es tambi¨¦n la incapacidad de comprenderse y carece de cualquier punto de referencia que le permita entender la realidad. S¨®lo la pla?idera que acompa?a al cad¨¢ver materno muestra compasi¨®n por la joven, ¡°una de esas plantas de aspecto fr¨¢gil que uno no puede arrancar sin llevarse junto con las ra¨ªces el pu?ado de tierra que las alimenta¡±.
El relato es de un realismo brutal, preciso y desgarrador. Bernanos escribe horrorizado ante la desgracia y la miseria de todas esas almas, escribe casi desesperado: como un creyente que se dirige a Dios para exigirle que responda de su silencio ante vidas deshechas como esta, pero s¨®lo el silencio le responde. Bernanos pone negro sobre blanco la lucha entre su conciencia y su fe en una nouvelle inolvidable.
Mouchette
Traducci¨®n de David M. Cop¨¦. Perif¨¦rica, 2022.
152 p¨¢ginas. 17 euros
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.