¡®Lengua ajena¡¯, el erotismo y la nostalgia
La ecuatoriana Julia Rend¨®n Abrahamson indaga las formas que tenemos para anclarnos en el mundo en una novela sobre inmigrantes en Nueva York
La nostalgia es una fosilizaci¨®n del pasado. Le inventamos una solidez ficticia a nuestros recuerdos (a veces tambi¨¦n a aquellos que no nos son propios, a la llamada ¡°historia familiar¡± de t¨ªos, primos, abuelos) que podamos oponer a la dureza y el sinsentido del presente. E incluso somos capaces de habitar en la propia certeza de no haber tenido nunca un hogar, de pertenecer a una familia (a una raza) de desarraigados.
Sara, la protagonista de Lengua ajena, vive un doble desarraigo: es madre reciente, acaba de separarse de Adri¨¤, un joven banquero catal¨¢n, y sobrevive en un Nueva York hostil e inestable. Adem¨¢s, cada experiencia cotidiana es la excusa para que vuelva la memoria de un exilio que ha marcado a toda su familia: el de su abuela Hannah, obligada a huir de Austria con el ascenso del nazismo.
Pero, digamos, que este profundo desarraigo marca de una manera m¨¢s sutil cada una de las acciones familiares: por ejemplo, Hannah abandon¨® a sus hijos y a su marido. Una pulsi¨®n de huida y abandono marca a la familia de Sara, tambi¨¦n a su madre o a su hermano Aar¨®n. Huir de la familia desarraigada para fundar un nuevo hogar (y Aar¨®n lo encontrar¨¢ en el regreso al juda¨ªsmo). Sara, por su parte, es ecuatoriana. Por azar de la historia, pero tambi¨¦n porque su infancia es Ecuador (sus monta?as): esta es la patria que ha construido en su memoria.
Puede verse que la ecuatoriana Julia Rend¨®n Abrahamson (1978) ha apostado por trabajar su primera novela (despu¨¦s de dos libros de relatos) desde la complejidad de las formas que tenemos para anclarnos en el mundo. En cap¨ªtulos breves, centrados en experiencias cotidianas (cuando coincide con su ex para recoger a su hija, un d¨ªa de piscina, una conversaci¨®n con una amiga sobre trabajos precarios), consigue hacer convivir esa riqueza temporal, que es a la vez legado e incertidumbre. No obstante, Lengua ajena no despega como novela: ninguna trama profunda salva a cada an¨¦cdota de su estatismo, nada afecta a la integridad de los personajes.
Antes bien, la estructura se resuelve en una sucesi¨®n de escenas dispersas m¨¢s cercana a la de un libro de poemas, entre la evocaci¨®n y la invocaci¨®n. Y tambi¨¦n es propio de la poes¨ªa (de una poes¨ªa a veces demasiado azucarada) el vuelo del lenguaje con el que Rend¨®n Abrahamson quiere salvar esa levedad de la trama. Por ejemplo, en las invocaciones al ¡°t¨²¡± de Lola, su hija: ¡°Cuando abres los ojos, yo escucho los p¨¢rpados separarse como aletas de peces tocando el agua¡±, ¡°tengo sed, pero no quisiera que el r¨ªo frondoso [es decir, el grifo del peque?o apartamento donde viven] te despertara y me encontraras de nuevo divagando, buscando alg¨²n lugar de pertenencia¡±.
Esa misma rigidez simplifica a los interlocutores de Sara, casi siempre personajes masculinos que encarnan una promesa er¨®tica. Adri¨¤, su ex, de ¡°culo redondo y perfecto¡±. Jos¨¦ Mar¨ªa, el terrateniente ecuatoriano con blazer negro y ¡°dientes muy rectos¡±. Rend¨®n se deleita en los encuentros er¨®ticos (tambi¨¦n en los gastron¨®micos). Son la huida definitiva de la fosilizaci¨®n de la memoria, una singular patria en el presente. Es en ellos donde el personaje de Sara sella, por fin, su pacto con el tiempo: ¡°rellenando mi ser segmentado¡±.
Lengua ajena
Autor: Julia Rend¨®n Abrahamson.
Editorial: De Conatus, 2022.
Formato: tapa blanda (160 p¨¢ginas, 17,90 euros).
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