Leonardo Padura culmina en ¡®Personas decentes¡¯ la mejor novela de Mario Conde
El autor cubano lleva a su m¨¢xima expresi¨®n la mezcla entre ficci¨®n criminal e hist¨®rica que ha frecuentado en sus ¨²ltimas obras en dos tramas paralelas, una en La Habana de 1910 y otra en la de 2016
Consciente de la dificultad de su tarea, Leonardo Padura ha tenido siempre presente aquello que Hemingway calificaba como ¡°el detector innato de mierda¡±, un m¨¦todo que puede perder eficacia en determinados estados de una carrera literaria pero que si funciona a pleno rendimiento aleja al escritor de la comodidad y la autocomplacencia. Solo as¨ª se puede explicar que el autor cubano, due?o de una extensa y variada carrera, haya conseguido en Personas decentes (Tusquets) la m¨¢s redonda, compleja y fascinante historia de las nueve protagonizadas por Mario Conde.
En 2013, Padura (La Habana, 66 a?os) public¨® Herejes, una novela policial fuera de la serie de su emblem¨¢tico personaje en la que la parte hist¨®rica ganaba mucho peso y con la que se alejaba de las novelas ¡°escu¨¢lidas y conmovedoras¡± que siempre quiso escribir el propio Conde, eterno autor frustrado, condenado en aquella ocasi¨®n a un papel secundario. A esa le sigui¨® La transparencia del tiempo (2018) y Personas decentes, en la que la idea de contar una historia paralela a la trama policial, de mirar al pasado para tratar de entender el presente, alcanza su verdadera dimensi¨®n, su mejor acabado.
Mario Conde tiene 62 a?os y ha envejecido en lo f¨ªsico y en lo mental. Hace casi tres d¨¦cadas que no es polic¨ªa, ocupaci¨®n a la que dedic¨® ¡°la barbaridad de 10 a?os¡± (narrados en las primeras cuatro novelas de la serie, las que forman la Tetralog¨ªa de las cuatro estaciones) y sobrevive vendiendo libros (o cualquier cosa con algo de valor) de segunda mano. Sigue a cuestas con su ¡°pesimismo hist¨®rico¡±, su lucidez para interpretar la vida, pero tambi¨¦n atrapado, como le recuerda su amigo Carlos el Flaco, ¡°entre el dolor del presente y el temor al futuro¡±. ¡°Eres un cabr¨®n recordador¡±, le dice. En esa tesitura, en La Habana de 2016, su antiguo subalterno y ahora jefe policial Manuel Palacios le pide ayuda para resolver un macabro asesinato con castraci¨®n incluida. La v¨ªctima, Quevedo El abominable, es un antiguo comisario cultural que hundi¨® la vida de decenas de artistas y escritores para mayor gloria del r¨¦gimen comunista. Conde ya ni siquiera lleva casos por lo privado, pero Palacios es su amigo y la polic¨ªa cubana anda desbordada en los d¨ªas de la visita de Obama y el concierto de los Rolling Stones. La investigaci¨®n le llevar¨¢ por las zonas oscuras de un r¨¦gimen decadente y perverso, lleno de vampiros en busca de su tajada, y por una ciudad a dos velocidades, donde el hambre y la carest¨ªa (que el propio Conde sufre en su piel) contrastan con la lluvia de d¨®lares de turistas y corruptos patrios.
Por otro lado, al igual que en las dos ¨²ltimas novelas, existe una segunda historia que tendr¨¢ al final su relaci¨®n con la principal. Padura construye esta vez una novela policial ambientada en la convulsa, corrupta y fascinante capital cubana en 1910, cuando todav¨ªa aspiraba a ser la Niza de Am¨¦rica. En cap¨ªtulos entrelazados con la investigaci¨®n de Conde, la voz en primera persona del polic¨ªa Arturo Saborit nos lleva por las calles del barrio de San Isidro, la zona de exclusi¨®n dedicada a la prostituci¨®n, y la lucha encarnizada que mantuvieron Alberto Yarini y el franc¨¦s Louis Lotot por el control del negocio. El enfrentamiento termin¨® con la muerte de los dos en un extra?o duelo cuyas circunstancias nunca han estado del todo claras, un caso real al que Padura ha dedicado muchas horas de investigaci¨®n y varios art¨ªculos y para el que inventa en Personas decentes una soluci¨®n veros¨ªmil con pleno sentido dentro de la ficci¨®n. La forma con la que el autor de El hombre que amaba a los perros enlaza esta historia con el misterio de la principal no es nada rocambolesca y justifica la existencia de una trama que tambi¨¦n funciona muy bien sola. Hay otros dos elementos de uni¨®n: en un juego metaliterario, el bueno de Conde est¨¢ escribiendo por fin una historia que parece que funciona (la de Yarini y su muerte, precisamente) y, adem¨¢s, las dos narraciones se conectan por el lado de los desfavorecidos, de las v¨ªctimas, siempre en el mismo lado de la Historia.
Conde tiene sus premoniciones, pero no es un detective mago, no gobierna sus actos una lucidez extrema a lo Sherlock Holmes, lo suyo es un ¡°s¨®lido trabajo investigador¡±. Los lectores de la serie ya conocer¨¢n a Carlos, a su madre Josefina y sus milagros culinarios, a la bella Tamara y al resto de la pandilla de Conde. Sin ellos, sin su amistad y sus conversaciones, sus temores y su relaci¨®n con el exilio (siempre presente en el autor de Como polvo en el viento) no se entiende a Conde, no se asimila Cuba.
En las dos tramas hay juegos ret¨®ricos y discusiones sobre la decencia de la que habla el t¨ªtulo. El lector puede llegar a distintas conclusiones y solo una ser¨¢ un¨¢nime: Conde est¨¢ en el bando de los decentes aunque, como dice su creador, eso no le haya servido de mucho a lo largo de su atribulada existencia.
Personas decentes es una excelente noticia para el g¨¦nero. No es f¨¢cil rematar una novela as¨ª a estas alturas de una serie y la ficci¨®n policial est¨¢ llena de personajes deshinchados que caminan fam¨¦licos en continuaciones sin mucha sustancia. El problema que deriva de este logro es ver qu¨¦ hace ahora Padura con Mario Conde. Los aficionados queremos m¨¢s, pero no a cualquier precio.
Personas decentes
Autor: Leonardo Padura.
Editorial: Tusquets, 2022.
Formato: r¨²stica con solapas (448 p¨¢ginas, 22,90 euros) y e-book (9,99 euros).
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.