Andr¨¦s S¨¢nchez Robayna escribe a la luz que tiembla
En ¡®Borrador¡¯, el poeta explora la intimidad del alma que vibra ante la vela y ante el destello de los significados
El poeta Andr¨¦s S¨¢nchez Robayna ha titulado Borrador este libro, y parte de su encanto proviene de ah¨ª, de esa modestia. Sin embargo, no se trata de una t¨¢ctica con la que pedir del lector que tenga en cuenta para su juicio esa declarada condici¨®n de tentativa. Este paseo por las pinturas, los poemas o incluso las composiciones musicales en los que la llama de una vela resulta ser el motivo determinante, podr¨ªa haber sido mucho m¨¢s largo, pero la propia selecci¨®n nos lleva por unos derroteros, y no por otros. Las velas iluminan el espacio f¨ªsico, pero sobre todo nos orientan con una antorcha de significados en medio de la noche del sentido: esos dobles hitos son los que importan aqu¨ª.
S¨¢nchez Robayna viene ejerciendo con la mayor competencia ese otro oficio de poetas que ¡ªen la pura tradici¨®n de Baudelaire¡ª viene a ser el comentario de obras pl¨¢sticas, las que cristalizan en im¨¢genes. Y en esa cuerda nos ha dado otros libros estupendos, entre ellos el dedicado a su paisano, Jorge Oramas o el tiempo suspendido, o las Variaciones sobre el vaso de agua, al comienzo del cual enmarcaba su trabajo en ¡°una filosof¨ªa de lo po¨¦tico¡±. La huella en ello de Gaston Bachelard es evidente y el poeta la reconoce. Tambi¨¦n ha comisariado exposiciones, como la precisamente titulada Pintura y poes¨ªa: la tradici¨®n canaria del siglo xx, que la correcci¨®n pol¨ªtica acab¨® sumergiendo en una circunstancia absurda que no es cosa de contar ahora.
La llama de la vela se nos ofrece aqu¨ª desde pinturas c¨¦lebres, como las de La Tour o El Greco, y otras menos c¨¦lebres de entre ese subg¨¦nero que en su d¨ªa se lleg¨® a llamar ¡°pintura de luces¡±. Pero, como en el libro anterior, el prop¨®sito es enunciado con precisi¨®n: se trata de explorar ¡°la vida de la imagen¡±. Y esas im¨¢genes no son s¨®lo visuales, sino tambi¨¦n las de unos cuantos poemas maravillosos que arrancan de Gutierre de Cetina y pasan por Cavafis, Rilke, Sophia de Mello o Eugenio Montejo. Entre unas y otras, el ramo compuesto por Robayna no deja aspecto sin tratar de un motivo vertebrador de las po¨¦ticas occidentales.
Cuando la luz el¨¦ctrica volv¨ªa tras el apag¨®n de otros tiempos (el hecho de que pudiera irse y volver ya dec¨ªa mucho de la condici¨®n animada y casi aut¨®noma que se le atribu¨ªa), quien m¨¢s quien menos, y sobre todo los ni?os, sent¨ªa una especie de pena; las cordiales y temblorosas velas deb¨ªan volver entonces de nuevo al caj¨®n de la cocina, priv¨¢ndonos de sus incomparables sombras. Y es que la espec¨ªfica llama de la vela no es, como la otra, meramente recibida por los ojos, sino por una intimidad que la acoge como verdadera compa?¨ªa de los adentros, seg¨²n hubiera dicho Jos¨¦ Jim¨¦nez Lozano, a quien el libro recuerda.
Pues bien, de la exploraci¨®n de esa intimidad o espacio interior tr¨¦mulamente iluminado por las velas surge este libro. El alma tiembla ante la luz f¨ªsica, pero tambi¨¦n ante el destello de los significados. En esa caverna silenciosa vibra la emoci¨®n est¨¦tica ante versos y pinturas, pero mucho m¨¢s al fondo, y desde mucho antes, late el misterioso relumbrar de lo sagrado. Rodeadas de oscuridad, temor e incertidumbre, las velas lit¨²rgicas han acompa?ado a las preces y las plegarias durante milenios. Sin embargo, no se trata s¨®lo de rituales confesionales ¡ªS¨¢nchez Robayna insiste en distinguirlo¡ª sino del ancestral temblor en medio de lo que ¨¦l mismo llama, con otro elocuente concepto, ¡°la noche antropol¨®gica¡±. Son muestras de la exactitud del poeta.
Borrador de la vela y de la llama
Galaxia Gutenberg, 2022
176 p¨¢ginas, 20 euros
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