Eduardo Halfon y su dif¨ªcil familiaridad con el mundo
En ¡®Un hijo cualquiera¡¯, el escritor guatemalteco narra la infancia de su hijo en una serie de estampas que bordean el efectismo, pero salen a flote finalmente
En el universo literario de Eduardo Halfon (Guatemala, 1971), compuesto por breves piezas de aire deliberadamente m¨ªnimo (como si la Historia con may¨²scula s¨®lo fuera un hecho de fondo que amenaza y desestructura lo cotidiano, una fuerza a la vez tan fatal como discreta) la familia ocupa el centro. La familia como idea de una pertenencia duradera frente a una existencia desarraigada, pero tambi¨¦n una familia concreta, la del propio autor, que ha fabulado con su habitual tono entre digresivo y preciso, la relaci¨®n con un padre ¡°saturnal¡±, por ejemplo, o la experiencia de un abuelo en Auschwitz, o la de su otro abuelo, comerciante jud¨ªo, secuestrado durante la guerra civil de Guatemala de los a?os setenta del pasado siglo. En Un hijo cualquiera, escrito ¡°durante los primeros cinco a?os de la vida de mi hijo¡±, lo determinante es esta perspectiva infantil, tambi¨¦n la de un aprendizaje del propio autor.
En estos peque?os textos a medio camino entre el cuento y la evocaci¨®n autobiogr¨¢fica todo parece un accidente menos, precisamente, la observaci¨®n de gestos peque?os y emotivos. Con insistencia surgen n¨ªtidos correlatos objetivos y escenas de l¨ªmites precisos: un lago que con los a?os se contamina y pudre; una peque?a nutria verde de pl¨¢stico con la que juega su hijo; la peculiar historia de la rinitis del autor. En sus momentos de mayor ambici¨®n estos elementos consiguen reflejar la historia de un pa¨ªs, Guatemala, y, construir la vocaci¨®n literaria de su autor. Siempre de una manera oblicua, como si Halfon hablara de otra cosa mientras de fondo algo m¨¢s vasto se escribe, una peculiar novela de formaci¨®n, tan vulnerable como asordinada. La formaci¨®n, es decir, la experiencia de la propia vida como posible destino, pero encajonada en un siglo y en un pa¨ªs azaroso. Y hay algo fortuito en el hecho de que Eduardo Halfon (y aqu¨ª me refiero al personaje de estos relatos) haya nacido en Guatemala. Esta accidentalidad lo ti?e todo: una adolescencia en Estados Unidos, un regreso a un pa¨ªs que sale de una guerra e inaugura una nueva violencia de mafias y maras, el trabajo de ingeniero, una noche de recluta en el servicio militar. Todo es en Un hijo cualquiera un sinsentido pasajero excepto la propia escritura, el nacimiento de una vocaci¨®n. Y excepto, claro, la conversaci¨®n hecha de gestos y palabras con su hijo: la circuncisi¨®n del reci¨¦n nacido, su ataque de locuacidad infantil en un entierro.
Halfon posee un raro talento para escribir casi de cualquier cosa con una gracia oral, digresiva y contenida. Tambi¨¦n hay un indudable sentido artesanal que no obstante a veces muestras las costuras tirantes. Unos comienzos con carnaza: ¡°Mi mejor amigo se ahorc¨® de la rama de un ¨¢rbol. Ya no era mi mejor amigo¡± (¡®La puerta abierta¡¯), ¡°Quer¨ªa preguntarle si de verdad hab¨ªa tenido que comerse a su propio perro¡± (¡®Beni¡¯), ¡°Uno de los mejores libros que he le¨ªdo es tambi¨¦n uno de los peores¡± (¡®Papeles sueltos¡¯). Y unos finales tambi¨¦n, a veces, con una rotundidad r¨ªgida y efectista: ¡°Los peces oscuros¡± nadando alrededor de los pies de un ni?o en la pel¨ªcula muda de ¡®La pecera¡¯. Son trucos de un escritor muy superior a esas f¨®rmulas, que seduce por su libertad y esa peculiar po¨¦tica de la continuidad, de conversaci¨®n ininterrumpida que pasa de un tema a otro, y de un libro a otro, e inventa y mantiene una dif¨ªcil familiaridad con el mundo.
Un hijo cualquiera?
Libros del Asteroide, 2022
144 p¨¢ginas. 14,95 euros
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.