Ballet Nacional de Marsella: vuelta al orden en la danza
La agrupaci¨®n francesa vuelve a Madrid con su nueva direcci¨®n art¨ªstica compartida y una veintena de polifac¨¦ticos y eficaces bailarines
Vuelta al orden; es una manera de decirlo. Ya no hay, para alivio de todos, una expeditiva explosi¨®n de modernidades a la moda que la mayor¨ªa de las veces no superan el exabrupto y la ni?er¨ªa consentida. La danza contempor¨¢nea vuelve al redil de valorarse a s¨ª misma desde el oficio y su propia historia, a¨²n en los terrenos de la contaminaci¨®n con otras disciplinas. Y no debemos caer en la f¨¢cil confusi¨®n de confundir moda y tendencia con estilos. Ese tiempo ha pasado en muchas compa?¨ªas europeas con su propia y larga historia. El actual Ballet Nacional de Marsella (BNM), de gira ahora en Madrid, nota much¨ªsimo que han vuelto a la bendita rutina del trabajo organizado desde las convenciones, cierta escol¨¢stica y una clase de ballet diaria, otra cosa es la est¨¦tica actual, que est¨¢ muy bien. Y muy saludable es que esta misma postura les otorga parte de las herramientas para experimentar, quemar embarcaciones y arriesgarse: unirse a ejercicios vanguardistas no implica negar la danza.
El Ballet Nacional de Marsella cumpli¨® en 2022 los 50 a?os desde su fundaci¨®n, y si somos apurados y rigurosos, su historia puede a¨²n extenderse un poco m¨¢s atr¨¢s, a la ¨²ltima etapa del Ballet de la ?pera local. En 1972 estatutariamente se nomin¨® y dot¨® de un importante presupuesto e instalaciones, hasta que en 1993 se asimil¨® a la categor¨ªa estructural de Centro Coreogr¨¢fico Nacional. La lista de directores ha sido muy notoria: Roland Petit, Dominique Khalfouni, Marie-Claude Pietragalla, Frederick Flamand (su gloriosa etapa de colaboraciones con arquitectos), Eric Vu-An, hasta llegar a Emio Greco y ya los actuales; historia, pedigr¨ª y avatares art¨ªsticos no faltan.
La agrupaci¨®n ha tra¨ªdo al Centro Conde Duque de Madrid un programa con piezas de Lucinda Childs, Lasseindra Ninja, Tania Carvalho y Oona Doherty. Comenzar la funci¨®n con una coreograf¨ªa de Lucinda Childs (83 a?os) son palabras mayores. La core¨®grafa empez¨® su formaci¨®n con el ballet acad¨¦mico y nunca se desdijo de eso, al contrario, y en esta pieza lo demuestra con gran audacia. La largu¨ªsima y productiva colaboraci¨®n de Childs con el compositor John Adams (Worcester, 1947) ha sido ya objeto de numerosos estudios espec¨ªficos, y en el ensayo de J. Arrowsmith se detalla la profunda simbiosis a que han llegado tras hitos como Available Light (1983, que fue compuesto para ella), Chamber Symphony (que Childs coreografi¨® por primera vez en 1984 y a la que ha vuelto en otra s¨ªntesis) y las partes cor¨¦uticas de la ¨®pera Doctor Atomic (2005, trabajo tildado por la cr¨ªtica de magistral y del que hay un filme). ?Por qu¨¦ los core¨®grafos contempor¨¢neos aman el sonido y los ritmos de Adams? Davies, Van Manen, Martins, Page, lo han hecho devotamente, como Childs y otros. Es como si esa m¨²sica, ya liberada del cors¨¦ minimalista, pidiera la ilustrativa lectura coreogr¨¢fica, la exigiera desde su meollo r¨ªtmico. Childs lo logra con elegancia y variedad, da a los tres movimientos su car¨¢cter particular; el central es realmente un delicado planteamiento lleno de equilibrio. Para los bailarines es un doble esfuerzo por el tono y los acentos, pero, sobre todo, por un tipo de velocidad que abarca los entrepasos y exige una cierta soltura en la exposici¨®n, todo sobre un concepto de ensemble muy din¨¢mico.
La pieza de Tania Carvalho est¨¢ bien organizada, en un reglado convencionalmente geom¨¦trico y tratando de hacer maleable el grupo. El estupendo vestuario unitario y de aire renacentista lo ritualiza, contribuye a su empaque visual. Ya aqu¨ª los bailarines demuestran su capacidad camale¨®nica y sus posibilidades de adaptaci¨®n a estilos muy diferenciados.
La pieza Mood, de Lasseindra Ninja, sobra y molesta en un programa con tan excelsos contenidos. Es tan vulgar como innecesaria, mucho m¨¢s propia de un desfile carnavalesco. Desde hace tiempo, no se logra entender por qu¨¦ ese asunto del meneo y la contorsi¨®n sical¨ªptica del voguing algunos tratan de colarlo de clavo en la escena de la danza seria. Un respeto. Zapatero a tus zapatos. Lo que vale en la discoteca no tiene por qu¨¦ auparse a lo teatral.
Cuando al actor Colin Farrell (por cierto, fue bailar¨ªn antes que actor y estuvo muy implicado en un grupo de contempor¨¢neo que hizo giras por Reino Unido, Norteam¨¦rica y Australia) le preguntaron por qu¨¦ habr¨ªa que ser tan macarra siempre, contest¨® al periodista con un palabro obsceno y chasque¨® los dientes al m¨¢s puro estilo tabernario. A Farrell no lograron dulcificarlo ni cuando le pusieron las extensiones doradas, la faldita plisada y quisieron que fuera el Alejandro que am¨® a Hefesti¨®n. Imposible, lo lleva en la sangre. Y a eso quiere Oona Doherty referirse: algo sangu¨ªneo y carnal, es c¨®mo defender una manera de comportarse que puede ser a la vez l¨ªrica y arrabalera, po¨¦tica en su rusticidad. ¡°Ah¨ª tengo todos mis encantos¡±, concluy¨® Colin con un mondadientes en ristre, y el que muy orgulloso declara: ¡°Estas piernas son mitad f¨²tbol, mitad danza¡±. En lo suyo, roza la perfecci¨®n; la pieza de Doherty, tambi¨¦n. Una s¨ªntesis que implora piedad al espectador a trav¨¦s de la aceptaci¨®n. ?Mira qu¨¦ belleza hay aqu¨ª!, parecen lanzar los bailarines entre llamaradas de ¡°macarrismo¡±.
El contraste est¨¢ servido, la poes¨ªa va dentro. Oona Doherty (Belfast, 1986) gan¨® el Le¨®n de Plata de la Bienal de Venecia en 2021 y dej¨® claro que el solo que la ha hecho famosa, y que da origen a la estupenda pieza que hemos visto en Conde Duque, es una declaraci¨®n de principios, una honesta, p¨ªcara y vital ¡°art po¨¦tica¡± en toda regla. Aqu¨ª la plantilla de 18 artistas estuvo soberbia y muy en l¨ªnea, cumpliendo con la idea matriz, revelando al espectador un tipo nuevo de recreo, y no es en lo absoluto teatro f¨ªsico: es danza con su c¨®digo propio ciertamente seductor.
Ballet Nacional de Marsella
Tempo vicino: Lucinda Childs / John Adams; One of Four Periods in Time (Ellipsos): Tania Carvalho / Vasco Mendonça; Mood”: Lasseindra Ninja / Boddi Satva, Makobo Na Ndouzou y otros; Lazarus: Oona Doherty / Gregorio D’Allegri. Luces: Eric Wurtz. Ballet National de Marseille. Dirección artística: Marine Brutti, Jonathan Debrouwer y Arthur Hare. Centro Conde Duque, Madrid. Hasta el 31 de marzo.
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