Lucrecia de M¨¦dici: casada a los 13 a?os, muerta a los 16
En ¡®Retrato de la mujer casada¡¯, Maggie O¡¯Farrell representa la indefensi¨®n de la mujer con la misma solvencia que emple¨® en ¡®Hamnet¡¯
Maggie O¡¯Farrell lo ha vuelto a conseguir. La autora nacida en Irlanda del Norte en 1972 conmovi¨® en 2020 a lectores de todo el mundo con Hamnet (Libros del Asteroide), una recreaci¨®n de la vida y muerte de un hijo de Shakespeare que nos hablaba desde la mirada prodigiosa de su esposa, de su casa y de su vida privada. En ese hogar brit¨¢nico del siglo XVI, la fama, el ¨¦xito y el teatro eran solo un elemento m¨¢s que engarzaba en el traj¨ªn de una familia amorosa, luchadora, entretenida en los aconteceres de cualquier familia de cualquier ¨¦poca. Con los escasos datos reales que han perdurado sobre el dramaturgo y, sobre todo, con una inmensa imaginaci¨®n trabada en la coherencia de ese tiempo, O¡¯Farrell nos trasladaba a una intimidad pegadiza. Detr¨¢s de los genios, de los poderosos y de la gente singular ¡ªnos ven¨ªa a decir la autora¡ª hay vidas que se aproximan mucho a las nuestras: amor, dolor, fracaso, heridas.
O?Farrell desbord¨® entonces c¨®digos y g¨¦neros al situar su pluma en el pasado, cuatro siglos atr¨¢s, pero con una sensibilidad y una literatura que lo hac¨ªan nuestro. Y hoy, la misma autora lo hace de nuevo con la vida de Lucrecia, hija del gran duque Cosimo de Medici y de la espa?ola Eleonora ?lvarez de Toledo, una ni?a del Renacimiento obligada a casarse a los 13 a?os y muerta sin descendencia (y sin autopsia) a los 16.
?Es el deseo de un hombre, su af¨¢n de procrear y de lograr un heredero, causa leg¨ªtima para yacer todas las noches con una esposa que no ha decidido por su cuenta?
Quede claro que El retrato de casada, como Hamnet, no es una biograf¨ªa, sino pura novela, una fabulaci¨®n libre de una vida en la que se han amasado historias y leyendas de aquellos momentos. Con una pluma envolvente, con calma a la vez que v¨¦rtigo, O¡¯Farrell va trabajando los detalles de un universo ajeno para ir colocando al lector ante dilemas cercanos, muy cercanos: ?Es el deseo de un hombre, su af¨¢n de procrear y de lograr un heredero causa leg¨ªtima para yacer todas las noches con una esposa que no ha decidido por su cuenta? ?Hay protecci¨®n, como cree ¨¦l, o hay posesi¨®n injusta del cuerpo de una mujer? ?Es lealtad lo que se exige o es sumisi¨®n? ?Hay amor en el cuidado posesivo o solo un af¨¢n de moldear su propiedad? Los dilemas se van desgranando en el libro con las herramientas de la duda, sin estar expl¨ªcitos.
La construcci¨®n del personaje del marido, el duque de Ferrara, como un ser ambivalente capaz de amar, agasajar y seducir a la peque?a a la vez que domina y controla a su familia y a ella como parte de sus territorios y bienes es un logro. Alfonso no se muestra, no descubre sus cartas, solo escruta, act¨²a y ¡ªcrecientemente¡ª tiraniza. Tambi¨¦n lo es la creaci¨®n del personaje de Lucrecia como una ni?a singular capaz de gozar con poco (los animales, sus pinturas, sus paseos) y obligada a adaptarse a una corte renacentista lejos de su Florencia natal con una sola misi¨®n: procrear. Su cuerpo ser¨¢ un objeto, una vasija. Su obligaci¨®n ser¨¢ concebir un heredero. Y la responsabilidad puede ser de dos, pero la presi¨®n solo se cierne sobre ella. Porque la sangre menstrual la visita rigurosamente, para su desgracia, solo a ella.
A lo largo de este intenso pulso que se libra entre palazzi, castelli, corredores, habitaciones y esp¨ªas, el encargo de un retrato de Lucrecia hilvanar¨¢ su evoluci¨®n, su deterioro, desde la belleza que registran los primeros bocetos hasta el rostro demacrado de una ni?a posiblemente envenenada por no concebir. Los pintores la contemplan, al principio y al final, y en su mirada nos reconoceremos los lectores, ansiosos de se?alarle el peligro, la salida, el rescate. Porque esto es, al fin y al cabo, un libro sobre la indefensi¨®n.
¡®El retrato de casada¡¯ nos ense?a lo r¨¢pidamente que pueden evaporarse la belleza y el amor, lo f¨¢cil que es destruir lo sutil, el peligro que se cierne sobre lo sencillo, muchas veces m¨¢s dif¨ªcil de sostener que lo complicado
El retrato de casada nos ense?a lo r¨¢pidamente que pueden evaporarse la belleza y el amor, lo f¨¢cil que es destruir lo sutil, el peligro que se cierne sobre lo sencillo, muchas veces m¨¢s dif¨ªcil de sostener que lo complicado. Y la fragilidad que puede esconderse detr¨¢s de la riqueza, del apellido y del poder. ¡°Mi primera duquesa¡±, murmura el duque al descubrir el ansiado retrato. Y en esas palabras est¨¢ la semilla de la aberraci¨®n.
O¡¯Farrell ha elegido los peque?os saltos en el tiempo en lugar de linealidad, de forma que la tensi¨®n que va introduciendo por la ambig¨¹edad de la situaci¨®n se va desplazando de un momento a otro, abriendo nuevos interrogantes y trasladando las respuestas a otro tiempo que solo encajar¨¢ al final.
La Lucrecia real muri¨® temprano, como dos mujeres m¨¢s de la familia M¨¦dici en un tiempo en el que las esposas pod¨ªan fallecer a manos de sus maridos sin investigaci¨®n. Pero ello no condiciona la recreaci¨®n literaria de esta historia, que nos deparar¨¢ sorpresas.
Por cierto: el duque de Ferrara se cas¨® dos veces m¨¢s, pero nunca tuvo descendencia.
El retrato de casada
Autora: Maggie O'Farrell.
Traducci¨®n: Concha Carde?oso.
Editorial: Libros del Asteroide, 2023.
Formato: tapa blanda (400 p¨¢ginas, 23,95 euros) y e-book (11,95 euros).
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