La huella del cine en los habitantes y los paisajes de Am¨¦rica
En su primer fotolibro, Mikel Bastida indaga en la sombra que el s¨¦ptimo arte proyecta en la memoria y la historia a trav¨¦s de un periplo por distintas localidades de Estados Unidos que parecen carcomidas por su propio mito
En un d¨ªa caluroso y h¨²medo, Mikel Bastida (Bilbao, 1973) recorre las aceras de Mansfield, Ohio. Sigue los pasos de Brooks Hatlen al salir de la c¨¢rcel. El viejo recluso bibliotecario, protagonista secundario de Cadena Perpetua (The Shawshank Redemption, 1994), que se suicida tras recobrar la libertad, incapaz de adaptarse a la vida fuera de prisi¨®n. Dirigida por Frank Darabont, la pel¨ªcula resuena con fuerza en la mente del fot¨®grafo. Otra m¨¢s de las muchas historias e im¨¢genes que el cine va dejando tras s¨ª, para ocupar un lugar indeleble en nuestra memoria visual. La b¨²squeda de estos fragmentos visuales, a los que el autor se refiere como ¡°ruinas de la ficci¨®n¡±, le llev¨® a Estados Unidos. A estancias intermitentes de tres meses durante las cuales fue configurando una contundente serie fotogr¨¢fica que ahora se materializa en una publicaci¨®n: Anarene (RM).
Se trata del primer fotolibro de Bastida. El proyecto result¨® ganador de la ¨²ltima edici¨®n del concurso Fotolibro<40, promovido por la Comunidad de Madrid. Su t¨ªtulo hace referencia al lugar de Texas donde se desarrolla La ¨²ltima pel¨ªcula (The Last Picture Show, 1971) de Peter Bogdanovich; un lugar sombr¨ªo y remoto, como el que parecen habitar los taciturnos personajes que componen el Anarene de Bastida. Protagonistas reales sobre los cuales el fot¨®grafo ir¨¢ proyectando las ideas y arquetipos que le ha aportado el s¨¦ptimo arte. Personajes que pertenecen a un lugar que, de alguna forma, les fue arrebatado para quedar suspendidos en el tiempo. Una galer¨ªa de retratos atemporales, acompa?ada por solitarios paisajes y planos cercanos de lo que podr¨ªan ser los restos del escenario donde se desarrollaron los hechos que en su totalidad componen una quimera. Es el improbable encuentro del actor con los protagonistas y los elementos de una ficci¨®n, que alarga su sombra desde la pantalla hasta la realidad.
De Hatlen, el autor encontr¨® un recorte de cart¨®n con su figura en el edificio donde termin¨® con su vida. En el Hotel Amargosa, inmortalizado por David Lynch en Carretera perdida (Lost Highway,1997), encontrar¨¢ el refugio perfecto para la tormenta de arena que se cierne sobre una fantasmag¨®rica localidad, Death Valley Junction. En el aparcamiento del Walmart de Clayton cree ver a Lonnie, el chico del banjo interpretado por Billy Redden en Deliverance (1972). A Terlingua llega buscando el desfiladero donde empieza la historia de Paris, Texas (1974), The Devil?s Graveyard, pero no lo encontrar¨¢. En un bar conocer¨¢ a un vaquero. M¨¢s tarde lo retrata en su habitaci¨®n con una c¨¢mara de gran formato. ¡°Fue el primero en darse cuenta¡±, escribe Bastida ¡°que no le fotografiaba a ¨¦l. Buscaba a Travis¡±.
Metido en su papel, viaja en solitario. Lleva una biblia. Una edici¨®n de los a?os cuarenta, impresa durante la Segunda Guerra Mundial. Pertenec¨ªa a un pastor ficticio, el padre Keough.
Las fotograf¨ªas se suceden entre una serie de peque?os textos escritos por el propio autor. Redactados en primera persona, el fot¨®grafo se convierte en un actor. Metido en su papel, viaja en solitario. Lleva una biblia. Una edici¨®n de los a?os cuarenta, impresa durante la Segunda Guerra Mundial. Pertenec¨ªa a un pastor ficticio, el padre Keough. Curiosamente, las descripciones adquieren una gran carga de realidad mientras las im¨¢genes se presentan bajo una mayor carga de irrealidad. ¡°Fui construyendo una ficci¨®n, con lo que ha dejado el cine¡±, apunta el fot¨®grafo durante una videoconferencia. ¡°Mientras que en una pel¨ªcula uno cuenta con un guion a priori, en la fotograf¨ªa le toca a uno estar en el mundo para ir articulando el proyecto en el camino¡±.
Siempre a caballo entre el cine y la fotograf¨ªa, Bastida, que tambi¨¦n ejerce de profesor de historia del cine, ha querido hablar del s¨¦ptimo arte desde lo fotogr¨¢fico. De la fuerza del medio cinematogr¨¢fico para trastocar la memoria y tambi¨¦n la historia. Establecer un di¨¢logo con la herencia de una disciplina art¨ªstica a trav¨¦s de la cual el autor asegura haber aprendido ¡°a ver el mundo¡±. ¡°El proyecto¡±, explica, ¡°no es un homenaje al cine, tampoco una cr¨ªtica, ni una carta de amor. Surge de la necesidad de enfrentarme a ese legado visual para poder avanzar como creador¡±. As¨ª, el libro hace referencia a la p¨¦rdida de una inocencia. Al intento de recuperar la mirada impoluta, ¡°al precio que paga un fot¨®grafo cuando la realidad es atravesada por la ficci¨®n¡±, a?ade el autor.
Anarene traspasa los lindes de la fotograf¨ªa documental para ser una gran ficci¨®n. Un lugar con cierto aire crepuscular adonde han sido empujados sus protagonistas y donde queda reflejada otra cara de Am¨¦rica. ¡°Pudiera quedar el humo, su alargada estela, quiz¨¢s queden las tumbas de Tom Road o de Liberty Balance, sin duda estuvieron en alguna parte¡±, escribe el fot¨®grafo y ensayista Eduardo Mome?e, en un texto que acompa?a a las im¨¢genes. ¡°Es necesario sobrevolar el mito para construir un relato de Am¨¦rica¡±
Anarene, Mikel Bastida. Editorial RM. 116 p¨¢ginas. 45 euros.
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