Jorge Sempr¨²n, en la espiral del siglo XX
El escritor, cuyo centenario se celebra este a?o, se automitific¨® con brillantez literaria para convertirse en un referente central de la cultura europea
Vueltas y m¨¢s vueltas. La obra de Jorge Sempr¨²n realiza este movimiento obsesivamente. Vueltas y m¨¢s vueltas alrededor de un mismo asunto: su experiencia. Una apuesta narrativa que no marea, sino que hipnotiza. Escena tras escena, digresi¨®n tras digresi¨®n, el lector, sin darse cuenta, se desposesiona de la conciencia con la que hab¨ªa interpretado el mundo para asumir la conciencia del autor e interiorizar as¨ª su interpretaci¨®n del siglo: Sempr¨²n se automitific¨®, disimulando sus claroscuros, como el sujeto protot¨ªpico de la era atravesada por los totalitarismos. Este prop¨®sito, en cuyo n¨²cleo est¨¢n siempre fundidos ¨¦l y la pol¨ªtica, sigue parpadeando ahora que se conmemora el centenario de su nacimiento, como si al releerlo contempl¨¢ramos la fatigada luz de un faro antiguo proyectarse sobre nuestro pasado tr¨¢gico como espa?oles y europeos.
Este proyecto empez¨® con su segunda vida, cuando el resistente y deportado empezaba a dejar de ser un revolucionario profesional. Ten¨ªa 40 a?os. En mayo de 1963 ya no es dirigente clandestino del Partido Comunista en Madrid, pero a¨²n miembro destacado del partido en el Par¨ªs donde viv¨ªa exiliado. All¨ª una pareja de compa?eros de viaje ¡ªJuan Goytisolo y Monique Lange¡ª apostaron por que la delegaci¨®n francesa en los Formentor defendiese Le grand voyage. La experimentaci¨®n formal de aquella novela concentracionaria encajaba con la vanguardia narrativa que defend¨ªa esa ¨¦lite literaria. Al comunicarse la concesi¨®n, el jurado recibi¨® un telegrama firmado por Salvador de Madariaga (alguien suplant¨® su identidad) caracterizando a Sempr¨²n como ¡°un estalinista notorio y enemigo del pueblo espa?ol¡±. Aquel verano S¨¢nchez Drag¨® era detenido y durante el interrogatorio identific¨® al novelista premiado con el Federico S¨¢nchez que la Brigada Pol¨ªtico Social no hab¨ªa conseguido detener.
Lo que ocurri¨® es parad¨®jico. El descubrimiento de la identidad coincidi¨® con el acelerado proceso de revisi¨®n ideol¨®gica junto a Fernando Claud¨ªn que desemboc¨® en su expulsi¨®n del partido. Sempr¨²n dejaba de ser Federico S¨¢nchez para metamorfosearse en un disidente que ayud¨® a construir ¡°la Rep¨²blica de las Letras del siglo XX¡±, para decirlo con Tony Judt: un espacio de libertad intelectual donde convivir¨ªa con Camus, Koestler o Sperber, el lugar donde un grupo de excomunistas escribir¨ªan ¡°algunas de las mejores descripciones del siglo XX¡±.
La relevancia de ese ejercicio c¨ªvico, que lo convirti¨® en figura de la cultura francesa, era desconocida en Espa?a, aunque Espa?a segu¨ªa siendo una obsesi¨®n. Este desajuste es clave para entender la disfunci¨®n que ha dificultado la consideraci¨®n de su figura.
La reubicaci¨®n espa?ola de Sempr¨²n tard¨® en producirse. El primer paso destacado fue su nombramiento como ministro de Cultura de Felipe Gonz¨¢lez
Aqu¨ª no se autoriz¨® la traducci¨®n de El largo viaje hasta la Transici¨®n. Tampoco se proyect¨® La guerre est finie, de 1966, cuyo guion escribi¨® y ya era primer autorretrato de su frustraci¨®n como militante al constatar la incapacidad de la direcci¨®n del PC para leer la mutaci¨®n de la sociedad espa?ola. ¡°Pobre, infeliz Espa?a. Heroica, galante Espa?a. ?Me pone enfermo!¡±, declama Yves Montand en el mon¨®logo que es el centro de la pel¨ªcula. ¡°Un mito para los veteranos de guerras pasadas. Y mientras, 14 millones de turistas van de vacaciones a Espa?a cada a?o¡±. Solo se estren¨® pocos d¨ªas despu¨¦s de las elecciones de 1977. Tampoco se proyect¨® el documental Les deux m¨¦moires, dirigido por ¨¦l en 1972, donde daba voz a la oposici¨®n y recuperaba al personaje de Montand que dialogaba con Sempr¨²n mismo. Ni tuvo repercusi¨®n la angustiosa La confesi¨®n, dirigida por Costa-Gavras en 1970, a partir de la adaptaci¨®n que Sempr¨²n hizo del testimonio de Artur London sobre la inhumanidad estalinista.
Nadie sab¨ªa qui¨¦n era. Y entonces, el esc¨¢ndalo. ¡°Es la primera vez que lo digo¡±. Mayo de 1976. ¡°El primer libro que voy a publicar en castellano ¡ªy cuando digo publicar es que ya est¨¢ muy avanzado¡ª se llamar¨¢ Autobiograf¨ªa de Federico S¨¢nchez¡±. Rafael Borr¨¢s ¡ªdirector literario de Planeta¡ª se plant¨® en Par¨ªs. En 1977 ganar¨ªa el premio m¨¢s comercial. El libro pol¨ªtico m¨¢s pol¨¦mico de la Transici¨®n, pero desenfoc¨® la consideraci¨®n intelectual de Sempr¨²n en Espa?a. Inscrita como una obra de esa Rep¨²blica de las Letras, su Autobiograf¨ªa de Federico S¨¢nchez ten¨ªa todo el sentido del mundo. Pero esa Rep¨²blica aqu¨ª no exist¨ªa, dif¨ªcilmente pod¨ªa interpretarse desde ese lugar.
La reubicaci¨®n espa?ola de Sempr¨²n tard¨® en producirse. El primer paso destacado fue su nombramiento como ministro de Cultura de Felipe Gonz¨¢lez. Pero seguramente m¨¢s relevante que su af¨¢n de actuar como un Jack Lang aza?ista fue lo que ocurri¨® durante ese periodo. Con el hundimiento del bloque sovi¨¦tico, la gran aventura de su vida ¡ªel comunismo¡ª desapareci¨®. Pero entonces, gracias a su capacidad hipn¨®tica, revis¨® de nuevo su biograf¨ªa y volvi¨® a colocarse en el coraz¨®n de la historia como conciencia europea. Porque el lugar de memoria ya no era la revoluci¨®n, sino los campos de concentraci¨®n. La escritura o la vida, definitivamente, llevando hasta el l¨ªmite ¨¦tico la pr¨¢ctica del testimonio, lo llev¨® al pante¨®n cultural donde siempre consider¨® que deb¨ªa permanecer.
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