Una historia incompleta de la canallesca
Jes¨²s Fern¨¢ndez ?beda ofrece un conjunto de relatos y an¨¦cdotas personales sobre ¡®Pueblo¡¯ en el que faltan algunos personajes y eventos sin los que es imposible evaluar el significado del extinto diario
En julio de 1962, sin haber cumplido a¨²n los 18 a?os y en una ¨¦poca en que la mayor¨ªa de edad se alcanzaba a los 21, me estren¨¦ en la vida laboral como meritorio (lo que hoy llamar¨ªamos un becario) en la redacci¨®n de Pueblo. De ella sal¨ª m¨¢s de seis a?os despu¨¦s, tras haber desempe?ado como redactor jefe la responsabilidad de la informaci¨®n de Madrid y la de la secci¨®n editorial y de opini¨®n, la entonces famosa Tercera P¨¢gina. Comprender¨¢ el lector la curiosidad con la que me abalanc¨¦ sobre el libro Nido de Piratas: La fascinante historia del diario Pueblo (1965-1984), cuya lectura me ha dejado un resabio agridulce de f¨¢cil explicaci¨®n.
Dulce porque en ¨¦l aparecen, con desigual protagonismo, numerosos compa?eros y entra?ables amigos, con algunos de los cuales compart¨ª no solo trabajo, sino experiencias vitales de singular importancia en mis a?os de juventud. Y amargo porque no se trata de una historia del peri¨®dico en el que me desvirgu¨¦ profesionalmente, sino de un conjunto de relatos y an¨¦cdotas personales, a veces chuscas, entra?ables otras, que acaban por desfigurar precisamente el significado y val¨ªa de aquel peri¨®dico. No quisiera que esto se interprete como una descalificaci¨®n de la obra de Jes¨²s Fern¨¢ndez ?beda, que ha llevado a cabo una tarea reporteril digna de encomio, recogiendo testimonios diversos de periodistas de la ¨¦poca y evocaciones de quienes por desgracia nos dejaron hace tiempo. El estupendo pr¨®logo de Arturo P¨¦rez Reverte hace honor al car¨¢cter moral y la excelencia profesional de aquella redacci¨®n de honrados mercenarios en la que tantos aprendimos a ejercer nuestro oficio y a militar en ¨¦l. Pero el relato podr¨ªa llevar a algunos a creer que fue una historia como la de aquellos locos en sus viejos cacharros, toda vez que se le hurta el contexto pol¨ªtico y social en el que se desarrollaban los hechos.
Se olvidan personajes y eventos sin los que es imposible evaluar el significado del diario y el de su principal protagonista, Emilio Romero, sin lugar a dudas el periodista m¨¢s famoso del franquismo. Como escrib¨ª con ocasi¨®n de su muerte, abri¨® el peri¨®dico a las nuevas generaciones, lo convirti¨® en una aut¨¦ntica cantera de inmensos periodistas y les anim¨®, hasta donde la autoridad competente lo permit¨ªa, a intentar algunas disidencias con el orden establecido. Se esforz¨® por situar el diario en el centro de la cr¨®nica social y del limitado debate pol¨ªtico de la ¨¦poca, de modo que marquesas, toreros, futbolistas, bailaoras, actrices, poetas y ministros disputaban por su amistad. Todo eso est¨¢ bien contado por Fern¨¢ndez ?beda y es lo que le permite hacer honor al t¨ªtulo de su libro: los periodistas siempre hemos sabido que pertenecemos a la canallesca, faltar¨ªa m¨¢s. Pero hubiera sido necesario que su ingenio se aplicara m¨¢s a bucear en el contexto de la ¨¦poca para comprender la historia del diario, que va m¨¢s all¨¢ de las impresiones y la aventura personal de quienes lo hicimos.
Hay una ausencia severa, la de Jes¨²s de la Serna, al que se cita m¨¢s o menos de pasada una docena de veces, pero no se insiste en el papel crucial que desempe?¨® en el peri¨®dico, primero como redactor jefe, despu¨¦s subdirector y finalmente director adjunto. Un libro sobre Pueblo no deber¨ªa escribirse sin un buen n¨²mero de p¨¢ginas dedicado a Jes¨²s, verdadera mano derecha de Romero y uno de los profesionales m¨¢s honestos y capaces que ha tenido el periodismo espa?ol en toda su historia. Cuando se comenta su marcha para dirigir Informaciones, en la que le acompa?¨¦, no se explica que aquel ¨¦xodo fue precedido por un intento frustrado del propio Emilio, que hab¨ªa aceptado previamente el puesto. Jes¨²s, yo, y media docena m¨¢s del equipo, deb¨ªamos desembarcar como avanzadilla de su arribada pero el ministro Sol¨ªs le amenaz¨® con toda clase de represalias si abandonaba Pueblo.
Eso ocurri¨® en 1968 y se trataba de un intento serio de abandonar las servidumbres impuestas por la dictadura para hacer un peri¨®dico con mayor independencia. Apenas meses antes hab¨ªa visitado la sede del diario el presidente dominicano Juan Bosch, exiliado en Espa?a tras la invasi¨®n de la isla por fuerzas de los Estados Unidos. Bosch, l¨ªder dem¨®crata que se enfrent¨® a la dictadura de Trujillo, dio una conferencia en el Club Pueblo a la que asistieron buen n¨²mero de bur¨®cratas del r¨¦gimen, incluida una nutrida representaci¨®n de la oficialidad del ej¨¦rcito. Su introductor fue Enrique Ruiz Garc¨ªa antiguo redactor del diario que particip¨® en el llamado contubernio de M¨²nich, una reuni¨®n de opositores a Franco que acab¨® con penas de exilio, multas y persecuci¨®n judicial para los integrantes de la misma. Por otro lado Romero mantuvo una amistad personal con Juan Domingo Per¨®n, lo que me permiti¨® tambi¨¦n conocer al personaje y almorzar con ¨¦l en ocasiones. De modo que hab¨ªa mucha fanfarria en todo aquello, pero tambi¨¦n una visi¨®n, quiz¨¢ intuitiva, de lo que estaba llamado a ser en poco tiempo el mundo y periodismo encargado de narrarlo.
Los ¨¦xitos de Pueblo se deben a un esfuerzo que comenz¨® bien antes de 1965, fecha en que comienza el relato, antes tambi¨¦n de su traslado a Huertas 73, cuando mor¨¢bamos en la calle Narv¨¢ez, junto a Casa Rafa, lugar de las conspiraciones y las partidas de p¨®ker de los redactores. No le sobra nada al libro, pero le faltan algunas cosas que hubieran requerido una tarea de investigaci¨®n m¨¢s aguda y menos pasional. En cualquier caso el lector, sobre todo si es del gremio, disfrutar¨¢ con ¨¦l. Lo protagonizan simp¨¢ticos, inteligentes y valerosos canallas, muchos de los cuales est¨¢n a¨²n en activo. Y yo animo a su autor a que complete el trabajo rebuscando en las ra¨ªces del ¨¢rbol que ¨¦l mismo ayud¨® a florecer.
Nido de piratas: La fascinante historia del diario Pueblo (1965-1984)
Debate, 2023
312 p¨¢ginas, 19,90 euros
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