Brian Graham y Robert Frank: cuatro d¨¦cadas de amistad, pel¨ªculas y fotograf¨ªas
Un monogr¨¢fico firmado por Graham ofrece un inusual y melanc¨®lico acercamiento a la cotidianeidad del c¨¦lebre fot¨®grafo y cineasta suizo
Goin¡¯ Down the Road es el t¨ªtulo de una road movie canadiense dirigida por Donald Shebib. Una historia de sue?os rotos. La de dos j¨®venes procedentes de Nueva Escocia que, seducidos por las luces de la ciudad, marchan a Toronto para toparse de bruces con la adversidad y la soledad que encierra toda gran urbe. Estrenada en 1970, la pel¨ªcula gust¨® mucho a Robert Frank (Z¨²rich, Suiza, 1924- Inverness, Nueva Escocia, 2019), a quien, hac¨ªa m¨¢s de una d¨¦cada, otra road trip por tierras ajenas le hab¨ªa consagrado como uno de los fot¨®grafos m¨¢s influyentes del siglo XX a trav¨¦s de un libro: Los americanos. Aun as¨ª, el artista nunca abandonar¨ªa su credo de outsider.
Cuando se estren¨® el filme de Shebib, Frank se dedicaba al cine. Faltaba un a?o para que el autor se decidiera a retomar la c¨¢mara fotogr¨¢fica, tras haberla abandonado en 1959. Instalado en Nueva Escocia, en una casa con vistas al mar en Mabou, Inverness, donde viv¨ªa junto a su segunda esposa, la escultora June Leaf, alternaba sus estancias en Nueva York con una vida campestre. En 1981, un buen d¨ªa, Brian Graham (Glace Bay, Canad¨¢, 1951), un joven graduado en arte y apasionado por la fotograf¨ªa ¡ªcuya vida hab¨ªa transcurrido en la ciudad minera de Glace Bay y trabajando en las plataformas petrol¨ªferas del Atl¨¢ntico norte¡ª, se arm¨® de valor para llamar a la puerta del c¨¦lebre autor. Congeniaron de inmediato. ¡°Le gust¨® mi historia de cuando crec¨ª en Glace Bay. Me escuch¨® y me dijo: ¡°Obviamente, tienes que volver all¨ª y fotografiar de d¨®nde vienes¡±. En la siguiente visita, Frank le regalar¨ªa una c¨¢mara Polaroid. Poco m¨¢s tarde le envi¨® una postal desde Nueva York, invit¨¢ndole a instalarse en su casa. El joven canadiense no necesit¨® mucho tiempo para trasladarse a Bleecker Street, donde comenzar¨ªa a ayudar a Frank en las faenas de carpinter¨ªa de la vivienda antes de poder acceder al cuarto oscuro. ¡°Robert me ayud¨® a vencer al diablo con la pel¨ªcula Polaroid Tipo 665 positiva/negativa. El jefe sent¨ªa respeto e inter¨¦s por la gente que sal¨ªa a la carretera y volv¨ªa con una buena historia que contar¡±, recuerda el fot¨®grafo canadiense, quien fue su ayudante durante diez a?os.
Aquella amistad, que se prolongar¨ªa hasta el final de la vida del c¨¦lebre artista, ha quedado reflejada en un libro, Goin¡¯ Down the Road with Robert Frank, un inusual y melanc¨®lico acercamiento a la cotidianeidad del elusivo fot¨®grafo, cargado de espontaneidad y candor. De la ¡°aleatoriedad e inadvertencia¡±, que Ai Weiwei describe en el pr¨®logo del monogr¨¢fico, como unas de las caracter¨ªsticas definitorias de la realidad en la que habitaban muchos de los habitantes del East Village en la d¨¦cada de los ochenta. El artista chino coincidi¨® con el canadiense en aquellos d¨ªas. ¡°Cuando [Graham] tom¨® las fotograf¨ªas que vemos aqu¨ª, no sab¨ªamos qu¨¦ estaba haciendo, d¨®nde estaba, o por qu¨¦ se estaban tomando estas im¨¢genes. Es precisamente esta aleatoriedad y falta de rumbo lo que explica el poder de la fotograf¨ªa y la inexplicable motivaci¨®n de la fotograf¨ªa¡±.
As¨ª nos encontraremos con Frank en su destartalado estudio neoyorquino; clavando puntas en el tejado; desembalando los objetos que formaban parte de una herencia que le llegaba de Suiza o dirigiendo a la actriz Kazuko Oshima durante el rodaje de Candy Mountain, en Nueva Escocia. La pel¨ªcula que codirigi¨® junto a Rudy Wurlitzer cuenta la historia de un guitarrista cuyo road trip transcurre a pie entre personajes marginales, entre ellos los interpretados por Joe Strummer, Arto Lindsay y Tom Waits, a quien en ese mismo a?o, 1985, retrat¨® durante la grabaci¨®n y para la contraportada de su primer disco, Rain Dogs. All¨ª estaba Graham, para inmortalizar aquellos momentos con su c¨¢mara. ¡°Nuestra percepci¨®n de la realidad del pasado, si se desvinculara de las im¨¢genes visuales y los registros, ser¨ªa ilusoria¡±, advierte Ai Weiwei.
Pronto Graham conocer¨ªa a Allen Ginsberg, quien por entonces fotografiaba sin parar a sus allegados, acompa?ando las im¨¢genes con elaborados pies de foto escritos a mano. ¡°?C¨®mo es el sexo en Nueva Escocia?¡±, fue lo primero que le pregunt¨® el poeta al joven canadiense antes de darle un bolsa de pl¨¢stico llena de carretes para se encargara de hacerle los contactos. Contactos que m¨¢s tarde ense?ar¨ªan a Frank, su amigo en com¨²n, con el fin de que este les instruyese. ¡°Una de las cosas importantes que aprend¨ª de Robert: la toma entera no es necesario imprimirla. Se puede extraer cualquier cosa¡±, recordaba Graham en una entrevista ¡°Ten¨ªa mucha paciencia con Allen y conmigo, y con mucha gente. Pero lo que ten¨ªa de bueno es que nunca te iba a decir: ¡®Olv¨ªdate, d¨¦jalo¡±. Sin embargo, todo ten¨ªa un l¨ªmite y de igual forma que a Frank le gustaba ayudar, no siempre se sent¨ªa c¨®modo al ser fotografiado. En una ocasi¨®n en la que Graham se autorretrat¨® junto a ¨¦l, el elusivo fot¨®grafo suizo acabar¨ªa ara?ando el negativo.
Si de algo se sent¨ªa orgulloso Frank era de haber contactado con los miembros del movimiento Beat al poco de llegar a Estados Unidos. ¡°Me ense?aron que hab¨ªa otra vida¡±, asegur¨® durante una entrevista con motivo de una retrospectiva en el MoMA de San Francisco. ¡°Quer¨ªan tener un vida distinta, vivir dentro de esta cultura pero ser distintos. Una buena meta para plantearse aqu¨ª¡±. En las fotos de Graham se respira esa libertad. ¡°Las cosas avanzan, el tiempo pasa, la gente se va y a veces no vuelve¡±, advert¨ªa Frank. Perdurar¨¢n las fotograf¨ªas como ¨²nicas huellas, vibrantes y cruelmente sinceras.
¡®Goin¡¯ Down the Road with Robert Frank¡¯. Brian Graham Steidl. 84 p¨¢ginas. 30 euros.
Puedes seguir a Babelia en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.