Muere a los 94 a?os Robert Frank, fot¨®grafo, peregrino y forastero en la tierra
El autor de ¡®The Americans¡¯, retrato clave del Estados Unidos de los a?os cincuenta, fallece en una peque?a aldea de Canad¨¢ en la que viv¨ªa
El fot¨®grafo Robert Frank, uno de los m¨¢s influyentes del siglo XX, ha muerto este martes en Inverness, una peque?a localidad de la provincia canadiense de Nova Scotia, a los 94 a?os. Peter MacGill, de la Galer¨ªa Pace-MacGill de Nueva York, ha confirmado la noticia, seg¨²n explica The New York Times. Frank, nacido en Z¨²rich en 1924, lleg¨® a la Gran Manzana 23 a?os despu¨¦s y su trabajo The Americans (Los Americanos), un conjunto de im¨¢genes en blanco y negro de sus viajes a trav¨¦s de Estados Unidos en los a?os cincuenta, su obra m¨¢s importante.
"Soy un peregrino y un forastero¡±, cantaba Johnny Cash. Y as¨ª se defin¨ªa Robert Frank a s¨ª mismo. ¡°Llegu¨¦ donde quer¨ªa llegar, pero no result¨® ser el lugar que esperaba encontrar. A¨²n sigo siendo un outsider¡±, apuntaba el artista al cr¨ªtico brit¨¢nico Sean O?Hagan en 2004. En la ¨²ltima etapa de su vida Frank segu¨ªa siendo el inconformista, esquivo y ante todo fiel a sus creencias, que a mediados del los a?os cincuenta redefini¨® la fotograf¨ªa. Lo hizo a trav¨¦s de 83 instant¨¢neas publicadas en el libro?The Americans (Los Americanos). Peregrinando por tierras americanas, el forastero mostr¨® a los americanos c¨®mo era Am¨¦rica. Poco despu¨¦s, quiz¨¢s temeroso de repetirse creativamente, guard¨® su Leica en un armario y se dedic¨® al cine. No regresar¨ªa a la fotograf¨ªa hasta una d¨¦cada m¨¢s tarde, pero su talento ya hab¨ªa hecho historia.
Ten¨ªa treinta y un a?os cuando animado por Walker Evans y subvencionado por una beca Guggenheim, se lanz¨® a recorrer Estados Unidos en un Ford Coupe; nueve meses, 10.000 millas, 30 estados, 767 carretes, 27.000 im¨¢genes dar¨ªan forma a Los Americanos. ¡°Despu¨¦s de ver estas fotos acabas no sabiendo si una jukebox es m¨¢s triste que un ata¨²d¡±, escrib¨ªa Jack Kerouac en la versi¨®n americana del libro. Frank diseccion¨® Am¨¦rica con la mirada impoluta de un extranjero. Una visi¨®n profunda y po¨¦tica que revelaba aquello que se escond¨ªa tras el sue?o americano; la alienaci¨®n, la injusticia, la diferencias sociales y raciales, la soledad, y la tristeza. Y lo hizo utilizando un lenguaje nunca visto hasta entonces. Marcaba un antes y un despu¨¦s en la fotograf¨ªa.
¡°Aquel viaje hizo que me gustara Am¨¦rica¡±, dir¨ªa el fot¨®grafo que en 1963 obtuvo la nacionalidad americana. Sin embargo, la reacci¨®n no se hizo esperar; no solo se le acus¨® de antiamericano, sino de antifot¨®grafo. Aquella forma de mirar tan personal, metaf¨®rica a la vez que real, desafiaba a la visi¨®n simplista y transparente que defend¨ªa la fotograf¨ªa documental del momento. El uso de desenfoques, de sobre y sub exposiciones, de pel¨ªculas con grano, de copias contrastadas y de cortes radicales, se opon¨ªan a los est¨¢ndares de calidad t¨¦cnicos y est¨¦ticos y daban a su fotograf¨ªa ese toque crudo, ambiguo e impactante que persegu¨ªa el autor. Quer¨ªa atrapar de inmediato al espectador, pero tambi¨¦n dejarle con tantos interrogantes como respuestas.
Am¨¦rica era la tierra prometida para este joven jud¨ªo que dejaba atr¨¢s el amparo de una familia bien acomodada, que albergaba una peque?a colecci¨®n de arte del siglo XIX. Suiza se hab¨ªa vuelto peque?a y aburrida para ¨¦l mientras daba sus primeros pasos en la fotograf¨ªa como aprendiz del fot¨®grafo Hermann Segesser. Trabajar¨ªa como fot¨®grafo comercial y confeccionar¨ªa su primer libro, 40 fotos, que le sirvi¨® de presentaci¨®n ante el prestigioso director de arte Alexey Brodovich, cuando en 1947 lleg¨® a Nueva York. Este le contratar¨ªa como fot¨®grafo asistente de Harper's Bazaar. All¨ª conoci¨® a Louis Faurer, con quien comparti¨® cuarto oscuro, renegando de las imposiciones comerciales que les impon¨ªan en las revistas para las que colaboraban, entre ellas Life. Viaj¨® por Bolivia y Per¨². A principios de los cincuenta recorrer¨ªa Europa, pasar¨ªa cuatro meses en Valencia instalado en la Malvarrosa, entrenando ese "ojo fr¨ªo" que definir¨ªa a Los Americanos. Su arte no admitir¨ªa concesiones.
¡°?Por qu¨¦ andas con esa gente, Robert?¡±, le preguntaba Walker Adams cuando le invitaba a su apartamento del Upper East Side, ¡°realmente no tienen clase¡±. Se refer¨ªa a los poetas beats, Kerouac, Gingsberg y Corso, con quien hab¨ªa entablado relaci¨®n a mediados de los cincuenta. Instalado en Tenth Street, junto a su mujer Mary y sus dos hijos. compartir¨ªa sus vivencias e inquietudes art¨ªsticas con aquella amalgama de artistas iconoclastas (entre quienes tambi¨¦n se encontraban los expresionistas abstractos) que frecuentaban el barrio en busca de nueva formas de expresi¨®n.
Los Americanos se public¨® en 1958 en Francia. Tardar¨ªa casi una d¨¦cada en convertirse en uno de los libros de fotograf¨ªa fundamentales de la segunda mitad del siglo XX. Pero a principios de los sesenta, cuando su nombre comenzaba a sonar, Frank ya estaba dedicado plenamente al cine. Su primera pel¨ªcula, Pull My Daisy (Arranca mi margarita), dirigida junto con el pintor Alfred Leslie, contaba con gui¨®n narrado y escrito por Kerouac. Su obra underground, que abarca m¨¢s de 30 t¨ªtulos, desafiar¨ªa todos los c¨¢nones cinematogr¨¢ficos, pero esta vez no encontr¨® el reconocimiento deseado. Entre los colaboradores m¨¢s destacados se encuentran Sam Shepard como guionista, o William Borroughs, Allen Gingsberg y Joe Strummer como actores, Su obra m¨¢s celebrada, y curiosamente menos vista, vendr¨ªa de manos de los Rolling Stones en 1972, Cocksukers Blues (Blues del chupapollas). Invitado por el grupo en uno de sus tours, la banda aparec¨ªa filmada en situaciones tan explicitas que a nadie le gustar¨ªa mostrar. Los Stones limitar¨ªan su exhibici¨®n.
Huyendo de la fama a la que le catapult¨® Los Americanos, a principios de los setenta se instal¨® en una remota aldea de Nueva Escocia, Canad¨¢, con June Leaf, su segunda mujer. En 1971 retomar¨ªa la fotograf¨ªa con una serie autobiogr¨¢fica, The lines of my hand (Las l¨ªneas de mi mano). Comenz¨® a experimentar con Polaroids y a incorporar el collage y el texto en sus instant¨¢neas. La muerte de sus dos hijos: Andrea en un accidente de avi¨®n, y Pablo en un hospital psiqui¨¢trico, dio a su obra un tono m¨¢s desgarrador y personal, que exploraba la p¨¦rdida, la memoria, el cambio y la continuidad. ¡°Mi trabajo pas¨® de tratar sobre aquello que ve¨ªa a tratar de aquello sobre lo que sent¨ªa¡±, dir¨ªa el autor.
As¨ª, su vida transcurri¨® m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de las convenciones, como el eterno forastero que transita por los solitarios caminos del arte. El coraz¨®n como br¨²jula; su c¨¢mara como bast¨®n. ¡°Solo se ve bien con el coraz¨®n, lo esencial es invisible a los ojos¡±, sol¨ªa decir Frank citando a Saint-Exup¨¦ry.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.