Bienal de Venecia: un sur global heroico, pastoril y populista
La exposici¨®n formula un sinf¨ªn de apropiaciones nost¨¢lgicas sobre el arte no occidental. El resultado, carente de poes¨ªa y de contexto, desprende una sensaci¨®n de tedio acumulativo
Kafka anot¨® en sus Diarios que, al final, todos somos chinos. Los chinos, a su vez, podr¨ªan decir que son jud¨ªos alemanes, y los jud¨ªos, alemanes o no, que son palestinos. Chinos, jud¨ªos y palestinos ilustran con mayor o menor fortuna que cada individuo es respecto de s¨ª un ser ex¨®tico, un alien¨ªgena. Un extranjero. Para el autor de El Proceso, el ser humano es un transcurso que acaba sometido a una Ley irrenunciable, la Lengua, esa esfera virtual que hace que el mundo sea incomprensible para todo el mundo. Pero nuestra lengua, esa que todos llevamos dentro, es una ley ¨ªntima, un terru?o que jam¨¢s debemos desamparar. La Ley, la Lengua, puede obligarnos a olvidar el proceso que somos, y cuando esto ocurre nos vemos ataviados con m¨¢scaras que exageran nuestros rasgos, trajes que distorsionan nuestros cuerpos hasta convertirnos en mu?ecos larguiruchos que barbotean palabras impropias.
Bienvenidos a la Bienal de Venecia, con su comisario estrella, Adriano Pedrosa, actual director del Museo de Arte de S?o Paulo (MASP), quien se acaba de arrogar la condici¨®n originaria de forjar la Lengua Universal del Arte alrededor de un sinf¨ªn de apropiaciones nost¨¢lgicas y de una heroica visi¨®n pastoril del sur global. La 60? edici¨®n tiene como t¨ªtulo Extranjeros en todas partes, una proclama que, para nuestra incredulidad y asombro, acaba de colarse descaradamente por los detectores de seguridad del pensamiento de lo com¨²n, esa filosof¨ªa que sencillamente persigue poder vivir juntos sin dominarnos.
?C¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª? La Bienal de Venecia no es precisamente el lugar donde ¡°ennoblecer¡± el sur global. O s¨ª, pero entonces uno debe estar dispuesto a enfrentarse a la Ley, esa lingua franca que todos copian y casi nadie se atreve a impugnar. Si a mediados del siglo pasado los tent¨¢culos de los servicios de inteligencia estadounidenses necesitaron las revistas de difusi¨®n masiva para dirigir el gusto hacia el consumo del expresionismo abstracto, rob¨¢ndole la cartera a Par¨ªs, ahora Venecia traza su plan Marshall para hacer visibles las artes, artesan¨ªas y otras pr¨¢cticas hist¨®ricas y contempor¨¢neas de los artistas del hemisferio sur. El viejo cuento tiene su segunda parte en C¨®mo el sur global rob¨® la idea de mercado a Occidente.
La bienal de Pedrosa es populista. Su selecci¨®n de 335 artistas ¡ªmuchos, totalmente desconocidos en Occidente y no pocos nacidos en las postrimer¨ªas del siglo XIX¡ª ronda la posibilidad de convertir toda la elocuencia art¨ªstica de las tradiciones folk latinoamericanas, africanas, asi¨¢ticas, de Medio Oriente, Australia y Ocean¨ªa, en una decorativa mancha de Rorschach, lo que ir¨ªa en contra de su prop¨®sito primero: rescatar la brillante ¡°originalidad¡± de estas trabajos del entr¨®pico ¡°estilo internacional¡± que simboliza la Ley euroamericana.
La exposici¨®n invierte la posici¨®n del globo terr¨¢queo: el sur ahora es el norte para hacer otra lectura de la modernidad
Justo al comienzo del recorrido tenemos el primer y m¨¢s perturbador ejemplo de condescendencia institucional: la pintura mural que cubre la fachada del pabell¨®n central, firmada por el colectivo familiar MAHKU (Movimento dos Artistas Huni Kuin), con abstracciones y motivos ramibaranai que estas tribus de la Amazonia pintan tras realizar sus rituales con la ayahuasca, una forma de codificar y transmitir las leyendas y mitos de la tradici¨®n oral a trav¨¦s de representaciones de peces, tortugas y caimanes.
En los d¨ªas previos a la inauguraci¨®n oficial, la familia Huni Kuin pos¨® oportunamente ataviada con sus coloridos trajes y plumas a modo de diademas, mientras atend¨ªa a las televisiones, con el p¨²blico haciendo fotos en lo que parec¨ªa un cromo barato para turistas. Ya en el interior del pabell¨®n central y a lo largo del Arsenale, la sensaci¨®n es de tedio acumulativo. Falta la minuciosa verosimilitud del ritmo de una poes¨ªa o de una historia que merece ser bien contada y contextualizada. Por ah¨ª anda Kafka, porque entre la Ley y las leyes no hay conflicto, sino alienaci¨®n.
Pedrosa pertenece al hemisferio sur, pero su pr¨¢ctica curatorial es convencional. Para su bienal toma el t¨ªtulo de una obra del colectivo art¨ªstico Claire Fontaine, que a su vez se apropia del nombre de otro colectivo turin¨¦s, Stranieri Ovunque, que en los a?os 2000 luch¨® contra el racismo y la xenofobia en Italia. El visitante se topar¨¢ con esta frase hecha con neones de colores en decenas de lenguas, algunas desaparecidas, en los espacios interiores y exteriores de la bienal. Los Claire Fontaine viven en Palermo y se autodefinen como artistas ready made: ¡°Es igual que en el 68 franc¨¦s, cuando se dec¨ªa que todos somos jud¨ªos alemanes¡±, explican tendenciosamente. Querer ser artista hoy equivale a ponerse en una posici¨®n extra?a, semejante a la de cualquier objeto que, de pronto, es declarado obra de arte. El mundo del arte est¨¢ poblado por refugiados m¨¢s o menos pol¨ªticos que vienen de diferentes ¨¢reas profesionales¡±.
Pese a la monoton¨ªa y la simplicidad formal, algunas intervenciones hacen que no demos por perdida esta edici¨®n
La apertura de la Bienal de Venecia coincidi¨® con la noticia de que una patera a la deriva hab¨ªa alcanzado las costas de Brasil con nueve cad¨¢veres de inmigrantes desde ?frica, una desgracia que hace muy dif¨ªcil entender la autoproclamada extranjeridad de Pedrosa, cuando ¨¦l mismo viaja por el mundo con un pasaporte de alto rango (de acuerdo con el ¨ªndice Henley), particularidad que ha querido destacar en su texto del cat¨¢logo, donde tambi¨¦n habla de su pasado como artista, periodista, cr¨ªtico de arte, primer comisario de la historia de la bienal procedente del hemisferio sur y abiertamente queer.
M¨¢s ambicioso que Duchamp y su ready made Fuente (1917), el comisario carioca invierte ahora la posici¨®n cl¨¢sica del globo terr¨¢queo, el sur ahora es el norte, pues su intenci¨®n es hacer una lectura diferente de la modernidad, del otro, aunque en demasiados casos lo que veamos es arte popular y artesan¨ªa (Bordadoras de Isla Negra, Chilean Arpilleristas, Claudia Alarc¨®n & Sil?t, de la comunidad argentina de La Fontana), artistas autodidactas (como la mexicana Aid¨¦e Rodr¨ªguez) y pinturas familiares (de padres que se comparan con las de sus hijos, nietos y esposas) de tres continentes.
La exposici¨®n principal presenta dos bloques interseccionados, con un n¨²cleo hist¨®rico y otro contempor¨¢neo. Los temas principales apuntan a la migraci¨®n sur-norte y la descolonizaci¨®n, con el amontonamiento de sentidos que tiene la palabra ¡°extranjero¡± y c¨®mo se propagan por el cuerpo social: lo queer (con sus figuraciones y abstracciones), el artista autodidacta y el popular, el artista ind¨ªgena, que en su propio pa¨ªs es tratado como alguien extra?o, y tambi¨¦n el arte de mujeres artistas outsiders (son tres y vienen de pa¨ªses europeos: Madge Gill, Anna Zem¨¢nkov¨¢ y Alo?se).
Los formatos que predominan son el textil, la pintura, la cer¨¢mica, v¨ªdeos e instalaciones. Dentro de la monoton¨ªa y simplicidad formal de la mayor¨ªa de los montajes, destacan algunas intervenciones que hacen que no demos por perdida esta edici¨®n. Por ejemplo, el display a modo de zootropo del Archivo de la Desobediencia (un proyecto de Marco Scotini iniciado en 2005) con una cuarentena de v¨ªdeos y pel¨ªculas que resumen medio siglo de t¨¢cticas de resistencia en diferentes culturas del mundo. O el mejor golpe de efecto de Pedrosa, que ha querido reproducir los caballetes de vidrio que la italobrasile?a Lina Bo Bardi cre¨® para exponer las obras de la colecci¨®n del MASP, y que ahora en una gran sala sostienen las pinturas de la di¨¢spora italiana, con muchos nombres ya can¨®nicos y una autora, Ana Maria Maiolino (1942), que en esta edici¨®n recibe el Le¨®n de Oro a su trayectoria junto a la egipcia Nil Yalter (1938).
Y una artista que merecer¨ªamos ver en los museos de todo el mundo: la feminista queer italiana Nedda Guidi (1923-2015), que trabajaba la arcilla modularmente con asombrosa delicadeza y mano de hierro, ya que sus piezas son armas precisas contra el orden patriarcal universal. La demostraci¨®n de que, con muy poco, se llega muy lejos. Por cierto, este a?o en la Bienal de Venecia hay muy pocos chinos.
¡®Foreigners Everywhere¡¯. Bienal de Venecia. Hasta el 24 de noviembre.
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