Azahara Palomeque, escritora: ¡°No es que tenga gusto por las cat¨¢strofes, es que es lo que hemos vivido¡±
La autora regres¨® a Espa?a despu¨¦s de 13 a?os en Estados Unidos, una estancia que marca buena parte de su obra, que incluye poes¨ªa, ensayos, cr¨®nica y su primera novela, ¡®Hurac¨¢n de negras palomas¡¯
¡°Ya estaba harta¡±, dice Azahara Palomeque en una terraza del madrile?o barrio de Lavapi¨¦s. Hab¨ªa pasado 13 a?os en Estados Unidos, estudiando y trabajando en universidades como las de Austin, Pensilvania o Princeton, donde obtuvo un doctorado en Estudios Culturales con una tesis sobre la literatura latinoamericana del exilio. Suena bien, pero la vida personal no acompa?aba.
Una sociedad muy centrada en lo laboral y en la familia nuclear, en la que la vida social se reduc¨ªa muchas veces al networking y en la que costaba forjar amistades profundas. ¡°Tanto que, cuando anunci¨¦ que me iba, algunos compa?eros de trabajo me dejaron de hablar: entendieron que ya no exist¨ªa la posibilidad de obtener nada de nuestra relaci¨®n¡±, cuenta. El click le vino en la pandemia, cuando empez¨® terapia por Zoom con un psic¨®logo espa?ol. La terapia, en realidad, era regresar. Y regres¨®. Y est¨¢ contenta, lo cuenta bajo el sol, tomando una ca?a, contenta de volver a tener afectos profundos, a tener gente. ¡°Me estaba convirtiendo en una amargada¡±.
Palomeque, cordobesa criada en Badajoz, de 37 a?os, vive ahora en el centro de la ciudad andaluza, donde disfruta de las relaciones cercanas, del tejido asociativo, de la vida vecinal. Su pareja, oriundo de New Jersey, tambi¨¦n le est¨¢ cogiendo el gusto. Pero todav¨ªa tiene muy dentro aquella ¨¦poca en la universidad estadounidense, que ahora se levanta contra la masacre en Gaza, en el seno de una sociedad fuertemente proisrael¨ª.
¡°Las universidades se han convertido en instituciones donde priman los intereses de donantes ricos, empresarios, y la seguridad de sus fondos de inversi¨®n. A veces, tienen tambi¨¦n v¨ªnculos claros con Washington. En el momento en que algo hace tambalearse dichos intereses, como unas manifestaciones que reclaman un alto el fuego (y, por tanto, un par¨®n en los beneficios de la industria armament¨ªstica, por ejemplo, o un cuestionamiento del apoyo a empresas israel¨ªes), los centros se apresuran a sofocar esas voces¡±, explica Palomeque.
La cuesti¨®n racial
Su primera novela tambi¨¦n pertenece a esa vida anterior: Hurac¨¢n de negras palomas (La Moderna), un verso de Lorca en Poeta en Nueva York que titula una historia que mezcla las cat¨¢strofes (un hurac¨¢n llamado Omega) con el pensamiento sobre lo social. Tres personajes, tres voces diferenciadas, no poca poes¨ªa: Violet, la hija negra adoptada de dos blancos, una madre de Connecticut y un padre de ascendencia cubana. Por cierto, Ashley, la madre, trabaja para una universidad y su mayor ocupaci¨®n es recaudar fondos de multimillonarios, lo cual le acaba proporcionando un ascenso, lo que guarda relaci¨®n con la descripci¨®n que hace la autora del mundo universitario.
En la novela, el hurac¨¢n desencadena la fractura cultural, las preguntas en el seno de la familia, cuando Violet siente remordimientos por su privilegio al darse cuenta de que su calidad de vida no encaja con ser una persona negra. ¡°Luego ir¨¢ al gueto a tratar de encajar con su gente, pero no encaja porque ha sido socializada en otro ambiente¡±, explica la autora. Las cuestiones raciales est¨¢n muy presentes en la sociedad estadounidense y Palomeque las ha vivido en primera persona, y ha descubierto que en muchas ocasiones son ¡°contextuales¡±: ¡°Yo en Espa?a soy blanca, pero en Estados Unidos se pensaba que era de Oriente Medio: turca, egipcia, libanesa. En el Caribe tampoco era blanca, sino trigue?a, que es blanca pero con el pelo oscuro y una piel que se broncea. Encima mi nombre es ¨¢rabe¡¡±.
Otro de sus obras tambi¨¦n es hija de sus estancias en Estados Unidos, A?o 9, cr¨®nicas catastr¨®ficas de la era Trump (RiL Editores), una serie de textos donde informe y reflexiona sobre la sociedad americana: la desigualdad, las particularidades del urbanismo y sus consecuencias sociales, el precario Estado de Bienestar, el trumpismo o protestas como el Black Lives Matter. ¡°Viv¨ª las protestas por la muerte de George Floyd: ciudades militarizadas, barricadas, comercios tapiados. M¨¢s todos los problemas estructurales que tiene esa sociedad, como que te arruines por pagar facturas m¨¦dicas¡±. En sus libros, como se ve, suelen aparecer cat¨¢strofes. ¡°Pero no es que tenga gusto por las cat¨¢strofes, es que es lo que hemos vivido¡±.
La estancia en Estados Unidos suele ser una experiencia que marca a los autores espa?oles, que genera literatura, v¨¦anse los casos de Antonio Mu?oz Molina, Elvira Lindo, Manuel Vilas o el antes citado Lorca, sin olvidar las cr¨®nicas de Julio Camba y un largo etc¨¦tera: entre la fascinaci¨®n transatl¨¢ntica y la indignaci¨®n socialdem¨®crata. Como provincia, ese imperio ejerce cierto deslumbramiento en los que hemos sido criados bajo el influjo de su poder cultural, sobre todo trav¨¦s de los productos audiovisuales. ¡°Yo he intentado desmitificar Estados Unidos, pero es que se desmitifica solo. Es una sociedad pr¨¢cticamente sin Estado de Bienestar, con problemas grav¨ªsimos como la epidemia de opi¨¢ceos, provocada por la industria farmac¨¦utica con la connivencia de los gobiernos, o un problema brutal de violencia urbana y suicidios. La esperanza de vida est¨¢ bajando, el panorama pol¨ªtico est¨¢ viciado¡¡±, dice la escritora. Una sensaci¨®n de ca¨ªda que se refleja en la pel¨ªcula Civil War, de Alex Garland, que fantasea con una hipot¨¦tica guerra civil en aquel pa¨ªs, idea que buena parte de la poblaci¨®n no descarta.
El futuro abolido
Sobre otras cat¨¢strofes, actuales o por venir, trata el breve ensayo Vivir peor que nuestros padres (Anagrama), donde le da vueltas a la idea del t¨ªtulo y que sobrevuela a la sociedad contempor¨¢nea. Ah¨ª habla de la crisis clim¨¢tica que atenaza a una generaci¨®n y de la frustraci¨®n que genera. Los problemas de salud mental causados por la digitalizaci¨®n, o el miedo a un futuro abolido. ¡°Tengo un amigo escritor que, en sus actividades con ni?os, les pide que dibujen el futuro e inventen un relato. Cuando nosotros ¨¦ramos peque?os pint¨¢bamos coches voladores, ahora lo que pintan son incendios o inundaciones: se est¨¢ desarrollando una imaginaci¨®n catastr¨®fica¡±, dice la autora.
Palomeque empez¨®, como tantos escritores, d¨¢ndole a la poes¨ªa: en su haber tiene poemarios como Curr¨ªculum (RiL Editores, 2022), RIP (Rest in Plastic) (RiL Editores, 2019), o En la ceniza blanca de las enc¨ªas (Isla de Siltol¨¢, 2017). No son un pecado de juventud, de hecho, lo po¨¦tico sigue en sus planes y, es m¨¢s, se contagia a todos sus textos. Por ejemplo, en sus colaboraciones en la secci¨®n de Opini¨®n de este peri¨®dico. ¡°Cuando tienes una voz p¨²blica tienes una responsabilidad social: por eso me gusta practicar la opini¨®n con datos y argumentos, document¨¢ndome, un poco al estilo anglosaj¨®n, no diciendo lo que primero que se me pasa por la cabeza. Hay un periodismo cu?ado, que suele hacer un se?or, que no argumenta, que solo es un ejercicio de testosterona¡±, concluye la escritora.
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