¡®No hemos venido a divertirnos¡¯, de Nina Lykke: una novela sat¨ªrica y estupenda sobre el mundillo de la cultura
La escritora noruega retrata una sociedad literaria llena de jerarqu¨ªas ocultas, cotilleo y endogamia; tiene todos los defectos de un instituto y ninguna de sus virtudes
Knut A. Pettersen, el protagonista de No hemos venido a divertirnos, es un escritor cincuent¨®n que public¨® una novela de ¨¦xito hace 20 a?os y que despu¨¦s ha sacado varios libros con escasa repercusi¨®n. Recibe una sorprendente invitaci¨®n al festival literario de Lillehammer, seguramente porque ha fallado alguien. En la mesa redonda le acompa?ar¨¢n el nuevo marido de su exesposa y una autora de moda que, en su ¨²ltimo libro, le acusa injustamente de haberla acosado. Knut es un hombre aislado, con poco dinero (aunque el ¨¦xito de su libro le permiti¨® comprar una casa en Oslo) y un interlocutor: su vecino Frank, un dise?ador gr¨¢fico que, por otra parte, es inaccesible en los buenos momentos de su ciclot¨ªmico romance con M, un paquistan¨ª casado con su prima y padre de tres hijas. Knut trabaja a veces en una residencia de ancianos y se lleva bien con su exesposa, tambi¨¦n escritora. Tiene poco trato con su hijo y con su padre.
Los lazos familiares y de amistad se debilitan a base de tiempo, distancia, divorcios. Le cuesta escribir; se distrae con v¨ªdeos, temores hipocondriacos, la industria de la envidia y frustraci¨®n de las redes sociales. El mundo literario est¨¢ lleno de jerarqu¨ªas ocultas, cotilleo y endogamia; tiene todos los defectos de un instituto y ninguna de sus virtudes. Los cr¨ªticos (blancos, de clase media) le reprochaban que hablara de la clase media blanca, pero, cuando escribi¨® una novela a partir del testimonio de otra persona, el manuscrito fue rechazado: era perturbador que un blanco escribiera de un paquistan¨ª. La cosa traumatiz¨® tanto al lector de su editorial, nacido en Sri Lanka (tan cerca de Pakist¨¢n como Noruega de Francia), que pidi¨® la baja. Quiz¨¢ su tiempo ha pasado. Y la acusaci¨®n de la escritora no mejora las cosas.
Lykke retrata con habilidad la mente de un hombre que se siente solo y desplazado, y satiriza con eficacia la vacuidad, hipocres¨ªa y estupidez del mundo cultural
Lykke retrata con habilidad la mente de un hombre que se siente solo y desplazado, y satiriza con eficacia la vacuidad, hipocres¨ªa y estupidez del mundo cultural. Aparecen feministas somal¨ªes que llevan hiyab para ¡°provocar a los noruegos¡±, traductores que no hablan la lengua de llegada pero son contratados porque pertenecen a la tribu del poeta que recita, solemnes espect¨¢culos folcl¨®ricos, exposiciones que invitan al p¨²blico a masturbarse y llamamientos oficiales a la transgresi¨®n: ¡°Ahora quiero literatura provocadora. ?Quiero una literatura que haga saltar por los aires las fronteras! ?Una literatura que destroce los mitos y quebrante las normas y rompa con los tab¨²es!¡±, arenga la ministra de Cultura en el Congreso. Esa transgresi¨®n, obviamente, debe respetar unas normas. La literatura provocadora, concluye Knut, es ¡°la que provoca a otras personas que no son las de esta sala¡±. El escenario del Congreso hace pensar en Mona, de Pola Oloixarac, y los personajes recuerdan a Las cosas de la vida, de Lauzier, al Noah Baumbach de Greenberg o al Woody Allen m¨¢s amargo.
La cr¨ªtica de Lykke se centra en las contradicciones, los t¨®picos y los dobles raseros ¡ªpor ejemplo, en la autoficci¨®n, que inventa como los dem¨¢s g¨¦neros, pero apela a la autenticidad, en el erotismo o los juicios morales¡ª y emplea el sentido del absurdo y la parodia. No hemos venido a divertirnos es una novela estupenda, bien armada, divertida y valiente, que retrata de manera admirable una soledad ¨ªntima y un clima cultural.
No hemos venido a divertirnos
Traducci¨®n de Ana Flecha Marco
Gatopardo, 2024
256 p¨¢ginas. 20,95 euros
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