¡®El coronel no duerme¡¯, de Emilienne Malfatto: fresco absurdo de la guerra
El relato de la escritora y periodista francesa, una ¡®nouvelle¡¯ sobre v¨ªctimas, verdugos y colaboradores, es un canto de textura cl¨¢sica en su fondo, audaz en el estilo y ambicioso en el mensaje
Abra la rec¨¢mara. Meta al teniente Drogo acerc¨¢ndose a la Fortaleza Bastiani para vigilar al enemigo que Dino Buzzati perfila, en El desierto de los t¨¢rtaros, como alegor¨ªa a la absurda espera que subyace a toda guerra, a toda vida. A?ada luego Los desastres de la guerra de Goya: la crueldad, el fanatismo, las carnicer¨ªas, el miedo, la violencia, el sufrimiento; todas las derivadas del terror personificadas en individuos concretos, sin ¨¦picas abstractas y mentirosas. Ponga, por ¨²ltimo, la voz ronca y enloquecida del coronel Kurtz en Apocalypse Now grabando cintas sobre el horror, el horror de las guerras que Conrad ya retrat¨®. Cierre la rec¨¢mara. Dispare el ca?¨®n. Lo que sale como una bomba es este texto corto, extra?o, inquietante. Tambi¨¦n brumoso y on¨ªrico. Un libro m¨¢s pintado que escrito; m¨¢s sentido que pensado. Un fresco universal de la guerra. Sobre todo: una reflexi¨®n sobre el papel de verdugo, del pe¨®n que acata y ejecuta lo m¨¢s sucio del trabajo: la tortura. Ese es el foco de El coronel no duerme, un canto de textura cl¨¢sica en su fondo, audaz en el estilo y ambicioso en el mensaje.
La nouvelle comienza con el coronel que llega a la ciudad de un pa¨ªs en guerra para ¡°cortar tajar seccionar romper sajar quebrar arrancar¡±. Esa es su especialidad: interrogar, torturar. Su particularidad es que al llegar la noche nunca puede dormir. Y esa es la an¨¦cdota que despliega esta historia que habla de la Naci¨®n y el Enemigo, de la Larga Guerra y la Reconquista. Habla del peligro de que alguien dude y se pregunte. Del olvido que anhelan las malas conciencias. Del purgatorio mental colonizado por demonios ¡ªv¨ªctimas m¨ªas, verdugos m¨ªos, dice el torturador¡ª que llenan de sombras una cabeza y de fantasmas un pa¨ªs. Habla de algunas leyes de la guerra: matar o que te maten es una. T¨² no cuentas es otra. Habla del discurso autojustificativo: que para salvaguardar la Naci¨®n alguien tiene que meter las manos en la sangre, en las entra?as, en la mierda. Habla del colaborador que no mira para fingir una c¨®mplice ausencia. Habla de todas aquellas palabras con may¨²scula ¡ªNaci¨®n, Causa, Victoria¡ª que eclipsan esa otra que no la lleva: vida.
Emilienne Malfatto, laureada con el Goncourt a la primera novela y con el Albert Londres, ha sido periodista y fot¨®grafa de guerra en Irak. Tiene 35 a?os. Esta novela la escribe con una estructura inteligente: mon¨®logos versificados en primera persona para dar una voz ¨ªntima al torturador, y fragmentos en tercera persona para narrar un mundo gris donde siempre llueve y aquellos que no mueren enloquecen. Malfatto, con comas amputadas, escribe as¨ª: ¡°El vest¨ªbulo est¨¢ desierto. De las altas ventanas llega una tenue luz. Es la hora mostaza la hora mandarina la hora ocre, pero el ocre, como los dem¨¢s colores, ha sido absorbido por la monocrom¨ªa, al igual que el Palacio est¨¢ ba?ado en esa misma luz gris, apenas te?ida de naranja, pistilo de azafr¨¢n devorado enseguida por la ceniza¡±.
Le escribo a Malfatto con tres preguntas simples.
¡ª?Qu¨¦ vio en la guerra?
¡ªVi mucha vida. No me malinterprete: la guerra es abominable y vi muerte, violencia, horrores. Pero no esperaba ver tanta vida, con sus dramas, sus tonter¨ªas y sus alegr¨ªas. Pero ojo: viv¨ª la guerra por decisi¨®n propia. Yo decid¨ª irme a vivir a Irak ¡ªy tambi¨¦n pod¨ªa, si lo decid¨ªa, largarme con mi pasaporte europeo¡ª. Quiero decir con esto que la guerra me afect¨®, claro, pero que no la sufr¨ª, que la viv¨ª desde una posici¨®n extremadamente privilegiada.
¡ª?Qu¨¦ ve en la poes¨ªa?
¡ª?Una raz¨®n para vivir, tal vez? ?Una manera de aliviar las preguntas existenciales? ?Algo que duela y consuele a la vez? Una mezcla de todo eso.
¡ª?Qu¨¦ persigue con el estilo?
¡ªNada. Cuando escribo ficci¨®n no pienso ni persigo nada. Necesito sacar algo de m¨ª, y ya. Es muy instintivo, como una pulsi¨®n.
Esa pulsi¨®n ha dado una peque?a gran obra.
El coronel no duerme
Traducci¨®n de Palmira Feixas
Min¨²scula, 2024
112 p¨¢ginas. 16 euros
El coronel no dorm
Traducci¨®n de Mia Tarradas
Edicions de 1984, 2024 (en catal¨¢n)
128 p¨¢ginas. 16 euros
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