Neil Finn o el pop como un sudoku gigante
La tercera reencarnaci¨®n de los neozelandeses Crowded House confirma a su cerebro, de 66 a?os, como uno de los mejores compositores del ¨²ltimo medio siglo
Neil Finn lleva a?os asumiendo con una mezcla de resignaci¨®n y amargura la certeza de que ninguna de sus nuevas composiciones llegar¨¢ a rozar ni de lejos la popularidad que alcanzaron Don¡¯t Dream It¡¯s Over, Weather With You, Fall At Your Feet o Distant Sun, los mayores ¨¦xitos que firm¨® para Crowded House entre 1986 y 1993 y que cualquier aficionado medio, con la sola lectura de sus t¨ªtulos en esta p¨¢gina, podr¨ªa ponerse a tararear sin dificultad. El lamento del cantante, compositor y guitarrista neozeland¨¦s no proviene tanto de unas ansias de notoriedad que a sus 66 a?os tiene m¨¢s que domesticadas, sino del ¨ªntimo convencimiento de que las musas nunca le han sido esquivas desde que en la posadolescencia ya rubricara I Got You (1980), con mucho la p¨¢gina m¨¢s divulgada de Split Enz. Un grupo que en teor¨ªa lideraba, por estas cosas de la vida, su hermano mayor, Tim Finn.
En una conversaci¨®n de hace 10 a?os con este periodista, Neil Mullane Finn ya se sonre¨ªa ante el ¡°misterio¡± de que ninguna de sus obras fechadas durante el nuevo siglo rivalice en impacto y trascendencia con aquellas que le garantizan la inmortalidad en la historia del pop y aseguran una f¨¦rtil herencia en concepto de derechos de autor a varias generaciones de herederos. ¡°Sospecho que, entre los m¨²ltiples factores que influyen en el ¨¦xito de un tema, ahora mismo ayuda mucho que su firmante sea un rostro nuevo¡±, reflexionaba entonces desde el ¡°orgullo¡± de quien ronda las 250 canciones a su nombre.
Aunque nunca se ha dejado seducir por impulsos comerciales, esta suerte de McCartney de las ant¨ªpodas ha aprovechado que nadie conjuga a su alrededor el verbo ¡°viralizar¡± para seguir haciendo lo que le da la real gana. En solitario, por ejemplo, se estren¨® en 1998 con un ¨¢lbum de t¨ªtulo desafiante, Try Whistling This (intenta silbar esto), en alusi¨®n al car¨¢cter laber¨ªntico de algunas de sus melod¨ªas, y tan pronto se ha escorado hacia la psicodelia (Dizzy Heights, 2014) como decid¨ªa prescindir de guitarras y bater¨ªas en el bell¨ªsimo y apenas divulgado Out Of Silence, de 2017. Entre medias, recuper¨® ocasionalmente su vieja alianza fraternal como The Finn Brothers o se ha permitido una travesura a medias con su hijo Liam Finn (Lightsleeper, 2018), en la que nunca quedaba del todo claro qui¨¦n era el joven y cu¨¢l el mayor. Ah, y le fich¨® ?Fleetwood Mac! para reemplazar al defenestrado Lindsey Buckingham durante la gira de 2018-2019.
En cualquier caso, al hijo predilecto de Te Awamutu, una poblaci¨®n de apenas 14.000 habitantes en la isla norte de Nueva Zelanda, le asociaremos siempre con el nombre de Crowded House. Y ¨¦l, que lo sabe mejor que nadie, ha vuelto a destapar el tarro de las esencias con motivo de la publicaci¨®n de Gravity Stairs, el octavo t¨ªtulo en la guadianesca trayectoria de la banda.
Nadie como ¨¦l es capaz de construir monumentos de cuatro minutos asentados sobre estructuras imposibles de predecir
A los chicos de la casa abarrotada los dimos por finiquitados cuando oficiaron su ¡°concierto de despedida¡± a finales de 1996 en la Casa de la ?pera de S¨ªdney, y su adi¨®s pareci¨® a¨²n m¨¢s irreversible a ra¨ªz del suicidio en 2005 de su bater¨ªa original, Paul Hester, un episodio que a Finn siempre le traumatiz¨® por no ¡°haber comprendido ni advertido¡± la depresi¨®n que padec¨ªa su amigo del alma. Pero la marca reapareci¨® inesperadamente para dos nuevos elep¨¦s, Time On Earth (2007) e Intriguer (2010), que nuestro protagonista hab¨ªa sopesado al principio como trabajos en solitario. La tercera y actual reencarnaci¨®n del quinteto, la que corresponde a Dreamers Are Waiting (2021) y el mencionado Gravity Stairs, apunta maneras m¨¢s s¨®lidas y duraderas. Sobre todo, porque una escucha atenta a esta ¨²ltima entrega, casi un sudoku samur¨¢i de sofisticad¨ªsimo pop barroco, nos coloca ante un autor en estado de gracia.
Puede que la clave radique en el sutil equilibrio de sensibilidades que Finn ha sabido generar a su alrededor. En la actual alineaci¨®n pervive el bajista original, Nick Seymour, como guardi¨¢n de las esencias primigenias, mientras que la irrupci¨®n como teclista del productor Mitchell Froom ¡ªresponsable de ¨¢lbumes de Dylan, McCartney, Elvis Costello, Randy Newman, Bonnie Raitt, Rufus Wainwright, Roy Orbison o Sheryl Crow¡ª aporta el pedigr¨ª, y las conexiones familiares provienen de Liam y Elroy, v¨¢stagos del l¨ªder y responsables de la guitarra y la bater¨ªa, respectivamente. Neil ha generado as¨ª un ecosistema confiable en el que todo es posible: desde la melancol¨ªa crepuscular de ¡®Magic Piano¡¯, elevada a los honores de corte inaugural, al ramalazo africano de ¡®Oh Hi¡¯, los ecos noventeros para ¡®All That I Can Ever Own¡¯ o el vals con mimbres de eternidad que late en esa hermosura titulada ¡®Some Greater Plan (For Claire)¡¯. Ninguno de estos cortes es muy susceptible de tarareo (o silbido), con la probable excepci¨®n del muy refrescante ¡®Teenage Summer¡¯, un t¨ªtulo sugerido in extremis por el nietecito de Neil (la familia, siempre la familia) que en la contraportada a¨²n figura con su denominaci¨®n previa, ¡®Life¡¯s Imitation¡¯.
En ese mundo del pop presidido por la sencillez y en el que ¡ªseg¨²n la cl¨¢sica definici¨®n del cantautor de country Harlan Howard¡ª bastar¨ªan ¡°tres acordes y la verdad¡± para redondear una gran canci¨®n, Neil Finn se ha convertido en el gran arquitecto de las formas inesperadas. Nadie como ¨¦l es capaz ahora mismo de construir monumentos de cuatro minutos asentados sobre estructuras imposibles de predecir. Y nadie como los propios m¨²sicos para admirar esta cualidad. El cantante y compositor Litus, vocalista fetiche del presentador Andreu Buenafuente durante las siete temporadas que permaneci¨® en antena Late Motiv, confiesa como su ¡°aspiraci¨®n m¨¢xima¡± grabar un disco en Nueva Zelanda con Neil Finn como productor. Y asume que ning¨²n creador sabe ahora mismo ¡°conjugar armon¨ªas arriesgadas con melod¨ªas preciosas¡± y establecer el ¡°equilibrio dificil¨ªsimo¡± entre los estribillos alegres y un trasfondo de nostalgia. Nunca resolver el sudoku del pop requiri¨® tanto esfuerzo como a la hora de desentra?ar las partituras del f¨¦rtil sexagenario Neil Mullane Finn.
Crowded House?
Lester/BMG
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