Banville, Dubl¨ªn, la vida
El escritor irland¨¦s, que tambi¨¦n firma como Benjamin Black, publica una mezcla de memoria y autobiograf¨ªa puesta en funci¨®n de su ¨ªntima relaci¨®n con la ciudad
Alguien sentenci¨® una vez ¡ªyo aseguro que fue Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n¡ª que la patria del poeta es la lengua y la del novelista, la ciudad. Y es que la novel¨ªstica contempor¨¢nea, como emanaci¨®n y reflejo de las realidades que hemos vivido en las ¨²ltimas d¨¦cadas, se ha convertido en un relato en esencia urbano, porque los conflictos sociales y las propias vidas de los escritores han devenido cuestiones eminentemente citadinas.
Dif¨ªcil resulta encontrar hoy obras como Pedro P¨¢ramo, Los pasos perdidos, Cien a?os de soledad o La casa verde, cuatro de las piezas m¨¢s significativas de la narrativa hisp¨¢nica de la mitad del siglo pasado en que personajes y escenarios se remitan a espacios rurales, al menos no citadinos, contextos cuya tipicidad depende de su singularidad m¨¢s o menos irrepetible. Se trataba de una literatura que se propuso, adem¨¢s, realizar un intento de definici¨®n ontol¨®gica y gnoseol¨®gica de lo americano, como tambi¨¦n lo busc¨® la obra de Faulkner, por ejemplo. Hoy, en cambio, creo que en la mayor¨ªa de las narrativas contempor¨¢neas acuden al universo urbano y en el propio ejercicio de escritura, fijan la imagen de la ciudad y la tipifican a trav¨¦s de sus elementos f¨ªsicos y espirituales. Y se trata de unas ciudades que cada vez se parecen m¨¢s unas a las otras, porque generan problem¨¢ticas similares, conflictos humanos semejantes, aunque con la necesaria distinci¨®n que implica una pertenencia cultural que ata?e y afecta, por supuesto, tanto a esas problem¨¢ticas sociales y conflictos individuales, como a las caracter¨ªsticas f¨ªsicas del escenario m¨¢s distintivo de la urbe escrita.
Dubl¨ªn, la capital irlandesa, ha sido, sin embargo y desde hace mucho, una ciudad intensamente literaria, y as¨ª, incluso, lo ha reconocido la UNESCO. Quiz¨¢s solo con la obra de James Joyce, con sus relatos de Dublineses y, sobre todo, con los avatares citadinos de Leopold Bloom en las 24 horas en que se desarrolla la trama de Ulises, servir¨ªa para darle esa categor¨ªa. Hay, por supuesto, una ruta Joyce para los visitantes de esa urbe en la que tambi¨¦n vivieron y escribieron, entre otros, los magn¨ªficos Oscar Wilde, Bram Stoker y William Butler Yeats, y donde a¨²n viven y escriben John Banville y su sosias Benjamin Black, el padre del inefable Quirke de sus intrigas policiales.
Entre lo m¨¢s significativo, figuran sus indagaciones sobre el peso de la ni?ez, el (des)amor y las valoraciones de la experiencia y la vejez
Autor de 37 novelas (?c¨®mo se hace para escribir 37 novelas?), 22 de ellas firmadas por John Banville y 15 por Benjamin Black, este es hoy, quiz¨¢s, el m¨¢s notable y reconocido representante de esa potente literatura irlandesa y uno de los autores que, con sus libros, m¨¢s veces ha recorrido las calles, parques, pubs de Dubl¨ªn.
La relaci¨®n de Banville con ese entorno urbano parece haber resultado tan visceral que en 2016 public¨® La alquimia del tiempo. Un memoir dublin¨¦s (que ahora al fin nos llega en versi¨®n castellana gracias a Alfaguara, el sello espa?ol que acoge su obra), una peculiar mezcla de memoria y autobiograf¨ªa, puesta en funci¨®n de la intensa e ¨ªntima relaci¨®n del escritor con la ciudad.
Viaje a la urbe del pasado (reciente y tambi¨¦n remoto) y del presente, y al pasado y al presente del novelista, La alquimia del tiempo es un ejercicio confesional a trav¨¦s del cual el escritor revela los modos en que desde su ni?ez, transcurrida en la localidad de Wexford, se acerc¨®, penetr¨® y se apropi¨® de Dubl¨ªn, la ciudad en que vivir¨ªa y en la cual se desarrollar¨ªa una parte importante de su literatura. Pero no lo hace recreando una memoria afectiva y complaciente, sino m¨¢s bien cr¨ªtica, sard¨®nica (es Banville, es Benjamin Black) hasta con la estructura f¨ªsica del contexto, con su atm¨®sfera y sus personajes, incluidos sus colegas escritores de los cuales, asegura que, en una ¨¦poca, ¡°la ciudad estaba bien servida de impostores, farsantes y poetastros¡±.
Especialmente c¨¢ustico se muestra Banville con el ambiente ideol¨®gico de Dubl¨ªn (reflejo, creo, de todo el pa¨ªs), cuando afirma, por ejemplo, que ¡°la Irlanda de la Era McDaid (la de su juventud) era un lugar mezquino y adverso para cualquiera que tuviera ambiciones art¨ªsticas¡±. Y agrega: ¡°La primera vez que visit¨¦ la Europa del Este a principios de los ochenta (¡) enseguida me sent¨ª espantosamente en casa: ellos ten¨ªan al Partido Comunista controlando la vida de la cuna a la tumba, mientras nosotros ten¨ªamos a la Iglesia Cat¨®lica haciendo exactamente lo mismo¡±. Y los que hemos vivido en sistemas en los que la religi¨®n o la ideolog¨ªa rigen la existencia de los individuos y vigilan la creaci¨®n art¨ªstica, sabemos lo que tales condiciones sociales implican.
El recorrido a trav¨¦s de la ciudad, el tiempo y la memoria sirven a Banville sobre todo para hacer una serie de reflexiones sobre s¨ª mismo que, tal vez, sean lo m¨¢s significativo del texto. Indagaciones como la del peso y trascendencia de la ni?ez en la definici¨®n de la vida del hombre o descubrimientos como el del amor (o el desamor), valoraciones sobre la vejez y la experiencia, revelaciones dedicadas al hallazgo de las posibilidades literarias de la ciudad, todos son asuntos que acompa?an y nutren el viaje existencial de siete d¨¦cadas del escritor y le dan un car¨¢cter m¨¢s profundo a la mirada que esta obra realiza sobre el espacio urbano.
Acompa?ar a John Banville en La alquimia del tiempo y su andar por los lugares de Dubl¨ªn que lo han afectado como individuo y, sobre todo, como escritor, conocer c¨®mo el tiempo trabaja sobre la memoria y la estiliza, nos permite ahora entender mucho mejor la narrativa de este hombre capaz de escribir treinta y siete novelas. Esos libros en los que, con su nombre o con el seud¨®nimo de Benjamin Black, el escritor irland¨¦s nos ha entregado algunas de las obras m¨¢s enjundiosas de la narrativa contempor¨¢nea de lengua inglesa, con esa incesante indagaci¨®n, siempre cr¨ªtica, en las interioridades de la condici¨®n humana. Muchas veces, por supuesto, de la condici¨®n humana a la dublinesa, singular pero a la vez universal en manos de Banville.
La alquimia del tiempo. Un memoir dublin¨¦s
Traducci¨®n de Miguel Temprano Garc¨ªa
Alfaguara, 2024
192 p¨¢ginas. 19,85 euros
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