Eileen Myles, poeta: ¡°La juventud ha entendido hasta qu¨¦ punto mi generaci¨®n le ha jodido la vida¡±
Figura clave de la literatura ¡®queer¡¯, reflej¨® en ¡®Chelsea Girls¡¯, que se acaba de editar por primera vez en espa?ol, una juventud marcada por la poes¨ªa ¡®underground¡¯, el sexo l¨¦sbico y las adicciones. Myles, que se identifica como trans, habl¨® en esta entrevista de su nuevo estatus de icono, del estado de su pa¨ªs y de su voto en estas elecciones
Eileen Myles (Cambridge, Massachusetts, 1949) es un referente de la literatura queer desde que se convirti¨®, all¨¢ por los setenta, en un icono de la vanguardia neoyorquina, reunida en torno a la m¨ªtica St Mark¡¯s Church. En 1992, se lanz¨® a la carrera presidencial contra Clinton, Bush y Ross Perot, en un acto de activismo po¨¦tico que tambi¨¦n era un testimonio de su compromiso con la transformaci¨®n social. Dos a?os m¨¢s tarde, public¨® su obra cumbre, Chelsea Girls, novela autobiogr¨¢fica sobre su juventud como poeta lesbiana y marginal, marcada por el alcohol, las drogas, la poes¨ªa y el sexo, que acaba de recuperar Las Afueras en castellano. Hoy usa el pronombre they y se identifica como persona trans. De viaje por Europa, el fin de semana pasado present¨® este libro en Madrid, donde declam¨® sus poemas en el Museo Reina Sof¨ªa, y Barcelona, donde tuvo lugar este encuentro.
Pregunta. En el libro describe su adolescencia agridulce en el seno de una familia cat¨®lica de clase trabajadora. ?C¨®mo le afectaron esos or¨ªgenes?
Respuesta. De una manera dram¨¢tica. Fue una experiencia muy opresiva, pero tambi¨¦n muy rica en historias de santos, en tormento, culpa e interioridad. Fue terrible, aunque muy ¨²til cuando quieres convertirte en escritor.
P. ¡°No se puede forzar una historia que no quiere ser contada¡±, escribe. ?Qu¨¦ quiere decir con eso?
R. Las historias se despliegan cuando est¨¢n listas. Hay que saber esperar. Cuando sucede, escribir se convierte en una especie de celebraci¨®n.
P. Le cost¨® 13 a?os escribir Chelsea Girls.
R. Yo era poeta y no ten¨ªa costumbre de escribir textos largos. La primera pieza del libro que termin¨¦ fue Pan y agua. Dej¨¦ una hoja de papel en la m¨¢quina de escribir y fui a?adiendo p¨¢rrafos a lo largo de los d¨ªas. Fue como un registro de la vida que llevaba en ese momento. Un a?o despu¨¦s, tuve una idea m¨¢s compleja. Me encantaban las pel¨ªculas de Truffaut, esos relatos sobre el paso a la madurez, y quise hacer algo parecido, pero sobre una mujer. Quise escribir una historia de la humanidad en versi¨®n femenina.
¡°Para m¨ª, el paso a la madurez de las mujeres es la violaci¨®n. Por eso inclu¨ª en el libro mi experiencia¡±
P. El libro se puede leer como una subversi¨®n del coming of age, el cl¨¢sico relato de iniciaci¨®n estadounidense, siempre masculino y heterosexual.
R. S¨ª, todas esas historias en las que un hombre pierde la virginidad con una prostituta gorda, asquerosa y pobre, cuya situaci¨®n no le importa nada al autor. Para m¨ª, el coming of age de las mujeres es la violaci¨®n. Por eso inclu¨ª en el libro mi experiencia.
P. ?C¨®mo logr¨® superarla?
R. Separ¨¢ndome de mi cultura de origen. Viaj¨¦ por Europa y luego viv¨ª en San Francisco, pero no funcion¨®. En Nueva York todo cambi¨®. La gente viv¨ªa de otra manera. Volv¨ª a Boston, mi ciudad natal, un tiempo despu¨¦s y me di cuenta de que ya no pertenec¨ªa a ese lugar. Me hab¨ªa convertido en otra persona sin darme cuenta. Era una especie de fantasma.
P. Milita por preservar los espacios p¨²blicos en Nueva York y contra la tala de los ¨¢rboles. ?Le afecta ver los cambios en la ciudad desde los setenta?
R. Es una ciudad que solo ha tomado malas decisiones. Cuando llegu¨¦, estaba en bancarrota, pero era maravillosa. Era una ciudad rota, lo que significaba que hab¨ªa muchas grietas que pod¨ªamos ocupar. Luego sali¨® a flote a trav¨¦s del sector inmobiliario. Vendieron toda la ciudad, que pas¨® a ser de propiedad ajena. Empeora cada vez m¨¢s. Todo est¨¢ a la venta. Es un lugar que ya ha desaparecido.
P. Describe la pobreza como una experiencia rom¨¢ntica y cool en los setenta. Hoy es todo lo contrario: la riqueza se exhibe todo el rato, incluso por parte de personas que, en realidad, son pobres. ?Se han invertido los valores?
R. S¨ª y no. Hay comunidades de j¨®venes, e incluso de personas de mi edad, que resisten a esa cultura de la riqueza, aunque se sientan atra¨ªdos por ciertos elementos del confort burgu¨¦s. Creo que mucha gente es consciente de que el capitalismo es una monstruosidad que ha reducido nuestras opciones. Antes pon¨ªamos a un pobre en la mesa. Hoy los queremos ver lejos. En los setenta era cool ser poeta. Hoy se ha convertido en una broma.
P. ?Para qu¨¦ sirve la poes¨ªa hoy?
R. Sigue siendo una manera radical de estar en el mundo. Te permite observar algo y darle un sentido distinto. Nunca dir¨ªa algo tan cursi como que la poes¨ªa es una reveladora de verdades, pero creo que expone, reordena y no acepta a las instituciones tal como se nos presentan. No acepta los contenedores en los que nos hacen vivir. Busca otros significados. La prosa, en cambio, contribuye a la mercantilizaci¨®n.
¡°De repente, vemos con gran crudeza lo que Estados Unidos siempre ha sido. Observamos su ca¨ªda y su colapso¡±
P. ?Sigue existiendo la contracultura en EE UU?
R. Lo primero en lo que pienso es en la protesta, que tambi¨¦n es una forma de creaci¨®n. Mucha gente es consciente de que lo que EE UU hace y representa hoy es obsceno. La opresi¨®n se ha vuelto fort¨ªsima por parte del poder pol¨ªtico y econ¨®mico, o en las universidades. La palabra contracultura suena antigua, no s¨¦ si alguien la sigue usando. Pero nos seguimos reconociendo y reuniendo en otros espacios.
P. Hay un desorden en todo lo que escribe, y lo digo como un cumplido. ?Por qu¨¦ esa cualidad ca¨®tica?
R. Cuando estaba en la universidad y asist¨ªa a talleres de escritura, el profesor siempre repart¨ªa una hoja llena de reglas para una buena escritura, todas esas m¨¢ximas a cargo de Henry James o de Ch¨¦jov: ¡°Si un arma aparece colgada de la pared en el primer acto, en el ¨²ltimo debe ser disparada¡±. Yo opino lo contrario. Siento que debe haber cosas rondando en un escrito que no te lleven a ninguna parte. As¨ª es el mundo. Esa es mi forma de convertir la escritura en un espacio real y de oponerme a la prosa m¨¢s convencional. Siempre digo que la prosa es el imperio, y el imperio siempre est¨¢ limpio y ordenado.
P. Pese a esa oposici¨®n, ?se considera estadounidense cuando escribe?
R. Eso dice mi pasaporte. Es el lugar donde nac¨ª.
P. Lo digo porque su obra contiene una idea muy estadounidense: la posibilidad de reinventarse.
R. S¨ª, sigo creyendo en eso, incluso como pa¨ªs. De repente, vemos con una gran crudeza y desnudez lo que este pa¨ªs siempre ha sido. Estamos observando una ca¨ªda y colapso. Como persona que escribe, soy testigo de eso y reflejo la posibilidad de un cambio.
P. Desde hace unos a?os, utiliza el pronombre they. ?Cambiar de identidad pasados los 70 a?os es asumir el yo como una entidad en evoluci¨®n constante?
R. Pocas personas de mi edad lo hacen, salvo las que emprenden una transici¨®n literal. El discurso p¨²blico ha cambiado y te confiere un lenguaje para verte de formas que antes no pod¨ªas expresar. Cuando me impliqu¨¦ en la serie Transparent, Jill Soloway [su responsable y expareja de Myles] empez¨® a utilizar el pronombre they. Al principio, me pareci¨® inc¨®modo y poco intuitivo. Pero me record¨® a la Biblia, a ese momento en que los demonios dicen: ¡°Me llamo legi¨®n¡±. Sin comprenderlo del todo, creo que s¨ª entend¨ª, ya al leerlo de ni?a, esa pluralidad del ser.
P. De joven tuvo problemas de adicciones, rob¨® y trafic¨® con drogas. ?Se arrepiente de algo?
R. No, de nada. He tenido mucha suerte, porque podr¨ªa haber muerto. No tom¨¦ mucha hero¨ªna, pero pudo acabar conmigo. Compart¨ª jeringas con desconocidos que, por fortuna, no ten¨ªan el VIH o la hepatitis C. Lo m¨ªo ha sido pura suerte.
P. No le gusta calificar sus libros de autoficci¨®n. ?Cu¨¢les son sus cr¨ªticas al g¨¦nero y d¨®nde traza usted la l¨ªnea entre ficci¨®n y no ficci¨®n?
R. No uso las palabras autoficci¨®n ni memoir, me parecen afectadas y sentimentales. La autoficci¨®n es una manera de pon¨¦rselo f¨¢cil al lector y una mera estrategia de marketing. Hace unos a?os, el escritor James Frey firm¨® unas supuestas memorias sobre sus adicciones y, cuando se descubri¨® que se lo hab¨ªa inventado todo, fue todo un esc¨¢ndalo. Oprah Winfrey, que lo hab¨ªa seleccionado para su club de lectura, estaba devastada. ?Qu¨¦ esperaban? Los escritores somos as¨ª: una panda de mentirosos y ladrones.
P. Ser queer en los ochenta era, objetivamente, m¨¢s dif¨ªcil que ahora. Sin embargo, el libro captura una gran sensaci¨®n de libertad, ligada a una sexualidad casi clandestina.
R. Depende del punto de vista que adoptes. Siempre he considerado mi identidad queer, aunque ahora me identifique m¨¢s como trans, como el centro y no la periferia. He invertido los t¨¦rminos y lo he considerado la norma, aunque no me guste esa palabra. Nunca he aceptado ser ¡°el otro¡±.
¡°Sent¨ª alegr¨ªa cuando Kamala Harris interrumpi¨® la procesi¨®n de Biden, pero luego me pareci¨® todo muy Leni Riefenstahl¡±
P. Desde la reedici¨®n de Chelsea Girls y el ¨¦xito de Transparent, en la que inspir¨® uno de los personajes, su nombre es conocido. ?Qu¨¦ cambia ser mainstream cuando se ha sido marginal?
R. S¨ª, ahora tengo una carrera. La pregunta es qu¨¦ haces con ello. ?Lo usas solo para tu confort? Yo he intentado usar mi reputaci¨®n para luchar por causas como salvar un parque en Nueva York o defender a Palestina. Eso dota mi vida de un car¨¢cter radical. De acuerdo, ahora tengo una segunda residencia en Texas y un coche h¨ªbrido, he adquirido privilegios. Pero quiero usar mi nombre por esas causas. Si me invitas a un acto, voy a hablar de Palestina. Puede que no sea gran cosa, pero tampoco lo hace todo el mundo.
P. Muchos escritores y artistas, de Maggie Nelson de Kim Gordon, consideran que es usted un referente. ?Siente que ha sido objeto de una canonizaci¨®n?
R. Un poco. Pero nunca he ganado un premio importante en mi pa¨ªs. Me dicen que soy un tesoro nacional, pero... ?d¨®nde est¨¢ mi beca MacArthur? Hace poco, The New Yorker me encarg¨® un art¨ªculo sobre el famoso viaje de Thoreau a Cape Cod. Me sent¨ª honrada, por fin esas revistas prestigiosas me hac¨ªan caso. Al final, rechazaron mi texto y no lo publicaron. Me dijeron que era po¨¦tico y que estaba muy bien, pero que ellos no publicaban cosas as¨ª. Me pagaron m¨¢s por no publicarlo de lo que me pagan otras revistas por hacerlo, pero pens¨¦ que a¨²n queda mucho para mi canonizaci¨®n.
P. ?Por qu¨¦ cree que lo rechazaron?
R. Porque hablaba de mi cuerpo y de mis pies. Y tal vez porque dije que Thoreau era gay.
P. En Chelsea Girls escribe sobre la primera mujer que puso su cabeza entre tus piernas y el placer absoluto que sinti¨®. ¡°Estuve dispuesta a sacrificarlo todo por ese momento¡±, asegura. ?El deseo ha sido un motor en su vida y en su escritura?
R. S¨ª, absolutamente. Durante mucho tiempo dije que el sexo era lo m¨¢s importante para m¨ª. Cuando eres joven, es lo m¨¢s importante del mundo. Y ya no puedo decir eso ahora, no creo que sea cierto. El sexo ahora es diferente y ya no puedo escribir sobre ese tema de la misma manera que en los ochenta. Es un desaf¨ªo de escritura, un nuevo rompecabezas que resolver.
P. Sus declaraciones p¨²blicas reflejan un fuerte apoyo a Palestina, incluso en tiempos en que no era tan com¨²n en su pa¨ªs.
R. En 2017, visit¨¦ Palestina junto a otros escritores, como Ta-Nehisi Coates. Aunque fuera un viaje de propaganda, lo que vi all¨ª es algo que jam¨¢s olvidar¨¦. Creo que las pr¨®ximas elecciones en EE UU ser¨¢n un refer¨¦ndum sobre este tema. Tengo curiosidad por ver cu¨¢ntas personas votar¨¢n por el Partido Verde, que es el ¨²nico que defiende abiertamente esa causa.
¡°Pienso que votar¨¦ por los Verdes. La derecha me parece horrible, por supuesto, pero los dem¨®cratas son de una mediocridad catastr¨®fica¡±
P. ?Por qui¨¦n votar¨¢ usted?
R. En este momento, pienso que por los Verdes, aunque su candidata, Jill Stein no me caiga demasiado bien, pero s¨ª me gusta lo que representa.
P. Entiendo que no es fan de Kamala Harris.
R. Tuve un breve momento de alegr¨ªa cuando interrumpi¨® la procesi¨®n de Biden, pero luego me pareci¨® todo muy Leni Riefenstahl: ah¨ª estaban, los dos, el patriarca junto a una incre¨ªble mujer negra riendo a carcajadas. Me pareci¨® una forma de cubrir todos los flancos. Nada m¨¢s que un agradable vac¨ªo.
P. En el pasado, apoy¨® a Hillary Clinton frente a Bernie Sanders, que le parec¨ªa ¡°un chiste¡±.
R. Mirando atr¨¢s, deb¨ª haber apoyado a Sanders, con quien tengo m¨¢s afinidad. En su momento, lo ve¨ªa como un congresista ineficaz, mientras que Clinton fue bastante eficaz en asuntos internos, como salud p¨²blica y vivienda. Ahora, la derecha me parece horrible, por supuesto, pero los dem¨®cratas son de una mediocridad catastr¨®fica y son incapaces de liberarse de la estructura corporativa.
P. ?Sigue creyendo en la revoluci¨®n?
R. Depende de qu¨¦ definamos como revoluci¨®n. Si hablamos de un cambio masivo en las conciencias, s¨ª conf¨ªo en ello. Creo que la juventud ha comprendido lo mucho que mi generaci¨®n les ha jodido la vida. Se desregul¨® todo, la educaci¨®n se volvi¨® prohibitiva y sus vidas se volvieron imposibles. ?Tengo esperanza? S¨ª, pero el cambio requerir¨¢ la invenci¨®n de nuevas instituciones. La revoluci¨®n ser¨¢ darnos cuenta de la inmediatez de lo que se nos viene encima y de hasta qu¨¦ punto depende de uno busco encontrar una soluci¨®n. Entramos en un tiempo muy dif¨ªcil.
P. Si volviera a presentarse hoy a la Casa Blanca, como en su famosa performance de 1992, ?qu¨¦ defender¨ªa?
R. Yo desfinanciar¨ªa a la polic¨ªa, har¨ªa la universidad gratuita, har¨ªa el transporte gratuito, invertir¨ªa la econom¨ªa y la convertir¨ªa en apoyo a la sociedad. Luchar¨ªa contra la pobreza. Pondr¨ªa el dinero en la alimentaci¨®n y el bienestar. Eso ser¨ªa lo que har¨ªa.
P. ?Y ganar¨ªa con semejante programa?
R. Probablemente no. Pero supongo que estamos siendo ut¨®picos. As¨ª que, s¨ª, ganar¨ªa. Y de goleada.
Chelsea Girls
Las Afueras, 2024. 288 p¨¢ginas. 22,95 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.