El sonido de los Estados Desunidos de Am¨¦rica: las bandas sonoras de Donald Trump y Kamala Harris
Las dos visiones contrapuestas para el futuro del pa¨ªs de las campa?as dem¨®crata y republicana tambi¨¦n tienen su reflejo en la m¨²sica que acompa?a a los candidatos
Sucedi¨® el lunes en un lugar llamado Oaks en el, ya saben, muy decisivo Estado de Pensilvania. Donald Trump estaba a mitad de un acto en el que respond¨ªa a las preguntas de la audiencia. Hac¨ªa calor en la sala. La indisposici¨®n de un asistente oblig¨® a parar, y para amenizar la espera, el p¨²blico enton¨® God Bless America, tal vez la peor canci¨®n de Irving Berlin. El candidato pidi¨® escuchar el Ave Maria. Al poco, un segundo simpatizante se encontr¨® mal y regres¨® la ayuda. As¨ª que Trump pidi¨® de nuevo el c¨¦lebre Lied de Schubert, pero esta vez, rog¨®, en su versi¨®n favorita, la de Pavarotti: ¡°?Pa-bba-ra-ttii!¡±, exclam¨®. Y luego: ¡°?Qui¨¦n quiere o¨ªr preguntas si podemos escuchar m¨²sica?¡±.
Lo que sigui¨® fue uno de los momentos m¨¢s delirantes de una de las campa?as m¨¢s locas que se recuerdan. Trump dej¨® sonar durante 39 minutos una playlist mientras se balanceaba, t¨ªmidamente a ratos, con m¨¢s convicci¨®n despu¨¦s. Tambi¨¦n ensay¨® su baile favorito: pu?os cerrados, flexi¨®n leve de rodilla, uno-dos, uno-dos. Cayeron, entre otros, Andrea Bocelli, James Brown gimiendo ¡°este es un mundo de hombres¡±, Sin¨¦ad O¡¯Connor, el Hallelujah de Rufus Wainwright, November Rain, balad¨®n de Guns N¡¯Roses y Y. M. C. A., de Village People.
La performance aliment¨® horas de televisi¨®n al d¨ªa siguiente, as¨ª como las dudas de si aquel episodio no estar¨ªa revelando problemas de ¡°claridad mental¡± del candidato, a sus 78 a?os y tras la retirada de Joe Biden, el m¨¢s viejo de la historia. En lo que nos interesa, sirvi¨® como met¨¢fora del ¨ªntimo v¨ªnculo que se establece cada cuatro a?os entre la m¨²sica y las campa?as presidenciales estadounidenses.
En estas elecciones, m¨¢s que nunca, cada aspirante tiene su canci¨®n, y cada canci¨®n env¨ªa su mensaje. Y conviene escoger bien, como saben Hillary Clinton y la cantante Rachel Platten, que podr¨ªa decirse que perdieron juntas las elecciones de 2016.
A Trump le gusta salir a escena acompa?ado de God Bless the USA, del cantante de country Lee Greenwood. No solo eso: como saben bien los asistentes a la Convenci¨®n Nacional Republicana de Milwaukee, en la que Greenwood se pas¨® los d¨ªas firmando biblias, al expresidente tambi¨¦n le gusta escucharla hasta el final. Cuantas veces haga falta. Grabada en 1984, es material reciclado: ya son¨® en la campa?a de Ronald Reagan de aquel a?o. Como el eslogan Make America Great Again, Trump la tom¨® prestada al cuadrag¨¦simo presidente tiempo despu¨¦s.
Cuando Kamala Harris cogi¨® el relevo de Biden, el sensacional e inesperado despegue de su candidatura tuvo de banda sonora de Freedom, de Beyonc¨¦, que dio permiso para que la vicepresidenta la usara. El contraste entre esa en¨¦rgica actualizaci¨®n del himno por los derechos civiles, ese subg¨¦nero de la m¨²sica negra, y la balada patri¨®tica de alguien orgulloso de ser americano, ¡°de Minnesota a las colinas de Tennessee¡±, dice mucho sobre a qu¨¦ clase de Estados Unidos est¨¢ hablando cada candidato a la Casa Blanca.
El republicano J. D. Vance y el dem¨®crata Tim Walz, aspirantes a la vicepresidencia, tambi¨¦n escogieron ya en la vasta gramola de la m¨²sica popular. Merle Haggard escribi¨® America First, otro eslogan del trumpismo, en 2005, como protesta contra la guerra de Irak de George Bush hijo. Y ahora Vance la escucha cuando sale en los m¨ªtines con la misma incomodidad social que hace todo lo dem¨¢s en sus apariciones p¨²blicas. Si el usuario que lleva su nombre en Spotify es realmente ¨¦l y no alguien que, por lo que sea, ha decidido juntar seis playlists para hacerse pasar por ¨¦l, entonces no parece que el country forajido de Haggard sea su g¨¦nero favorito. ?l (o quien sea que se haga pasa por ¨¦l) es m¨¢s de soul y de organizar su biblioteca por prop¨®sitos: m¨²sica para correr (rock e indie rock), para escuchar de buena ma?ana (folk y derivados) o para cocinar (un poco de todo).
En cuanto a Walz, su imagen de tipo corriente la subraya una elecci¨®n obvia, pero efectiva: Small Town, de John Mellencap. Porque s¨ª, el gobernador de Minnesota naci¨® en un peque?o pueblo del Medio Oeste (Valentine Nebraska, poblaci¨®n: 2.607) y tal vez, como el tipo orgulloso de sus limitaciones de la canci¨®n, muera tambi¨¦n en un peque?o pueblo. Mellencap, que es de Indiana, puro Midwest, es un h¨¦roe del Heartland Rock, estilo surgido ¡°no por casualidad, al mismo tiempo que el declive de la revoluci¨®n industrial, en los ochenta, cuando las f¨¢bricas del Medio Oeste comenzaron su crisis econ¨®mica y de identidad¡±, escribe el cr¨ªtico cultural de Ohio David Giffels en The Hard Way on Purpose, su libro de ¡°ensayos y despachos del Cintur¨®n de ?xido¡±.
Esa identidad se basaba en ¡°el mito de trabajo duro y valores sencillos y en el denim-como-met¨¢fora¡± (una met¨¢fora que abriga a Mellencap en la portada de Scarecrow, disco de 1985 que contiene Small Town). ¡°Y s¨ª, aspir¨¢bamos a tener nuestros propios bardos¡±, contin¨²a Giffels, ¡°y que al menos fueran tipos con los que pudi¨¦ramos sorber cerveza proletaria fr¨ªa, que nos deleitaran con ideales de huida (a bordo de coches potentes), lealtad (pap¨¢ trabajaba en una f¨¢brica) y romance (la rubia oxigenada que observaba con atenci¨®n en el videoclip el punteo de guitarra)¡±.
Por ese af¨¢n de identificaci¨®n ¡ªy dado el lugar, entre el populismo, el culto a la autenticidad y el antiintelectualismo¡ª a que la cultura de masas y la vida americana parece haber relegado a la m¨²sica, Harris hace una discreta exhibici¨®n de su verdadera pasi¨®n. Beyonc¨¦ es una de las artistas m¨¢s famosas del mundo, y Taylor Swift, mes¨ªas de todo lo anterior, la ha apoyado (y por eso ahora Trump la ODIA, con may¨²sculas), pero parece que lo de la vicepresidenta es m¨¢s que nada el jazz, a juzgar por sus memorias y tras escuchar el discurso de aceptaci¨®n de su designaci¨®n como candidata dem¨®crata, en el que habl¨® de Miles (Davis) y de (John) Coltrane.
Hace un a?o y medio, Harris se dio una vuelta por el norte de Washington para apoyar el peque?o comercio, y ech¨® un rato en HR, que es una de las mejores tiendas de la ciudad y por entonces la ¨²nica de propiedad afroamericana. Compr¨® un par de discos sobresalientes (Porgy & Bess, la adaptaci¨®n de la ¨®pera de los Gershwin de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, y Everybody Loves the Sunshine, de Roy Ayers), adem¨¢s de una obra maestra: Let My Children Hear Music, de Charles Mingus, que no es una opci¨®n obvia.
A los pocos d¨ªas, mucho antes de que este verano el v¨ªdeo en el que la vicepresidenta compart¨ªa sus hallazgos con una periodista se convirtiera en viral, pregunt¨¦ a Charvis Campbell, due?o de HR, si dir¨ªa que hab¨ªa estado ante una verdadera aficionada o si todo no era m¨¢s que pose. Campbell, que es un hombre lac¨®nico, respondi¨®: ¡°Esa mujer sabe de lo que habla¡±.
En la convenci¨®n dem¨®crata de Chicago no son¨® jazz, pero subieron al escenario Pink, estrella del pop feminista de los noventa venida a menos, Stevie Wonder, Patti Labelle, The Chicks, Common o John Legend. Tambi¨¦n son¨® un extraordinario medley con el que un dj con recursos fue presentando a cada uno de los estados y territorios de ultramar con una canci¨®n relacionada con esos lugares (y si se est¨¢ preguntando c¨®mo demonios se las apa?¨® con las Islas Marianas del Norte, sepa su orograf¨ªa monta?osa le llevo a escoger Ain¡¯t No Mountain High Enough, de Marvin Gaye y Tammi Terell). En sus m¨ªtines, la candidata opta por el soul, el rap y el r & b, y en la selecci¨®n predominan los temas recientes y las artistas femeninas. En la escena de jazz predominan quienes han apoyado su candidatura (aunque no haya trascendido; ya se sabe a los medios no les importan los m¨²sicos de jazz). Cuenta adem¨¢s con respaldos mucho m¨¢s provechosos: Swift, Bruce Springsteen (otro al que Trump ODIA), Megan Thee Stallion, Billie Eilish, Cardi B y un largo etc¨¦tera.
En la convenci¨®n republicana subi¨® al escenario Kid Rock, estrella del rap metal machista de los noventa venida a menos, y dos bandas se turnaron para tocar en directo cl¨¢sicos de Steely Dan, Lynyrd Skynyrd o Thin Lizzy. Tambi¨¦n son¨® varias veces Hold On, I¡¯m Coming, de Sam & Dave, tema que lleva dos a?os empleando Trump para avisar de sus intenciones de regresar a la Casa Blanca (¡±no impacientaos, que llego¡±). En cuanto a la lista de m¨²sicos que lo apoyan ¨Dde M. I. A. a Kanye West y de Jason Aldean al reggaetonero Anuel AA¨D rivaliza con la de aquellos que le le han prohibido usar sus canciones: ABBA, Adele, Aerosmith, A-HA y The Animals son solo aquellos cuyo nombre empieza por la letra ¡°a¡±.
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