La aclamaci¨®n de Harris desde dentro: mujeres de blanco, nervios por Beyonc¨¦ y c¨®mo decir Kamala
La vicepresidenta de EE UU clausura una at¨ªpica Convenci¨®n Dem¨®crata tan solo 32 d¨ªas despu¨¦s de la renuncia de Biden en una jornada en la que pes¨® la ausencia de la cantante
E. J. Scott, delegada afroamericana de Virginia, se ci?¨® a las sugerencias estil¨ªsticas de la velada de clausura de la Convenci¨®n Nacional Dem¨®crata de Chicago, el fenomenal espect¨¢culo que sirvi¨® este jueves para que Kamala Harris aceptara la designaci¨®n de su partido como candidata a la Casa Blanca con un discurso en horario de m¨¢xima audiencia en el que prometi¨® que ser¨¢ una ¡°presidenta para todos los estadounidenses¡±.
A Scott le hab¨ªan pedido que se pusiera de punta en blanco como un homenaje a las sufragistas que lograron el derecho al voto y para subrayar la ¡°ilusi¨®n¡± que genera la sola idea de que una mujer pueda convertirse en noviembre en la primera presidenta en los 248 a?os de historia de esta rep¨²blica. Y as¨ª lo hizo: Scott se present¨® en el estadio de baloncesto de los Chicago Bulls ¨Ddonde se celebr¨® esta semana el c¨®nclave dem¨®crata¨D vestida con falda, camisa, botas y sombrero de cowboy blancos.
El toque vaquero lo a?adi¨®, dijo, como un homanaje extra a Beyonc¨¦, cuya ausencia, ay, protagoniz¨® la noche. Tambi¨¦n en virtud de un simbolismo que resultar¨¢ familiar a los fans de la cantante. ¡°Hay que salvar este pa¨ªs¡±, advirti¨® Scott horas antes del discurso de la vicepresidenta Harris, ¡°y yo me he imaginado a Kamala cabalgando a lomos de un caballo blanco para cumplir con esa misi¨®n¡±.
Tras d¨ªas de especulaciones en torno a un posible descendimiento en carne mortal de Beyonc¨¦ desde los cielos de Chicago, no hubo finalmente rastro de la artista, una de cuyas canciones, Freedom, se ha convertido en el himno de la campa?a de Harris. Al final, el p¨²blico tuvo que conformarse con el consuelo de que Texas Hold¡¯ Em, reciente incursi¨®n de la cantante tejana en el country, sonara al principio de la jornada, mientras los delegados, repartidos por la cancha de baloncesto del equipo de Michael Jordan y el primer anillo de las gradas, bland¨ªan unas banderitas de Estados Unidos como quien deshojaba la margarita de si finalmente la cantante aparecer¨ªa o no; una web de chismes se lanzaba a publicar que s¨ª, que tocar¨ªa, y otra, especializada en informaci¨®n de Hollywood, titulaba, tras hablar con su representante, que no, que no lo har¨ªa.
Resulta, les dijo ese portavoz, que ¡°nunca estuvo previsto que la cantante actuara¡±. Y entonces, tanta expectaci¨®n frustrada dio para pensar si el Comit¨¦ Nacional Dem¨®crata no habr¨ªa jugado a sabiendas con los nervios y las ilusiones de los fans de Beyonc¨¦ para asegurarse que la audiencia permanecer¨ªa pegada a sus pantallas durante las algo m¨¢s de cinco horas que dur¨® uno de esos espect¨¢culos que solo saben montar en Estados Unidos.
Freedom tambi¨¦n acompa?¨® la salida al escenario de la candidata, que, oh, sorpresa, se produjo en hora, tras cuatro d¨ªas de retrasos y promesas cronol¨®gicas rotas. Lo hizo ¨Dno de blanco, sino vestida de oscuro, como de costumbre¨D caminando con parsimonia, casi a c¨¢mara lenta, como si llevara toda la vida esperando ese momento y no hiciera tan solo 32 d¨ªas desde que Joe Biden anunci¨® en X por sorpresa que cejaba en su empe?o de buscar la reelecci¨®n y que apoyaba la idea de que Harris lo sucediera en la contienda en las urnas contra el republicano Donald Trump. Todo lo que vino despu¨¦s ¨Dla lluvia de millones de donaciones, el cierre de filas del partido en torno a la vicepresidenta, el revolc¨®n a las encuestas y el entusiasmo y la energ¨ªa desbocados que se han vivido estos d¨ªas en Chicago¨D era ciertamente poco previsible. Pero cuando a las 21:44 Harris pronunci¨® las palabras con las que acept¨® la designaci¨®n del partido, todas las piezas del puzle parecieron encajar s¨²bitamente.
El d¨ªa del aniversario
Tras recibir una ovaci¨®n ensordecedora de unos cuatro minutos, Harris dio las gracias a su marido, Doug Emhoff ¨Dprecisamente este jueves era el d¨ªa en el que celebraban su aniversario¨D; a Joe Biden, por la confianza y el trabajo compartidos; y a Tim Walz, gobernador de Minnesota, a quien ha escogido como aspirante a la vicepresidencia. La candidata se lanz¨® entonces a un repaso de su biograf¨ªa tan fiel que a ratos pareci¨® que les hab¨ªa dado a los t¨¦cnicos del teleprompter el primer cap¨ªtulo de sus memorias, del que repiti¨® an¨¦cdotas, consejos de su madre y hasta las referencias musicales sobre los gustos que hered¨® del padre: ¡°Aretha [Frankin], Miles [Davis] y [John] Coltrane¡±. [Ser¨¢ tarea de los verificadores de datos comprobar si en la historia de las convenciones de los dos partidos se pronunciaron alguna vez los nombres de Coltrane y Davis, leyendas del jazz, pero parece poco probable].
La noche estuvo por lo dem¨¢s plagada de m¨²sica. Actu¨® la diva del pop de los noventa Pink (que ciertamente no arrastra hoy por hoy las masas que congrega Taylor Swift, con cuya participaci¨®n tambi¨¦n se hab¨ªa especulado), y a las 20:00 las integrantes de Chicks, banda de country anteriormente conocida como Dixie Chicks, nombre que acortaron por sus connotaciones racistas, se apuntaron toda una proeza: entonar a tres voces el arm¨®nicamente endiablado himno americano.
Su intervenci¨®n marc¨® el inicio del tramo de la velada en horario de m¨¢xima audiencia, y el espect¨¢culo registr¨® uno de sus momentos ¨¢lgidos con la entrada de la actriz Kerry Washington, famosa por su intervenci¨®n en Scandal, serie pol¨ªtica de enredos en la Casa Blanca.
¡°S¨¦ que mucha gente estar¨¢ ahora mismo en las redes sociales pidiendo que me calle, que me dedique a interpretar y no a hablar. Pero no estoy aqu¨ª como actriz, sino en calidad de hija, de madre, de orgullosa sindicalista, de nieta de inmigrantes y de mujer negra descendiente de esclavos, para recordaros que cuando Nosotros, el pueblo nos empe?amos, somos capaces de hablar con una sola voz¡±. A continuaci¨®n, Washington dio paso a dos sobrinas nietas de Harris, Amara y Leela, a las que pidi¨® que la ayudaran a ense?ar c¨®mo se pronuncia Kamala (comma-la) al mundo, pero sobre todo ¡°a aquellos a quienes les cuesta o fingen que les cuesta hacerlo¡±, anunci¨®, en referencia, claro estuvo, a Trump, que se ha mofado repetidamente en las ¨²ltimas semanas del exotismo del nombre de pila de su rival. ¡°La confusi¨®n se disculpa, la falta de respeto, no¡±, agreg¨® Washington.
Un estadio abarrotado
Chicago hab¨ªa despertado por la ma?ana presa de la expectaci¨®n por las estrellas del pop que finalmente no brillaron y al borde de un ataque de nervios tras casi una semana de cortes de calles y tr¨¢fico infernal. Los asistentes a la convenci¨®n llegaron al per¨ªmetro mucho antes que en d¨ªas anteriores para evitar el riesgo de perderse el gran acontecimiento. Una butaca libre en las gradas fue r¨¢pidamente el bien m¨¢s preciado en un estadio abarrotado.
Entre las distintas delegaciones, organizadas por territorios en la cancha, llamaban la atenci¨®n los representantes del Estado de Washington y sus sombreros de cowboy con lucecitas. O los de Illinois, que jugaban en casa y estrenaron unos gorros azules de lentejuelas del Todo a 100 a los que muchos no hab¨ªan tenido tiempo ni de quitarles las etiquetas.
El hecho de que el n¨²mero de delegados dem¨®cratas (unos 4.600) pr¨¢cticamente doble a los del Partido Republicano hizo especialmente compleja la log¨ªstica durante toda la convenci¨®n. Esas complejidades llegaron a su paroxismo el jueves, d¨ªa en el que los encargados de la seguridad del evento clausuraron el estadio al final de la tarde e incluso cerraron a cal y canto durante un par de horas el acceso a la cancha, un acceso que lo daban unas acreditaciones de color naranja, el tono m¨¢s buscado del frondoso pantone de las credenciales de la convenci¨®n.
Mientras se pudo bajar al parqu¨¦, los periodistas e invitados se vieron empujados (literalmente) a una procesi¨®n mendicante, obligados a moverse sin rumbo claro por los angostos pasillos para evitar su gangrena y para dejar pasar a unos voluntarios con una misi¨®n aparentemente vital; corr¨ªan de un lado a otro con los carteles para que el p¨²blico pudiera mostrarlos sucesivamente en la retransmisi¨®n televisiva. Estos fueron cambiando sus mensajes seg¨²n fue evolucionando la cosa: de los que dec¨ªan ¡°U-S-A¡± o los de ¡°Cuando luchamos, ganamos¡±, eslogan de la campa?a, hasta, finamente, las pancartas alargadas con palo incluido y una sola palabra, ¡°Kamala¡±, que formaban una tupida manta azul cuando la candidata sali¨® a hablar.
Eva Longoria: ¡°s¨ª, se puede¡±
Fuera, los pasillos rebosaban de gente yendo y viniendo: invitados ya con las caras cansadas despu¨¦s de tanto entusiasmo y tanta unidad de la coalici¨®n dem¨®crata y famosos deseados (como el actor de Iron Man Don Cheadle) y forasteros que no eran bien recibidos aqu¨ª (Vivek Ramaswamy, tambi¨¦n llamado ¡°el millonario antiwoke¡±, que se dio a conocer al presentarse a las primarias republicanas). Entre tanto, el fil¨®sofo y candidato de un irrelevante tercer partido Cornel West se escabull¨ªa por una de las salidas. Y si la actriz Eva Longoria puso a la multitud a hablar en espa?ol (les ense?¨® a decir ¡°s¨ª, se puede¡±), la estrella de los Golden State Warriors de San Francisco, Stephen Curry ¨Dque ven¨ªa de ganar la medalla de oro para Estados Unidos en los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs¨D intervino a trav¨¦s de las pantallas del estadio. A buen seguro, el baloncestista nunca se llev¨® una ovaci¨®n tan cerrada en una cancha ajena como la que cosech¨® este jueves.
Aunque el griter¨ªo que amenaz¨® con hacer saltar por los aires los t¨ªmpanos de quienes estaban a pie de cancha fue el que lleg¨® al final, cuando, terminado el discurso de Harris, salieron a felicitar a la candidata su marido, Doug Emhoff, junto a Walz, su compa?ero de papeleta electoral, y la esposa de este. Entonces, los globos que llevaban toda la semana suspendidos en el techo del estadio esperando su turno para ser soltados, como dicta la tradici¨®n, empezaron su lento descenso entre explosiones de confeti. Abajo, los delegados los esperaban con los brazos abiertos para entregarse a un juego con un punto s¨¢dico que puso fin a una semana que les costar¨¢ olvidar: explotar el mayor n¨²mero de globos rojos, blancos y azules posible.
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