Los senderos de la memoria a trav¨¦s de las rutas migratorias
A lo largo de seis meses el fot¨®grafo Raymond Meeks sigui¨® el rastro de los refugiados por parajes del norte de Francia, cercanos a Calais, y los que bordean al r¨ªo Bidasoa en la frontera con Espa?a, dando forma, junto al escritor George Weld, a un fotolibro y a una exposici¨®n
Hay fotolibros que atrapan por su silencio premeditado, por la indeterminaci¨®n de no perseguir una respuesta en particular por parte de quien se adentra en sus p¨¢ginas, ni de estar guiado por una ¨²nica senda, y as¨ª consiguen dar cabida a m¨²ltiples voces. Este es el caso de The Inhabitants, el ¨²ltimo proyecto del fot¨®grafo Raymond Meeks (Ohio, 1963) cuyas fotograf¨ªas se presentan junto a un poema extendido del escritor americano George Weld. Dos universos, el de la palabra y el de la imagen, que interact¨²an libremente e, ind¨®mitos, fluyen en paralelo para transformarse y renovarse como las aguas del r¨ªo, el Bidasoa, que lo recorren arrastrando al lector a otros lugares, m¨¢s all¨¢ de los que hubiera imaginado.
El proyecto parte de la residencia en Francia de la que disfrut¨® el fot¨®grafo, durante el verano de 2022. Fue el sexto artista seleccionado dentro del programa Inmersi¨®n; una comisi¨®n fotogr¨¢fica franco-estadounidense, creada por la Fondation d¡¯entreprise Herm¨¨s, de la que tambi¨¦n ha derivado la exposici¨®n que acompa?a al libro: Raymond Meeks. The Inhabitants. Comisariada por Cl¨¦ment Ch¨¦roux, puede verse en la Fundaci¨®n Henri Cartier-Bresson, en Par¨ªs.
El libro comienza con la palabra escrita para dar paso a una serie de im¨¢genes que trasladan al lector a ¨¢speros parajes del norte de Francia, cercanos a Calais, y otros que se extienden al sur, rodeando la frontera con Espa?a. Desolados paisajes, zanjas, eriales, las orillas de la autopista y del r¨ªo, as¨ª como matorrales, transitados de forma habitual por aquellos que han sido desplazados y buscan refugio en otras tierras. El fot¨®grafo se adentr¨® en estos lugares, y a lo largo de seis meses, los revisit¨®, una y otra vez, intentando conectar emocionalmente con las experiencias de quienes hab¨ªan cruzado por all¨ª. ?C¨®mo experimentaron estos individuos la belleza atemporal de lo natural? ?Fueron capaces de encontrar consuelo en ella?, se preguntar¨¢. ¡°Los temas que me resultan interesantes para fotografiar suelen presentarse de distintas maneras cuanto m¨¢s tiempo invierto y me comprometo con ellos¡±, advierte Meeks durante una videoconferencia. ¡°Regresar al mismo lugar e intentar acercarme a ¨¦l con m¨¢s profundidad, me ofrece algo distinto, m¨¢s ¨²nico¡±.
George Weld: ¡°Las im¨¢genes de Meeks est¨¢n tan ¨ªntimamente conectadas al lugar, los detalles son tan viscerales, que uno puede llegar a sentirlos f¨ªsicamente mientras los observa¡±
Por el contrario, Weld, permaneci¨® en su domicilio de Hudson Valley, en el estado de Nueva York. ¡°Ambos persegu¨ªamos formas no reductivas de relacionar la imagen con la palabra¡±, explica el escritor. ¡°Me di cuenta de que mi presencia en el lugar habr¨ªa anclado la escritura en la especificidad. Las im¨¢genes de Meeks est¨¢n tan ¨ªntimamente conectadas al lugar, los detalles son tan viscerales, que uno puede llegar a sentirlos f¨ªsicamente mientras los observa. Al mismo tiempo, est¨¢n ligeramente sacados de su contexto, en el sentido de que no existen referencias externas de d¨®nde se encuentran. Sent¨ª que no requer¨ªan mi presencia en el lugar. Mientras me documentaba en profundidad, pod¨ªa habitar en el mundo de las im¨¢genes¡±.
¡°Desde el principio ya pens¨¢bamos en ello como algo que acabar¨ªa. Imagin¨¢bamos c¨®mo lo recordar¨ªamos¡±, escribe Weld, mientras el lector cree reconocer el rastro de los transe¨²ntes. La mayor¨ªa de las fotograf¨ªas son est¨¢ticas. Persiguen evocar un momento en la historia, en lugar de representar la realidad en movimiento. Tanto las im¨¢genes como las palabras se convierten en met¨¢foras que reflejan una realidad m¨¢s profunda. As¨ª, a medida que las aguas del r¨ªo van ganando protagonismo, veremos en ellas una clara alusi¨®n a la movilidad de los migrantes. ¡°Me interesaba fotografiar el r¨ªo para crear una experiencia m¨¢s visual, e introducir el color en ¨¦l con el fin de conseguir una temperatura emocional¡±, destaca Meeks. ¡°Adem¨¢s, resultaba una forma de incorporar el sonido¡±.
No encontraremos figura o retrato humano en The Inhabitants. Tan solo la velada presencia de algunos detalles de una de las esculturas m¨¢s c¨¦lebres de Rodin, Los burgueses de Calais, que conmemora el hero¨ªsmo de seis ciudadanos que sacrificaron sus vidas para poner fin al asedio ingl¨¦s durante la Guerra de los Cien A?os. ¡±Me sent¨ª totalmente fascinado por sus gestos y sus formas¡±, asegura Meeks. ¡°Encarnan la m¨¢xima expresi¨®n de lo que yo intentar¨ªa obtener en un retrato. Contienen tanta belleza y atemporalidad, que cualquier cosa que yo hubiese intentado hubiese resultado en una p¨¢lida comparaci¨®n. Representan la historia real¡±. As¨ª, la obra de Rodin se convierte en un s¨ªmbolo de la profundidad emocional que el fot¨®grafo busca capturar en su trabajo, destacando la conexi¨®n entre el arte, la memoria y la experiencia humana.
El t¨ªtulo del proyecto se inspira en The Inhabitants de Wright Morris, un fotolibro publicado en 1946; la primera parte de una trilog¨ªa dedicada a lo que el autor vendr¨ªa a llamar photo- texts (foto-textos), donde logra sorprendentes fusiones entre la palabra y la imagen. ¡°Morris trata de lo que significa habitar. No solo un lugar, sino tambi¨¦n una experiencia¡±, explica el fot¨®grafo. As¨ª, habitar, para Meeks, implicar¨¢ priorizar la conexi¨®n emocional y la empat¨ªa sobre la representaci¨®n visual directa; la necesidad de absorber completamente las historias que le hab¨ªan compartido los refugiados, y de convertirse en su filtro. ¡°Estar con ellos, escuchando sus experiencias sin tener que estar pensando en c¨®mo retratarlo, me permit¨ªa absorber mejor aquellas vivencias¡±, recuerda. ¡°Al final, y de forma casi inconsciente, la ¨²nica manera que encontr¨¦ de dar sentido a todo esto fue intentar encontrar en los distintos parajes un lugar en el que me sintiera como en casa. Fue dentro del bosque. Bajo los sicomoros que me trasladaban al Ohio donde crec¨ª¡±, asegura Meeks.
¡°Me encantaba escuchar los sonidos de la gente hablando, el flujo inarticulado de su discurso, palabras sin principio ni fin, solo un largo flujo de lenguaje fundido. Pod¨ªa imaginar que significaba cualquier cosa, casi cualquier cosa¡±, escribe Weld. En The Inhabitants no hay una imagen m¨¢s poderosa que otra. Ni tampoco un momento de cl¨ªmax. Ni el texto ni la escritura podr¨ªan funcionar el uno sin el otro. Juntos, Meeks y Weld crean una experiencia que invita al lector o al espectador a percibir la sensaci¨®n de incertidumbre a trav¨¦s de un paisaje. ¡°El final quedar¨¢ abierto al lector o espectador¡±, advierte Meeks. ¡±Como los mejores finales, no se trata de un cierre, sino de un nuevo comienzo¡±.
The Inhabitants. Raymond Meeks / George Weld. MACK / Fondation d¡¯entreprise Herm¨¨s. 172 p¨¢ginas. 45 euros.
Raymond Meeks. The Inhabitants. Fondation Henri Cartier-Bresson. Par¨ªs. Hasta el 5 de enero.
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