Elogio de la nada, o la exposici¨®n p¨®stuma de Camila Ca?eque
Una muestra recorre en Barcelona la obra de la artista, prematuramente fallecida este a?o, que defendi¨® la improductividad en un mundo hiperactivo
Durante su corta madurez, y con m¨¢s empe?o en los ocho meses que han seguido a su muerte, Camila Ca?eque (Barcelona, 1984-2024) fue convocada como la artista de la improductividad, la ineficacia, lo inacabado. Una muestra en La Capella, sala de la capital catalana, da cuenta de c¨®mo esa esterilidad, por desconcertante que resultara, es a¨²n m¨¢s pompa vac¨ªa, consumada, consumida. Porque aquella obra provocativa en la que la nada y la muerte eran una persistente insinuaci¨®n ha terminado sobreexpuesta en un malaventurado acto final. La individualidad no retenida, sino envejecida antes de tiempo, disuelta en un desesperado fondo com¨²n.
Nuestros tiempos no lo ponen f¨¢cil, hay urgencia por airear vidas y milagros, dar respuestas ed¨ªpicas a acertijos que nunca lo fueron. Ca?eque fue muy consciente de sus limitaciones y escogi¨® una forma de manifestarse ¡ªla escritura, la acci¨®n art¨ªstica¡ª que se adaptaba a su ser. No hab¨ªa autora menos interesada en destruir su propia nada, en renunciar a un aplazamiento vitalicio. Se fue demasiado pronto a so?ar a perpetuidad. Beatriz Escudero y Eloy Fern¨¢ndez-Porta ponen su sello a esta exposici¨®n que lleva por t¨ªtulo Infinita, sin darse cuenta de la paradoja demasiado elemental: confinar lo infinito es escabecharlo.
Las piezas reunidas en este espacio del Raval barcelon¨¦s son, por decirlo buenamente, demarcaciones del viaje que Ca?eque quiso hacer en la vida, la de una escritora y artista visual aparentemente inintencionada que trabaja para crear una ficci¨®n de su capacidad, en el sentido de que todo es una imitaci¨®n. Sus referentes deb¨ªan ser Bas Jan Ader (que desapareci¨® del mapa a los treinta y tantos, subido a un bote, ahogado a la deriva en el Atl¨¢ntico) y el no menos genuino Tchching Hsieh, que firm¨® sus largas performances de un a?o de duraci¨®n (aut¨¦nticos calvarios) para reivindicar el derecho a la p¨¦rdida de tiempo, una denuncia del desamparo, la soledad, la explotaci¨®n laboral y la falta de vivienda. Ca?eque transform¨® todas aquellas influencias y el eclecticismo de medios en un tipo de originalidad distintiva, en obras breves que expon¨ªa en galer¨ªas, residencias art¨ªsticas europeas y en Nueva York, donde vivi¨® una corta temporada. En total, una d¨¦cada de agotamiento de no hacer nada.
Lo que el p¨²blico encontrar¨¢ en esta muestra son objetos variopintos, libros, mobiliario, v¨ªdeos, postales y fotos, simples remembranzas en torno al valor de la pasividad en una ¨¦poca en que la eficiencia y la productividad son la medida del ¨¦xito
Lo que el p¨²blico encontrar¨¢ en esta muestra son objetos variopintos, libros, mobiliario, v¨ªdeos, postales y fotograf¨ªas que son simples remembranzas en torno al valor de la pasividad en una ¨¦poca en que la eficiencia y la productividad son la medida del ¨¦xito. El conjunto no da para mucho m¨¢s, salvo que alguien tenga la curiosidad de indagar en sus escritos, espejos ling¨¹¨ªsticos sobre literaturas ajenas, como su ensayo en torno a los finales en literatura, La ¨²ltima frase (La U?a Rota), que sali¨® a la luz al mes de su muerte. La tesis antes de la hip¨®tesis.
El brillo arrugado de una escultura con forma de bola de papel de aluminio sugiere, para los comisarios, ¡°una dimensi¨®n planetaria con una inevitable carga ecocatastr¨®fica¡± (?!). El apocalipsis de la tierra es tambi¨¦n el de un charco interior creado por las lluvias; en realidad, una escultura en forma de c¨ªrculo imperfecto que es ¡°lo contrario a la corriente de un r¨ªo, vigorosamente alejado del sistema de productividad que solo existe para estancarse y pudrirse, exigiendo paciencia y generando silencio¡±. Se adjunta a la obra un manual para su uso y conservaci¨®n, ya que el charquito ¡°debe ser alimentado como una planta, es decir, regado por su cuidador y propietario¡±.
La pieza La huida inm¨®vil se compone de dos pesta?as postizas sobre un folio, ¡°dos ojos dormidos decididamente autoexiliados de la eficacia y los sistemas de espect¨¢culo¡±. El Quijote intervenido es el t¨ªtulo de una performance de 2015 en la que Ca?ete pint¨® de color blanco durante seis d¨ªas (¡°la duraci¨®n del G¨¦nesis¡±) el libro completo. El ¡°activismo mobiliario¡± (as¨ª lo llaman los comisarios), tiene dos ejemplos en un colch¨®n hecho de hormig¨®n apoyado en la pared y una hilera de sillas reclinadas, piezas que ¡°reivindican su derecho a ser in¨²tiles por un tiempo¡±.
Documentan las performances los v¨ªdeos Esperar¨¦ en el coche (2016), una ¡°huida voluntaria de un entorno social abarrotado¡± tras la exposici¨®n de su obra en la Semana del Arte de Miami, y Sauna exterior (2014), donde se ve a la artista en un desierto envuelta en una toalla sobre una estructura de madera y rodeada de ovejas. Su obra m¨¢s pol¨¦mica, Dead-end, es una cuadr¨ªcula de fotograf¨ªas de todo tipo de basuras sobre las que se ve su cuerpo desnudo boca abajo (imposible no asociar la imagen al ?tant donn¨¦s de Duchamp), culmen de la acci¨®n que se inici¨® durante la edici¨®n de Arco de 2013.
All¨ª, Ca?ete acudi¨® vestida de flamenca y se ech¨® al suelo rodeada de claveles y versos del Romancero gitano de Lorca, como ¨²ltima etapa de una obra que consist¨ªa en un viaje de 27 d¨ªas por Estados Unidos envuelta en un traje andaluz. Fue su trabajo m¨¢s realista y barroco, que simbolizaba el fin de una ilusi¨®n, la que dicta la religi¨®n norteamericana de estos tiempos.
¡®Infinita. Po¨¦tica del cansancio¡¯. Camila Ca?eque. La Capella. Barcelona. Hasta el 20 de noviembre.
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