C¨®mo cerrar los ojos y ver... teatro
La Abad¨ªa facilita a los invidentes disfrutar de la obra 'En la luna' de Sanzol
"Hola, soy Charo, y voy a audiodescribirles En la luna, la obra de Alfredo Sanzol". No ha comenzado la funci¨®n. Los invidentes entran en la Iglesia, la sala del Teatro de la Abad¨ªa, y toman sus asientos, con la ayuda de amigos, familiares o perros gu¨ªa y el personal del teatro. Van provistos de unos aud¨ªfonos por los que habla Charo que ya ha comenzado a describir el escenario: "Es di¨¢fano, de un color blanco sucio y hay una gran imagen planetaria de la Tierra, como si se viera desde la luna", cuenta.
"A la izquierda hay un ventilador antiguo y a la derecha una bandera de EE UU y un carrito de beb¨¦ antiguo". Ya est¨¢ casi todo el mundo sentado y Charo describe a los personajes, a los que llamar¨¢ por su nombre de pila durante el desarrollo de la funci¨®n. Son seis, tres actores y tres actrices, "llevan un vestuario b¨¢sico, el mismo durante toda la funci¨®n, sus trajes recuerdan a los de la burgues¨ªa de la Transici¨®n de los a?os ochenta: abrigos con pieles al cuello, blusas, faldas de cuadros...". Una, ciega durante un par de horas, se imagina el vestuario de Cu¨¦ntame.
Los espectadores toman asiento provistos de unos aud¨ªfonos
El Teatro de la Abad¨ªa es la ¨²nica sala de medio formato que ofrece sus espect¨¢culos para ciegos. No obstante, ayer el p¨²blico era mixto. Para una vidente que se queda a ciegas en esta funci¨®n, algo se hace patente desde el primer momento: la memoria falla. Acostumbrados a retener las cosas visualmente, resulta complicado recordar los nombres de los seis personajes y sus caracter¨ªsticas, esas que ha descrito pormenorizadamente Charo antes de que arrancara la primera escena: "Luc¨ªa es grande pero no gorda".
La voz de Charo ayuda al oyente que no ve a ubicarse en el escenario
Con los ojos cerrados y tapados con una cinta, todav¨ªa se puede percibir la intensidad de la luz. Baja. El espect¨¢culo va a comenzar: "Por el hueco de la derecha entran..." Charo presenta la escena. "???Que Franco quiere que lleve su ata¨²d a hombros...!!!" El conflicto est¨¢ servido. Y, de pronto, todo es f¨¢cil, como cuando se escuchaba el teatro por la radio. Las intervenciones de Charo se limitan a mostrar las intenciones actorales que no se perciben por la voz del actor. La voz. A ciegas, ese instrumento se convierte en esencial para ubicarse en la escena. Exactamente igual que ocurre con la radio, uno sabe en qu¨¦ dial est¨¢ con tan solo o¨ªr una voz.
Como todas las ¨²ltimas obras de Alfredo Sanzol (Madrid, 1972), En la Luna tambi¨¦n est¨¢ construida como un conjunto de sketches, unidos de forma genial para mantener el mismo hilo emocional, todos ambientados en esos recuerdos de la ni?ez que mezclan hitos hist¨®ricos con momentos aparentemente banales de la particular biograf¨ªa de cada uno y, sin embargo, comunes a todos. Y ocurren cosas incre¨ªbles viendo una funci¨®n a ciegas, que no pasan cuando uno la ve con sus propios ojos. Ocurre que cuando Sanzol se recrea en ese cuento del lobo, uno vuelve a imaginar aquella historia tal y como se la contaron la primera vez, cuando era un ni?o. Un viaje en el tiempo imposible de hacer si se est¨¢ mirando esa escena tal y como acontece en el escenario, porque la propia acci¨®n de los personajes borra aquellas olvidadas memorias. A ciegas uno conecta mejor con el pasado, o con los recuerdos fabricados en un tiempo anterior. A veces la ceguera puede darle otra dimensi¨®n al mejor el teatro.
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