Un mal a?o para ganar
Los ciudadanos castigaron a la izquierda por c¨®mo afront¨® la crisis
El primer aniversario del retorno de CiU al Gobierno de la Generalitat se salda con unas estad¨ªsticas penosas, que para nada cumplen la optimista promesa del eslogan electoral de Artur Mas. El Aixecarem Catalunya no ha servido para detener el alza del paro hasta el 16%, unas 615.000 personas, ni para impedir que las finanzas de la Generalitat hayan empeorado hasta situarse al borde de la suspensi¨®n de pagos y tampoco para evitar que la pol¨ªtica de ajustes presupuestarios y recortes de prestaciones sociales provoque protestas populares y convocatorias de huelga.
Es una situaci¨®n inesperadamente contradictoria para la coalici¨®n nacionalista gobernante en Catalu?a. Su momento de m¨¢xima felicidad por haber logrado la m¨¢s elevada cuota de poder institucional que jam¨¢s hubiera tenido en sus manos se ha convertido en un aniversario m¨¢s bien triste, preocupante, cuya caracter¨ªstica principal es la impotencia. La demostraci¨®n objetiva de este estado de ¨¢nimo la ha aportado el ¨²ltimo sondeo del Centro de Estudios de Opini¨®n (CEO), en el que los encuestados otorgan el primer suspenso a la labor de un Gobierno de la Generalitat. Despu¨¦s de un a?o entero dedicado a desacreditar a los Gobiernos de izquierdas presididos por Maragall y Montilla, resulta que el Gobierno al que los ciudadanos dan la peor nota de todos es el de Artur Mas.
La apelaci¨®n a la herencia recibida quiz¨¢ pueda satisfacer a los electores que siempre han cre¨ªdo que cualquier Gobierno de la izquierda es, por definici¨®n, un desastre, pero no sirve para convertir en bueno lo que no lo es. Artur Mas y su Gobierno llevan un a?o atribuyendo todos los males de Catalu?a a dos factores ajenos a ¨¦l: la herencia del anterior Gobierno catal¨¢n y la perversidad del que presid¨ªa el socialista Rodr¨ªguez Zapatero. Los ciudadanos han juzgado negativamente en las urnas la forma en que los Gobiernos de izquierdas han afrontado la crisis econ¨®mica y sus secuelas. Pero lo que se est¨¢ comenzando a ver es que tambi¨¦n rechazan la forma como lo est¨¢ haciendo CiU en el Gobierno catal¨¢n.
Un a?o ha bastado para comprobarlo. ?Qu¨¦ decir de un consejero que pretende justificar los recortes de prestaciones sociales acusando de fraude a quienes los perciben? ?C¨®mo puede ser calificado un consejero de Econom¨ªa que no solo rebaja los sueldos de los funcionarios, sino que les deduce impuestos por lo que todav¨ªa no han cobrado? ?C¨®mo calificar al consejero de Interior que no es capaz de formar un pasillo de polic¨ªas a la entrada del Parlament para permitir el acceso a los miembros del Gobierno y a los diputados? ?C¨®mo no ver que cerrar quir¨®fanos y alargar las listas de espera en la sanidad p¨²blica es una forma de empujar a los ciudadanos a suscribir un seguro privado, tal como el propio consejero de Salud aconsej¨® nada m¨¢s tomar posesi¨®n del cargo?
El contraste entre las expectativas que CiU cre¨® para llegar al Gobierno y la frustrante incapacidad para convertirlas en realidad es patente. Sin embargo, lo m¨¢s dolorosamente contradictorio para la coalici¨®n nacionalista es que su ¨²ltima victoria electoral, la conseguida en las elecciones legislativas sobre el PSC, no le sirve para nada ni le ayuda a mejorar su gesti¨®n en la Generalitat. La mayor¨ªa absoluta del PP convierte en irrelevante que CiU tenga 8 o 16 diputados en las Cortes. A la hora de la verdad, el papel de CiU en Madrid vale lo que valgan sus esca?os para formar mayor¨ªa. En este caso, nada. Que es justamente lo contrario de lo que sucede con el valor de los diputados del PP en el Parlament, que son imprescindibles para CiU.
As¨ª es como el ciclo electoral ha terminado con el presidente Artur Mas prisionero de Alicia S¨¢nchez-Camacho en el Parlament, con el alcalde Xavier Trias encadenado a Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz en el Ayuntamiento de Barcelona, y con Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz ocupando la plaza de ministro catal¨¢n que tanto ilusionaba a Josep Antoni Duran Lleida. Todo ello sobre el fondo de una econom¨ªa camino de una nueva recesi¨®n. El paro, creciendo. La inversi¨®n p¨²blica, bajo m¨ªnimos, como la privada. Las finanzas de la Generalitat, en n¨²meros rojos. Y la encuesta del CEO, llena de gr¨¢ficas descendentes. El gran a?o electoral de CiU termina como un mal a?o.
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