No eran ellos, eran los otros

?La Espert y Flotats juntos en el Lliure de Pasqual. ?Y presentados por ¨¦l! Este era el titular ¡ªy este ha sido el gancho para agotar las entradas, excepto lo de la presentaci¨®n, que ha sido una cortes¨ªa no anunciada¡ª hasta que ha empezado la segunda sesi¨®n de Cartes Lliures (el estupendo ciclo coordinado y dirigido por Pau Carri¨® y dedicado a la correspondencia entre personajes conocidos o no tan conocidos a lo largo del siglo XX) dedicada al exilio y ambos se han limitado a ser la voz de los aut¨¦nticos protagonistas, el grupo de intelectuales catalanes que se exiliaron en Francia hacia el final de la II Rep¨²blica. Dos voces tremendamente personales y frecuentemente imitadas, sobre todo la de ¨¦l, que se han ido diluyendo poco a poco, sobre todo la de ella, hasta perderse entre las dolorosas peripecias de Joan Oliver, Joan Sales, Merc¨¨ Rodoreda, Armand Obiols, Carles Pi Sunyer, Carles Riba, Pompeu Fabra, August¨ª Bartra, Pau Casals, Pere Vives i Clav¨¦¡­ y sus recuerdos.

Pasqual explic¨® en la presentaci¨®n el car¨¢cter doble de la sesi¨®n: por un lado, se le¨ªan las cartas que ilustran el exilio exterior o f¨ªsico de los protagonistas y, por otro, unos poemas de Salvador Espriu que hablan del exilio interior a modo de complemento (El meu poble i jo, Inici de c¨¤ntic en el temple, M¡¯han demanat que parli de la meva Europa y varios de La pell de brau). Espert y Flotats aparecieron cogidos de la mano entre aplausos y cada uno desde su taburete y atril, se iban turnando en la lectura de las cartas, cosa que hac¨ªan sentados, y de los poemas, estos de pie. El recorrido epistolar empez¨® en enero de 1939 y lleg¨® a grandes saltos hasta 1951. Y de todas las aventuras y reflexiones que los remitentes escriben en sus cartas, las que m¨¢s me impresionaron fueron la an¨¦cdota de Carles Riba, que viaj¨® en tren con Antonio Machado y recoge su primera sensaci¨®n tras cruzar la frontera (¡°Hallarme en Francia como un mendigo¡­ ?Cree que alguien querr¨¢ comprar este reloj de oro que perteneci¨® a mi padre?¡±); la humillante petici¨®n de caridad de Pompeu Fabra a Tarradellas en 1942; la descripci¨®n que Pau Casals hace de la Maternidad de Elna; la de Joan Oliver sobre Barcelona a su retorno en 1948 (¡°sembla una roba bona per¨° usada fins a l¡¯ab¨²s¡±) y, desde luego, la prosa de Rodoreda, sencilla pero clara y directa. Espert i Flotats, pues, al servicio de los otros.