Paul Fuster en zapatillas
El m¨²sico presenta en familia 'Repte', su primer ¨¢lbum en catal¨¢n
En el popular juego Warhammer 40.000, la tecnolog¨ªa, lejos de conducir a la felicidad por el progreso, sufre una involuci¨®n que aproxima el futuro al pasado. Esta idea pod¨ªa evocarse yendo al lugar en el que Paul Fuster iba a reaparecer tras siete a?os de ausencia de Cardona, localidad donde tiene sus ra¨ªces y en la que aterriz¨® a finales de los noventa para acabar como rara avis de la escena musical catalana. Paul citaba en un piso de finca regia, en pleno Eixample y con un nuevo disco que compartir. Mutando ya los tiempos de las salas de conciertos, de los llamativos actos promocionales y de las notables concurrencias, el domicilio particular, el terreno familiar, la figura del anfitri¨®n como adaptaci¨®n del mecenas en tiempos de penuria, situaban la acci¨®n en los mismos t¨¦rminos del huerto urbano, del autoabastecimiento y de la vuelta a los or¨ªgenes. Igual es verdad que el futuro ser¨¢ dist¨®pico.
Apenas 30 personas se citaban en la noche del martes en un piso por donde ya han pasado varios artistas ofreciendo conciertos en directo. As¨ª son los nuevos tiempos. El propio Paul, que lleva de nuevo en Catalu?a menos de un a?o, ya ha actuado media docena de veces en ese ¨¢mbito tranquilizador que evoca pantuflas y ropa de andar, nunca mejor dicho, por casa. Es el acogedor piso de Sara, una amiga a la que Paul iba enviando las nuevas canciones para conocer su opini¨®n. Paul dijo que hab¨ªa compuesto esos temas, 15, en tres semanas; pero Sara, m¨¢s fiable en cuesti¨®n de datos -solo hac¨ªa falta mirarla para estar seguro de ello-, recortaba el plazo: ¡°En apenas 10 d¨ªas ten¨ªa todos los temas compuestos¡±, comentaba acabado el concierto, mientras atend¨ªa a los invitados. Entre ellos, nota familiar, se mov¨ªa el propio hijo de Sara, un preadolescente que buscaba algo en la nevera mientras los invitados de su madre, a los que por su expresi¨®n se hab¨ªa acostumbrado como un gato a las visitas, comentaban la actuaci¨®n entre el pasillo y la cocina. Era como una vuelta a los guateques, solo que sin griter¨ªo, sin apenas alcohol, con la m¨²sica en directo y las responsabilidades cotidianas andando en pijama por la casa. Los tiempos, sin duda, han cambiado.
Sin embargo, no parece que para Paul lo hayan hecho en exceso. Sigue siendo una persona despeinada. Su aparici¨®n en el programa de El convidat dedicado a Gerard Quintana, en el que Paul ten¨ªa un fugaz protagonismo, le sirvi¨® para hacer varios comentarios ir¨®nicos al respecto. De fondo, la evidencia de que el aspecto de Paul Fuster no ha cambiado en estos siete a?os de ausencia: cabello alborotado, camisa de le?ador desali?ado, camiseta agujereada por el descuido, manos de fresador y expresi¨®n de quien piensa las cosas tres minutos antes de deslizarlas pausadamente por la boca, dejando que el tiempo mediante incomode a quien no sabe vivir los silencios. Tras vivir tocando y reparando bicicletas en Nueva York, Paul ha vuelto con Repte, su primer disco en catal¨¢n, 10 canciones, cinco se quedaron en el limbo, tamizadas por el cedazo de quien quer¨ªa hacer ¡°un disco breve, concreto, que se oyese r¨¢pido¡±, dijo masticando las letras entre canci¨®n y canci¨®n en lo que, quiso dejar claro, ¡°no era un concierto¡±.
Dej¨¦moslo ah¨ª: no era un concierto, pero se le parec¨ªa bastante. Paul se sent¨® en un extremo del sal¨®n tenuemente iluminado con los invitados frente a ¨¦l, tal como lo har¨¢ dos d¨ªas de la pr¨®xima semana en el Heliog¨¤bal de Gr¨¤cia. Cant¨® s¨®lo las canciones nuevas, una revisi¨®n de su sonido agreste y despeinado anclado en el folk de ra¨ªz anglosajona, con estribillo huidizo, tensi¨®n en la interpretaci¨®n y aire de medicina oral que sana, como m¨ªnimo, a quien las canta. All¨ª estaba pateando el suelo, parquet flotante en sobrio tono oscuro, para marcar un ritmo que en directo le propondr¨¢ Pep Mula, bater¨ªa tambi¨¦n de Sanjosex. All¨ª estaba, presentando a un m¨²sico que conoci¨® en Nueva York y que le acompa?ar¨¢ al banjo, el ubicuo Xarim Arest¨¦ (Very Pomelo, Maika Makovsky, Sopa de Cabra), autor de la frase de la noche: ¡°Paul, no te preocupes por la afinaci¨®n, el p¨²blico son periodistas¡±. All¨ª estaba, tocando su guitarra completamente met¨¢lica, una suerte de National construida por ¨¦l mismo con planchas de lavadora, de aspecto destartalado, peso descomunal, sonido met¨¢lico y a la vez con tanto cuerpo que hace innecesario el bajo con solo afinarla adecuadamente. All¨ª estaba, comenzando otra andadura en esa otra tierra natal en la que se refugia cuando ya tiene bastante de esos Estados Unidos en los que naci¨® ese folk que ¨¦l practica y que ahora causa furor a este lado del mar. Paul Fuster, m¨¢s dom¨¦stico que nunca. Como los tiempos que nos est¨¢ tocando vivir. Quiz¨¢ por muchos a?os a¨²n.
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