La muerte como inspiraci¨®n
La exposici¨®n 73x73x273, medidas de un nicho est¨¢ndar, re¨²ne a 27 artistas en torno a la ausencia de la vida
73x73x273, el t¨ªtulo de una exposici¨®n de 27 artistas dedicada a la muerte, hace suponer que dentro todo va a ser bastante m¨¢s l¨²gubre y f¨²nebre, que el lugar va a oler a incienso y velas rojas de camposanto en el mejor de los casos, y a podredumbre de crisantemos y claveles si hay menos suerte. Pero las expectativas no se alcanzan. 73x73x273 son las medidas de un nicho est¨¢ndar, de esos de hormig¨®n que ahora ya se venden por m¨®dulos y van a los cementerios en cami¨®n, como las dovelas de un viaducto del AVE.
La muestra, que se inaugur¨® el jueves pasado en la iglesia de la Universidade de Santiago, junto a la praza de Mazarelos, viajar¨¢ en marzo a la capilla de Santa Mar¨ªa de Lugo y lleva por sobrenombre aclaratorio uno de los habituales eufemismos referidos a la muerte: ¡°A irm¨¢ do sono¡±. Claramente la hermana mayor, o la que al final siempre se sale con la suya, y que adem¨¢s, seg¨²n el propio texto de presentaci¨®n de este compendio de obras dispares, algunas de ellas rescatadas de otras muestras, es ¡°consustancial a la vida, sin cuya existencia no tendr¨ªa raz¨®n de ser¡±. F¨¢tima Otero, comisaria junto con Cristina Carballedo, tiene grandes esperanzas en el ¨¦xito de la exposici¨®n por su tem¨¢tica, ¡°muy seductora¡±, que vuelve sobre ¡°una cuesti¨®n muy presente en la cultura gallega, que en el siglo XX y en el XXI nos empe?amos en convertir en tab¨²¡± mientras que ¡°con ella se conviv¨ªa sin ning¨²n problema en la Edad Media¡±.
La muerte es el nexo com¨²n, a veces parece que tra¨ªdo por los pelos, de las obras que forman parte de esta muestra colectiva. En algunos de los artistas presentes en ella, como Ana Soler, ¡°es un tema muy recurrente¡±, recuerda Otero. Esta vez, con una peque?a selva de tijeras, buena parte de ellas de barbero, que cuelgan del techo dispuestas en ristras, atadas con tanza, Soler quiere representar el ¡°miedo permanente, la amenaza ante la muerte sobrevenida en cualquier instante¡±. Por su parte, Xurxo Oro Claro aporta las figuras metalizadas de un padre y su hijo, que camina con correa, como un can. M¨¢s que la ausencia de vida, lo que se expresa es un flagrante maltrato infantil que bien podr¨ªa derivar en o hacer desear la muerte.
Pero entre los creadores reunidos para esta cita, con toda la intenci¨®n coproducida por la Universidade de Santiago y la Diputaci¨®n de Lugo en iglesias, y en el caso de Santiago ¡°en una ciudad fundada en torno a un enterramiento¡±, tambi¨¦n est¨¢n Ant¨®n Lamazares, Paco Pestana o Xurxo Lobato y sus pasionales y sangrantes v¨ªrgenes barrocas. Pamen Pereira ha colgado su chaqueta que llora cera. Eduardo Vali?a desperdiga su escenograf¨ªa de la matanza. E Ignacio Pardo muestra a ras de suelo su v¨ªdeo en vaiv¨¦n de un cuerpo femenino sumergido en paz, como si la muerte fuese en realidad un regreso ¡°al origen de la vida¡±, una vuelta ¡°al placer perdido de sumergirse en el l¨ªquido amni¨®tico¡±. Tambi¨¦n podr¨ªa ser formol.
Algo m¨¢s adelante, en el itinerario giratorio, una escultura de Ram¨®n Conde representa a la muerte como una maternidad, acunando a un ni?o en sus brazos descarnados. Es la idea del eterno retorno. Y el fot¨®grafo Manuel Send¨®n contribuye con tres hermosas estampas rurales que, de tan cotidianas, ya ni se aprecian. Son dos puertas y un poste, carcomidos por la intemperie, que sirven habitualmente de soporte de las esquelas o notas necrol¨®gicas que las empresas funerarias suelen grapar en los lugares m¨¢s transitados de los pueblos. En las tres im¨¢genes solamente se ven madera, grapas oxidadas e infinitas esquinas blancas de sucesivos folios arrancados. Pero se adivina, despu¨¦s de mirar un rato, por un tel¨¦fono que empieza por 988 y un top¨®nimo despistado, que se trata de alg¨²n lugar de Ver¨ªn.
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