Rock suave
"El ¨®rdago, en escena, no lo parece tanto, ya que Loquillo sigue instalado en la cresta de ese renacimiento esc¨¦nico que arrastra desde la gira de Balmoral"
Creciendo en p¨²blico, como dec¨ªa aquel disco de Lou Reed, hace ya m¨¢s de 15 a?os que Loquillo decidi¨® buscar en la poes¨ªa una fuente con la que alimentar no solo su repertorio, sino tambi¨¦n unos conciertos que, cada cierto tiempo, escapan a la liturgia del rock para adentrarse en entornos reducidos, recogidos y provistos de cierta solemnidad. En esos teatros en los que, como ¨¦l mismo dice, no es necesario el micro para hacerse escuchar, apelando por otro lado a gran parte de ese p¨²blico que, inevitablemente, tambi¨¦n se ha ido haciendo mayor. La diferencia, discogr¨¢ficamente, estriba ahora en haberse volcado de forma exclusiva en la figura de Luis Alberto de Cuenca, ex secretario de Estado de Cultura con Aznar y detentor de ciertas licencias que muchos han tildado de mis¨®ginas. Una apuesta lib¨¦rrima, en todo caso, que aparentemente puede chocar con los tradicionales y poco equ¨ªvocos posicionamientos del rockero barcelon¨¦s (si es que sirve de algo meter a la ideolog¨ªa en todo esto), y que por eso ha levantado ciertas ampollas entre un buen sector de su parroquia.
LOQUILLO. GIRA A SOLAS
Jaime Stinus: guitarra; Josu Garc¨ªa: guitarra; Alfonso Alcal¨¢: bajo y contrabajo; Julia de Castro: viol¨ªn; Santi Comet: teclados; Laurent Castagnet: bater¨ªa. Teatro Olympia. Valencia, lunes 13 de febrero de 2012.
Bien sea por eso o bien por abrir el diafragma y rendir un homenaje a la poes¨ªa hispana y europea, lo cierto es que su nuevo show solo se apoya muy puntualmente en su nuevo material, para remontarse a relecturas de adaptaciones de Benedetti (Transgresiones), Pavese (Los gatos lo sabr¨¢n), Gil de Biedma (No volver¨¦ a ser joven) o Atxaga (La vida que yo veo), entre muchos m¨¢s, que han ido jalonando algunos de sus discos de los ¨²ltimos 20 a?os, especialmente desde la grabaci¨®n de La vida por delante (1994). El ¨®rdago, en escena, no lo parece tanto, ya que Loquillo sigue instalado en la cresta de ese renacimiento esc¨¦nico que arrastra desde la gira de Balmoral, hace tres a?os, a?adiendo a su porte de front man sin par (al menos en nuestras lindes) unas plet¨®ricas interpretaciones de un temario que oscila entre el aliento crooner, el swing y el rock distinguido, ese que acolcha la guitarra el¨¦ctrica del inseparable Jaime Stinus con un viol¨ªn y unos teclados que son ahora los factores diferenciales. Lo mejor que se puede decir es que es un cambio de envoltorio, que no de esencia. De talante o de inclinaci¨®n, que no de esp¨ªritu: ah¨ª quedaron las trotonas y ardorosas recuperaciones de La mala reputaci¨®n, El hombre de negro o Billy La Rocca para certificarlo.
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