La culpa que el agua no se lleva
La Confederación Hidrográfica Mi?o-Sil abre un expediente sancionador a un pueblo por rescatar el campanario de una capilla durante el vaciado de Belesar

Lo más prudente en Reiriz es permanecer callado. Mejor no dar muchas pistas mientras no se sepa lo que va a pasar. Y, sobre todo, lo más importante, no se?alar a nadie. Porque si es que al final hay culpa, que tampoco está claro, aquí mejor será que sean todos culpables. Todos a una, salvo la persona que levantó la liebre; el tercero que se quejó a las autoridades y, según los vecinos de esta parroquia de O Savi?ao, mandó a pique el sue?o recién emergido de todo el pueblo.
Ahora el agua del embalse de Belesar ha vuelto a borrarlo todo excepto los recuerdos, revividos con el drenaje por obras de este verano, y un proceso administrativo que puede desembocar en multa. Fenosa ahogó en 1963, en este extremo del pantano, aldeas, caminos, puentes, bodegas, vi?edos, labradíos abrigados, excepcionales, y el final de un río, el Pez, cargadísimo de truchas. Entre la primavera y el verano pasados, por primera vez en 48 a?os, el nivel descendió tanto que la gente pudo volver caminando sobre seco a sus casas, y se las encontró enlamadas, invadidas de caparazones de cangrejo, pero intactas. Entre tanto escenario del pasado milagrosamente conservado, volvió a tomar el sol la capilla de la aldea de Portome?e, y aquel campanario sin campana, pero muy “feito”, que muchos mayores todavía sabían dibujar pasadas casi cinco décadas desde su hundimiento.
En cuanto asomó la silueta de la espada?a, fechada en 1861, según se lee todavía en sus sillares, los vecinos de Reiriz, la cabecera parroquial a la que pertenecía, al menos espiritualmente, aquel templo, empezaron a imaginarse lo airoso que quedaría aquel campanario de granito en la capilla recién construida junto al camposanto. A la nueva iglesia le faltaba alma, y las viejas piedras labradas de Portome?e, condenadas posiblemente por otro medio siglo a la vida subacuática después del verano, sabrían insuflársela. A la salida de misa, en el bar, poco a poco nostálgicos y también jóvenes de Reiriz fueron aclarando las cosas. No había que pedir permiso a la Xunta; ni a la familia del se?or Daniel, propietaria de la capilla hasta la expropiación forzosa. Primero se dijo que había que tratar con Gas Natural, la nueva due?a de todo, y luego se concluyó que el permiso tendría que venir de la Confederación Hidrográfica del Mi?o-Sil, con sede en Ourense. Fue a esta, en concreto a la Comisaría de Aguas, según explica el presidente de la comunidad de montes, Pedro López, a quien se le pidió licencia.
Pero la respuesta nunca llegó. Y cuando ya se anunciaba en la prensa que en breve la hidroeléctrica comenzaría a reponer el caudal del embalse, el silencio administrativo se entendió como un sí. Se podría decir que a la fuerza ahogaba. Y en menos de nada se organizó en el pueblo el traslado desde Portome?e, a través del monte, por un camino difícil y empinado, del campanario. En total, según describe López, “seis piedras” sostenidas tantos a?os en pie sin argamasa. Algunos en Reiriz afirman que se encargaron del trabajo “dos chavales del pueblo”. El representante del monte mancomunado asegura que fueron “un montón, aunque algunos harían más que otros”. Tampoco revelan quién fue el “revoltoso” que denunció, pero aclaran que “pidió un permiso para llevarse otras piedras” de una casa del lugar, que la Confederación se lo denegó y que, con el berrinche, reclamó dejando al descubierto la operación campanario.
“Aún no sabemos si tendremos que traer buzos para reponer las piedras”
Entre las pocas cosas que se animan a contar, los vecinos dicen que en oto?o, cuando ya era imposible reparar el da?o, si es que lo hubo, la comunidad recibió una notificación de la Confederación Hidrográfica. El organismo anunciaba que estaba al tanto de la maniobra y con la misma abría un expediente sancionador. Alertaba de una multa en caso de que no se restituyese lo sustraído al fondo de las aguas. “No sabemos si al final tendremos que contratar buzos”, comenta José, que de ni?o bajaba siempre con las vacas a los prados de Portome?e. En una reunión, la confederación les dijo que “todavía está estudiando el asunto”, y el pueblo, con el campanario desmontado, cruza los dedos y espera a que todo esto sea agua pasada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás a?adir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.