Un hombre estrangula a su socia y se suicida en Castellbisbal
La empresa que compart¨ªan pasaba por un mal momento e iba a presentar concurso de acreedores
?El Peugeot 307 de color negro de Olga C., de 41 a?os, segu¨ªa ayer aparcado delante de Madecor. La mujer regentaba la empresa, dedicada a la elaboraci¨®n de muebles a medida, desde hac¨ªa casi nueve a?os, en Castellbisbal (Vall¨¨s Occidental). La madrugada del martes su socio, Juan M., de 43 a?os, la estrangul¨®, presuntamente, y luego se colg¨®. Los Mossos descartan que haya una cuesti¨®n sentimental de fondo.
La principal hip¨®tesis es que se trate de un crimen por cuestiones econ¨®micas. Madecor pasaba por una complicada situaci¨®n financiera, y la mujer estaba ultimando ya los tr¨¢mites para presentar un concurso de acreedores, seg¨²n fuentes del entorno. Aunque la cantidad de dinero adeudada tampoco era excesivamente alta, seg¨²n las mismas fuentes.
El lunes, como cada d¨ªa, Olga C. acudi¨® al trabajo. La mujer se encargaba de los n¨²meros, mientras que Juan M. estaba a diario en el taller, con los muebles, seg¨²n otras fuentes cercanas a las v¨ªctimas. En la empresa, de peque?as dimensiones, trabajan tres personas.
La principal hip¨®tesis de los Mossos es que se trate de un crimen por cuestiones econ¨®micas
A las seis de la tarde, la actividad era normal. Juan M. sali¨® a hablar con un proveedor, volvi¨®, sin demostrar, aparentemente, que hubiese ning¨²n problema. Pero esa noche ya no salieron de la empresa. Antes, presuntamente, habr¨ªan discutido.
Olga C. cerraba habitualmente a las ocho de la noche y se iba a casa. Al ver que era la hora de cenar y que no llegaba, sus hijas, de 18 y 17 a?os, y su pareja se preocuparon. La mujer ten¨ªa adem¨¢s un cr¨ªo de ocho a?os. No contestaba al tel¨¦fono. Y tampoco lo hac¨ªa su socio. As¨ª que decidieron llamar a otro exsocio de ambos, que sali¨® de la empresa en abril del a?o pasado. Da la casualidad, adem¨¢s, de que el hombre era el cu?ado del presunto homicida, que estaba casado con su hermana. Ellos tampoco ten¨ªan noticia de las dos personas.
Decidieron ir a mirar en la empresa. Era de noche. El coche de Olga C. y el de Juan M. estaban aparcados en la puerta, y las luces de las oficinas encendidas. Pero nadie respond¨ªa a los tel¨¦fonos ni a las llamadas. Temi¨¦ndose lo peor, llamaron a la polic¨ªa. Los agentes forzaron la verja exterior y la puerta de la oficina. Al entrar se encontraron con los cad¨¢veres. El hombre, presuntamente, la hab¨ªa estrangulado y luego hab¨ªa utilizado unas cuerdas para colgarse.
Ambos deb¨ªan dinero incluso al administrador de la nave industrial donde llevaban casi nueve a?os instalados. Dos meses, seg¨²n explic¨® ¨¦l mismo, que se acerc¨® ayer al lugar, alertado de lo ocurrido por los medios de comunicaci¨®n.
En el entorno no daban cr¨¦dito ayer a lo que hab¨ªa pasado. ¡°Era un hombre pac¨ªfico, tranquilo, jam¨¢s hubiese pensado que pudiese pasar algo as¨ª¡±, lamentaron. E incluso se atrevieron a aventurar hip¨®tesis: ¡°Discutieron, se enzarzaron y cuando ¨¦l vio lo que hab¨ªa hecho, se colg¨®¡±.
La polic¨ªa deber¨¢ ahora tratar de averiguar los motivos exactos que llevaron al hombre a cometer semejante crimen. El entorno sospecha que quiz¨¢ el hombre no conoc¨ªa la situaci¨®n real que atravesaba la empresa. El juez ha decretado secreto de sumario.
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