El arte de convivir
"Soy partidario de las ciudades lentas, las dise?adas seg¨²n las necesidades de los ciudadanos"
Encuentro al escritor Enrique Vila-Matas cuando me dispongo a contemplar, en un domingo londinense, el impresionante retablo de St. George, en el Victoria & Albert Museum. Vila-Matas es un aut¨¦ntico shandy, alegre, en el dialecto de Yorkshire, como ¨¦l mismo describe, en su obra m¨¢s emblem¨¢tica, Historia abreviada de la literatura port¨¢til. Cumple con los dos requisitos principales para serlo, su literatura es port¨¢til, no pesada, y funciona perfectamente sin m¨¢s aditamento que la propia literatura. Comparto admiraci¨®n por su obra gracias al consejo de una buena amiga, Dolores Giner, desde que le¨ª, con ocasi¨®n de un viaje a la capital francesa, una de sus obras m¨¢s conocidas, Par¨ªs no se acaba nunca.
Hago saber a Vila-Matas que le har¨¦ llegar unas notas publicadas en EL PA?S, en las que utilizo la m¨¢xima latina, festina lente, apres¨²rate lentamente, que ¨¦l recoge en uno de sus libros, El viajero m¨¢s lento. Soy partidario de las ciudades lentas, las slow cities, las ciudades dise?adas seg¨²n las necesidades de los ciudadanos, las que atienden a los m¨¢s d¨¦biles, ayudan a los m¨¢s necesitados, integran a los emigrantes, toleran a los insumisos, respetan a todos. Las ciudades de los valores. Donde los ciudadanos se sienten propietarios de su ciudad, donde disfrutan con el consenso de los cambios necesarios, preservando lo que se debe conservar - como aqu¨ª debe producirse en El Cabanyal - con tranquilidad y acierto.
Contemplo, entusiasmado, con la lentitud que es de menester, el retablo del Centenar de la Ploma, datado en el primer cuarto del siglo XV, nuestro siglo de oro valenciano, atribuido al pintor alem¨¢n, afincado en Valencia, Mar?al de Sax, preferentemente ubicado en la sala de los tapices de Rafael. Me contrar¨ªa tener que lamentar la ausencia de nuestras tierras de obra tan importante del arte medieval valenciano, que fue adquirida para el museo de South Kensington, en el a?o 1864, procedente del mercado franc¨¦s. Se trata de un retablo t¨ªpico valenciano de estilo g¨®tico internacional de gran expresividad y movimiento de sus figuras.
El altar est¨¢ compuesto por veinte paneles representando leyendas de St. George, nuestro Sant Jordi, con diez escenas de la pasi¨®n de Cristo. La pieza central ilustra la leyenda del guerrero santo y su victoria sobre el drag¨®n, junto a la victoria de Jaume I sobre los ¨¢rabes en la batalla de El Puig, en 1237, cuando la leyenda atribuye la victoria de nuestro rey a la providencial ayuda de la aparici¨®n del santo, como as¨ª recrean anualmente las numerosas fiestas de ¡°moros i cristianos¡± que se celebran en poblaciones de nuestro pa¨ªs. Vila-Matas, recoge con acierto, al dibujar el mapa de su vida, la frase, ¡°yo viajo para conocer mi geograf¨ªa¡±. Este es tambi¨¦n el objeto de mis visitas. Pues Londres, como Par¨ªs, no se acaba nunca. El cuadro de Mar?al de Sax, est¨¢ en la geograf¨ªa de todos los valencianos
De regreso hacia Valencia, tras el tradicional jam¨®n ahumado asado, roast gammon, del almuerzo de los domingos ingleses, me dirijo hacia el aeropuerto donde, al atardecer, me encuentro en el mismo vuelo con varios seguidores, uniformados con camiseta rojiblanca, del Stoke City. Se desplazan con tiempo, hacia Valencia, pues el partido de vuelta es el jueves, para la competici¨®n futbol¨ªstica europea que disputan con el Valencia. Me dicen, orgullosos, que su club es el Stoke, fundado en 1863 y su hinchada conocida como The Potters por su industria cer¨¢mica, pottery. Indican, abriendo la palma de la mano, que s¨®lo cinco valencianos, acudieron a Stoke on Trent a animar a su equipo, mientras que ellos ser¨¢n cinco mil. Piensan que el Valencia ganar¨¢, pero que el viaje igual les merece la pena. Acaban de clasificarse en la copa inglesa para jugar frente al Liverpool y siempre no se puede ganar. Se despiden, deportivamente, con una pregunta, ?encontraremos sidra? Les tranquilizo, seguro.
Ya anochecido, medio adormecido en el asiento del avi¨®n, repaso las experiencias del d¨ªa. Recuerdo la conversaci¨®n matutina con Vila-Matas, la visita al museo, la impresionante obra de Mar?al de Sax, el casual encuentro con los aficionados del Stoke, la lecci¨®n de deportividad que supone disputar y no necesariamente tener que ganar. Cuando convivir es m¨¢s importante que convencer, disentir ya es resistir. Toda una lecci¨®n para quienes por unos d¨ªas regresamos peri¨®dicamente a la ciudad inglesa para repasar, con el poeta y escritor londinense, John Milton, el arte de convivir.
Alejandro Ma?es es licenciado en Ciencias Econ¨®micas y Derecho
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