Lloviendo porras
"Aspirantes a bachiller, en las manis exhiben pancartas con los iconos que hace cuatro d¨ªas les ense?aban a leer: Mafalda, y un Teo que primero estudia, luego recibe y despu¨¦s ya no estudia"
La vida tiene casualidades. Y mientras multitud de estudiantes recorren Col¨®n para recriminar sus errores a la sin par delegada gubernamental, una publicidad all¨ª mismo les comunica la buena nueva: ¡°Los j¨®venes de Valencia tienen m¨¢s ventajas¡±. Se promociona la ¡°hipoteca joven¡±, avalada por un sagaz Ayuntamiento que ha dado con la vera explicaci¨®n a tanto cabreo juvenil: estas criaturas son de un rojo peligroso y sus profes y familias, ni te cuento.
Maite Larrauri asegura que la gente joven no aprende con las asignaturas, sino con lo que ocurre en derredor, y que todo este conflicto est¨¢ sirviendo para ayudarles a pensar, debatir, organizarse. Lo que educa es el ambiente, y por eso no importa tanto atiborrar sus cabezas de conocimientos como estimular su autonom¨ªa, conducirles a crecer, a ser mejores: ¡°No hay m¨¦todo para pensar; pensar es el m¨¦todo¡±. Aspirantes a bachiller, en las manis exhiben pancartas con los iconos que hace cuatro d¨ªas les ense?aban a leer: Mafalda, y un Teo que primero estudia, luego recibe y despu¨¦s ya no estudia.
Tan noble y valiente reacci¨®n indica, seg¨²n la historiadora Dolores S¨¢nchez, que tampoco se hab¨ªan echado tanto a perder como cre¨ªamos al verles tan ensimismados, tan ajenas a la realidad del mundo m¨¢s all¨¢ de sus tiernos ombligos.
La vida tiene casualidades. Se presentaba el libro de Larrauri L¡¯educaci¨® segons John Dewey (T¨¤ndem) en la misma sala donde pod¨ªamos contemplar la exposici¨®n J¨®venes obreros en el para¨ªso. Fotograf¨ªas tomadas entre 1940 y 1975 en los Altos Hornos del Mediterr¨¢neo, y protagonizadas por chavales mayormente con boina y sin casco, r¨²sticas alpargatas, y s¨®lo unos pocos vistiendo mono que se intuye azul. Pero seguramente felices porque era un buen trabajo, mejor que el de sus padres, y porque la empresa les pon¨ªa escuela y campo de deportes. As¨ª les vemos, met¨¢foras de las m¨¢quinas nov¨ªsimas, revistiendo los altos hornos, colocando maquinaria y tramos de la tuber¨ªa principal del gas, o ajustando una rueda dentada. Afanados en levantar un imperio industrial que se convertir¨ªa durante d¨¦cadas en el eje de la vida de la comarca y m¨¢s all¨¢.
Hoy los j¨®venes obreros
Hoy los j¨®venes obreros han perdido el para¨ªso y seg¨²n sus improbables patronos habr¨¢n de buscarlo en Laponia, que es, por cierto, donde el profesorado es m¨¢s respetado y mejor pagado. Alargan la vida escolar por si entretanto escampa pero, como dice Santos N¨²?ez, solo se detectan brotes pardos. Demasiado parecidos a aquellos tiempos grises llenos de grises.
¡°La educaci¨®n no es parte de la vida, ES la vida¡± (Helena Ferrando) y necesita un buen ambiente. Tambi¨¦n se requieren ense?antes con vocaci¨®n y paciencia, que no entren al aula como quien encara al enemigo, que sepan que la docencia es una de las tareas m¨¢s nobles y que lo que se vive en la escuela marcar¨¢ para siempre. Incluyendo la lluvia de porras.
A golpe de agresiones y desprecio (que dan m¨¢s corn¨¢s que los barracones y el fr¨ªo) la muchachada est¨¢ saliendo de la edad de la inocencia.
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