Manuel Rivera vuelve a la casa de Guerrero
Una exposici¨®n recorre la evoluci¨®n del artista de su Granada natal a Nueva York
Apenas hab¨ªan pasado 10 a?os de la muerte de Federico Garc¨ªa Lorca, que hab¨ªa resonado m¨¢s all¨¢ del oc¨¦ano y atravesado el coraz¨®n de ciudades como Nueva York o Buenos Aires, cuando Manuel Rivera, un joven granadino que contaba con el apoyo de su padre, comenzaba sus estudios en la tradicional Escuela de Artes y Oficios de su ciudad con el prop¨®sito de convertirse en pintor. A?os despu¨¦s, aquel joven iba a viajar a Nueva York y a convertirse en un gran artista capaz de exponer en el MOMA y de influir en desarrollo del arte espa?ol de su ¨¦poca.
El Centro Jos¨¦ Guerrero de Granada ha reunido parte de la obra de Rivera en una exposici¨®n titulada De Granada a Nueva York, que podr¨¢ visitarse hasta el pr¨®ximo mes de junio. La muestra ha sido comisariada por Alfonso de la Torre, para quien los 34 cuadros expuestos del granadino son ¡°un ejemplo del artista contempor¨¢neo¡± que ofrece la oportunidad de adentrarse en el archivo del pintor, sobre el que se ha producido una ¡°revisi¨®n exhaustiva¡±.
En opini¨®n de Yolanda Romero, directora del centro, la exposici¨®n analiza por primera vez de forma sistem¨¢tica y rigurosa un periodo de la obra de Rivera que abarca desde los or¨ªgenes de su formaci¨®n en Granada hasta su presencia en Nueva York. ¡°Se trata de una etapa de gran inter¨¦s para historiadores y personas interesadas en su obra¡±, aclar¨®. Adem¨¢s, es una oportunidad ¨²nica de ver en un mismo espacio las obras de Guerrero y Rivera, que escogieron dos tendencias art¨ªsticas que marcaron la posguerra y que tuvieron un mismo proceso formativo en sus or¨ªgenes. ¡°Ambos tuvieron al mismo maestro, Gabriel Morcillo, pero cada uno sigui¨® una trayectoria muy diferente. La obra de Rivera sigue las claves europeas, dominadas por la experimentaci¨®n con los materiales, mientras que Guerrero se asemeja a la escuela americana. Pese a todo, ambos mantuvieron siempre una fuerte relaci¨®n de amistad¡±, dijo Romero.
Las obras se acompa?an de diferente documentaci¨®n, como cartas o fotograf¨ªas, que sirven para reconstruir los a?os de formaci¨®n del pintor que partiendo de la tradici¨®n local de finales de los a?os cuarenta continu¨® form¨¢ndose y participando en exposiciones en su Granada natal hasta que en 1954 se traslad¨® a Madrid. All¨ª tom¨® parte en algunos acontecimientos fundamentales para la ¨¦poca como la fundaci¨®n del grupo El Paso.
Apenas una d¨¦cada despu¨¦s de acabar sus estudios, Rivera ya mostraba sus famosas mallas met¨¢licas en Estados Unidos, en museos como el MOMA o el Guggenheim de Nueva York, donde expuso en 1960 y donde entr¨® en contacto con agentes fundamentales para el desarrollo y la difusi¨®n del expresionismo abstracto como Daniel Cordier, Frank O¡¯Hara o Pierre Matisse.
?C¨®mo lleg¨® Rivera a Nueva York? ?D¨®nde se produce el salto o la brecha que convierte a un joven granadino en un artista en la Gran Manzana? Posiblemente fue gracias a la Bienal de Arte de Sao Paulo de 1957, en la que Rivera exhibi¨® en el pabell¨®n espa?ol una decena de obras con telas met¨¢licas. Ocho de ellas pueden admirarse en la exposici¨®n de Granada, ocho golpes al destino que forman parte de una serie titulada Metamorfosis.
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