¡®El pelele¡¯ ya vuela en Caixaf¨°rum
Empieza la instalaci¨®n de la exposici¨®n 'Goya. Luces y sombras' La exposici¨®n re¨²ne cerca de un centenar de piezas procedentes del Prado
El primero de los goyas del Museo del Prado en colgar de las paredes de Caixaf¨°rum de Barcelona para formar parte de la gran exposici¨®n que se inaugurar¨¢ el pr¨®ximo jueves ha sido El pelele, un ¨®leo sobre lienzo -originalmente uno de los ¨²ltimos cartones para tapices que realiz¨® Francisco de Goya- pintado entre 1791 y 1792 para el gabinete del Carlos III en El Escorial. Esta pieza exquisita, ligera y de colores claros, que reivindica claramente el poder de las mujeres burl¨¢ndose de la imagen del macho, es el mejor anuncio de lo que ser¨¢ la exposici¨®n Goya. Luces y sombras, el plato estrella de la programaci¨®n del a?o del d¨¦cimo aniversario de la puesta en marcha de Caixaf¨°rum en la antigua f¨¢brica Casaramona, al pie de la monta?a de Montju?c.
Las casi cien obras del pintor aragon¨¦s llegaron ayer por la ma?ana en varios camiones procedentes de la pinacoteca madrile?a y, una vez colocadas, dialogar¨¢n con las de la exposici¨®n de uno de los pintores a quien m¨¢s influy¨®, el franc¨¦s Eug¨¨ne Delacroix, que ocupa tambi¨¦n varias salas de Caixaf¨°rum. La oportunidad de contemplar en el mismo espacio expositivo las obras de estos dos grandes maestros ser¨¢ dif¨ªcilmente repetible.
La exposici¨®n estar¨¢ estructurada en forma cronol¨®gica y forma parte del acuerdo de colaboraci¨®n entre la Obra Social La Caixa y el Museo del Prado. Entre las obras m¨¢s conocidas que se podr¨¢n ver en Barcelona figuran La maja vestida, La sombrilla, Vuelo de brujas y Todav¨ªa aprendo. Uno de los objetivos de la exposici¨®n es mostrar el virtuosismo t¨¦cnico de Francisco de Goya, uno de los elementos claves para entender con qu¨¦ armas contaba el genial artista aragon¨¦s para abrir las puertas del arte moderno, algo que se pondr¨¢ sin duda en evidencia cuando se compare con la exhibici¨®n de Delacroix, que qued¨® completamente fascinado por la obra de Goya cuando pas¨® por Madrid en 1832, y su trabajo, marcado por la contemplaci¨®n de Los caprichos, de Goya, que guardaba el embajador de Francia.
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