Vecino, construye tu ciudad
Son ciudadanos que han decidido hacer el espacio p¨²blico m¨¢s habitable y democr¨¢tico
El d¨ªa que un ciclista descubre que el carril-bici por el que pedalea est¨¢ sembrado de farolas, nace una sospecha. Cuando circula por otro que va a morir en una carretera llena de coches, esta se hace persistente. Al darse cuenta de que lleva horas circulando en un anillo que no lleva a ninguna parte ya no le queda duda: la persona que ha dise?ado los carriles-bici de su ciudad solo ha visto una bicicleta en fotos.
Para combatir este mal, la asociaci¨®n Geomun2.0, dedicada a la cartograf¨ªa colaborativa, organiz¨® en enero un taller con el fin de que quienes montan en bicicleta dise?en una red de carriles funcional. Los participantes llegan al local del MediaLab-Prado donde son las sesiones y se sientan en sillas blancas. En las que quedan libres dejan sus cascos de bicicleta.
Olga Terroba, la coordinadora del taller, plantea sus objetivos: adem¨¢s del obvio de dise?ar el carril, quiere fomentar que los ciudadanos mejoren el espacio p¨²blico y popularizar el software libre con que trazar¨¢n los mapas. A?adir desde casa informaci¨®n a las plantillas de OpenstreetMap no es m¨¢s dif¨ªcil que buscar una direcci¨®n en Google. Un administrador que trabaja con los criterios definidos en el taller se encargar¨¢ de revisar los datos que los usuarios suban desde casa. Tambi¨¦n pueden adjuntar fotos o v¨ªdeos de Youtube con m¨¢s informaci¨®n.
En vez de protestar, queremos promover soluciones m¨¢s pr¨¢cticas que las que ofrecen pol¨ªticos que desconocen la realidad¡±, explica Olga.
¡°En vez de protestar, queremos promover soluciones m¨¢s pr¨¢cticas que las que ofrecen pol¨ªticos que desconocen la realidad¡±, explica Olga. ¡°La gente propone y nosotros, los t¨¦cnicos, ponemos medios¡±. El taller comprende cuatro sesiones en las que se discute, se organiza una salida para tomar datos de la calle y se suben estos a los mapas. Cuatro d¨ªas que pretenden convertirse en la semilla de un trabajo prolongado que presentar a la Administraci¨®n.
Al taller est¨¢n inscritos 60 participantes, pero a la primera sesi¨®n asiste solo una treintena. En la ¨²ltima ser¨¢n diez, el n¨²cleo duro del proyecto. La mayor¨ªa trae sus propios ordenadores, y los dirige el esp¨ªritu asambleario del 15-M: no hay l¨ªderes en los debates, lo que hace que se combinen discusiones ¨²tiles con peroratas que mueren entre inc¨®modos silencios. Entre todos, poco a poco van a?adiendo ramales al carril.
Una posici¨®n activa
Esta experiencia de urbanismo colectivo no nace de la nada. Cada vez m¨¢s colectivos comparten una idea participativa del dise?o de la ciudad. Algunos son m¨¢s cr¨ªticos con el papel de los poderes p¨²blicos, que consideran que no est¨¢n pendientes de las necesidades de los ciudadanos; otros creen que a veces los vecinos no localizan sus necesidades porque nunca pensaron que pudieran satisfacerlas.
Uno de los grupos que m¨¢s ¨¦xito ha tenido con din¨¢micas del estilo es Basurama, un grupo de arquitectos especializado en reciclaje y proyectos sociales. Un ejemplo claro de su modus operandi se encuentra en una instalaci¨®n de columpios en la Noche en Blanco de 2010. Como comisarios del evento contrataron a otro grupo de arquitectos, Zuloark, que hab¨ªa elaborado un proyecto con vecinos del poblado de El Gallinero. Despu¨¦s de hablar con la parroquia de Santo Domingo de la Calzada, Zuloark construy¨® toboganes y balancines a base de tuber¨ªas y neum¨¢ticos y los instal¨® en la Gran V¨ªa para la noche en cuesti¨®n, con la intenci¨®n de trasladarlos luego al poblado. Los ni?os de El Gallinero recibieron con entusiasmo los columpios, y a partir de ah¨ª se abri¨® una v¨ªa de trabajo con los vecinos que ha dado lugar a equipamientos como una marquesina en la que resguardarse a esperar el autob¨²s.
Una nueva iniciativa de Basurama son los Autobarrios en San Crist¨®bal, un proyecto para ayudar a los vecinos a construir equipamientos propios. Ahora est¨¢ en su primera fase. ¡°Hay que delimitar si lo que falta es un campo de recreo, un cine al aire libre o una estructura para reparar bicis¡±, explica Juan en nombre del colectivo. La etapa de discusiones es vital, y hay que tener ¡°cierto callo¡± para dirigirla bien, explica. ¡°Les dejamos claro que no llegamos con un regalo. Son ellos los que construyen y cuidan todo; nosotros ayudamos¡±, cuenta. ¡°Hay que ense?ar a no depender de una subvenci¨®n¡±.
Urbanismo colectivo en Madrid
Esta es una plaza. Pionera en la materia, es un solar reconvertido de la calle de Doctor Fourquet. Defensores del decrecimiento y muy pr¨®ximos al 15-M.
El Campo de la Cebada. Sobre el solar de la piscina de La Latina los vecinos han creado una plaza que tiene hasta enchufes para cargar el m¨®vil.
Proyecto de carril-bici. Uno de los grupos de trabajo del taller Ciudad y Procom¨²n apadrinado por el gur¨² Juan Freire.
Autobarrios. En el barrio de San Crist¨®bal, es una de las nuevas iniciativas de Basurama. Los vecinos deben elegir sus equipamientos.
El objetivo es que los Autobarrios desemboquen en una din¨¢mica similar a la que ya existe en El Campo de Cebada. Este espacio ocupa el solar en el que se levantaba la piscina de La Latina. En 2007 el Ayuntamiento la demoli¨® con la promesa de poner en pie una m¨¢s moderna, pero la crisis fren¨® la obra. Los vecinos protestaron por el abandono del lugar hasta que, a ra¨ªz de otra acci¨®n de la Noche en Blanco, se dieron cuenta de que pod¨ªan sacarle mucho partido. En esta ocasi¨®n fueron unos artistas franceses quienes construyeron una minipiscina. Cuando la actividad se acab¨®, algunos habitantes del barrio impulsaron la recuperaci¨®n del espacio y pronto encontraron la complicidad de miembros de Zuloark que viv¨ªan cerca.
El Campo de Cebada aparece ahora como una hondonada en medio de la calle de Toledo acotada por muros llenos de grafitis y peculiaridades como un sistema el¨¦ctrico propio. No pretende ser un espacio alternativo, sino lo m¨¢s comunitario posible. Desde febrero cogestionan la plaza entre vecinos y Consistorio. Jacobo Garc¨ªa, de 19 a?os y residente en el barrio, explica c¨®mo administran el espacio: ¡°No queremos sustituir al Ayuntamiento, sino que este se responsabilice y nos ayude¡±. M¨¢s all¨¢ de contar con una plaza a su medida, los vecinos quieren establecer un precedente para cuando se construya el nuevo equipamiento, porque no renuncian a ¨¦l. ¡°Perseguimos que lo que se levante se gestione como un bien colectivo al que todo el mundo aporte¡±, dice Jacobo.
Un paseo una tarde cualquiera basta para ver c¨®mo funciona El Campo. A las cinco de la tarde solo pulula por ah¨ª un integrante de Zuloark que no quiere ser identificado (algo t¨ªpico del grupo: por eso se cubren la cara en una de las fotograf¨ªas que ilustra este reportaje). Est¨¢ parado frente a una monta?a de piedras que acaba de dejar un cami¨®n. Media hora despu¨¦s, la plaza se llena de gente dando paladas, preparando bancales para construir una huerta, caminando por las pasarelas a¨¦reas que llevan al contenedor en el que guardan herramientas¡
¡°Con estos proyectos se consigue que la gente se responsabilice de los equipamientos. Son suyos y los cuida como tales; no son cosas que el Ayuntamiento ha colocado ah¨ª sin m¨¢s¡±
Mientras arregla un manto de pl¨¢stico para aislar los bancales, otro miembro de Zuloark explica por qu¨¦ considera la plaza un campo de experimentaci¨®n perfecto para los arquitectos. ¡°Para eso tenemos que servir ahora: para entender los espacios, escuchar a la gente y construir con ella seg¨²n sus necesidades¡±, dice. Tampoco quiere que se le cite por su nombre, pero quien se acerque al solar le reconocer¨¢ f¨¢cilmente porque debe de lucir la barba m¨¢s larga entre los treinta?eros de Madrid. ¡°Con estos proyectos se consigue que la gente se responsabilice de los equipamientos. Son suyos y los cuida como tales; no son cosas que el Ayuntamiento ha colocado ah¨ª sin m¨¢s¡±. Mientras habla, a unos metros de ¨¦l hay unas porter¨ªas de f¨²tbol y l¨ªneas pintadas en el suelo. Explica que, para que el bal¨®n no se les escape, los ni?os que juegan cierran la pista con bancos que traen de todas las esquinas de la plaza. ¡°Eso es lo que queremos¡±, cuenta entusiasmado: ¡°Que el espacio resulte din¨¢mico y multifuncional, que la gente lo modifique seg¨²n lo necesite¡±.
Teor¨ªa y pr¨¢ctica
Con su gesto los ni?os le dan una encarnaci¨®n pr¨¢ctica a la teor¨ªa. Porque, no hay que enga?arse, detr¨¢s de esta familia de iniciativas existe una base te¨®rica, figuras acad¨¦micas como la del prosumidor?(el ciudadano que, adem¨¢s de consumir, produce ideas e infraestructuras) o disquisiciones sobre el papel de internet en las relaciones humanas (estos colectivos se citan en redes sociales, alimentan blogs y promueven el software libre para crear entre todos). Puestos a analizar el asunto con ojos acad¨¦mico, tampoco se puede negar que son unos factores sociales muy claros los que explican por qu¨¦ en entornos como el del barrio de La Latina (con poblaci¨®n joven, comprometida y lo suficientemente pr¨®spera como para vivir en el centro) estos proyectos funcionan tan bien, mientras que en El Gallinero Zuloark encuentra infinitos problemas para trabajar. En concreto, en el poblado se enfrentan con otra escuela te¨®rica muy potente: la de los deconstructivistas, como se podr¨ªa etiquetar a los vecinos especializados en desmontar todas las estructuras que levantan los arquitectos para revenderlas a chamarileros por partes.
Por eso es interesante recordar que, desnuda de toda de todo discurso te¨®rico y lejos de arquitectos y urbanistas, en la Comunidad de Madrid se puede encontrar una materializaci¨®n casi perfecta del modelo que defienden estos nuevos alba?iles de la ciudad. Est¨¢ en Rivas-Vaciamadrid y se trata de un espacio muy modesto, una simple monta?a. La levantaron en 2009 unos chicos aficionados al bici-cross que no ten¨ªan en d¨®nde entrenar. Se acercaron a la Casa de la Juventud y plantearon lo que quer¨ªan. All¨ª les dieron toneladas de grava y herramientas. A cambio, ellos aceptaron invertir las tardes de medio a?o en levantar un circuito en medio del parque de Montarco, hasta entonces dep¨®sito de basura del botell¨®n m¨¢s cercano. Tuvieron su premio: una pista sobre la que lanzarse con sus bicicletas a practicar derrapes y piruetas. Al preguntarle a Chapo, uno de los integrantes de aquel grupo por qu¨¦ lo hicieron, su respuesta no puede ser m¨¢s sencilla: ¡°Porque nos apetec¨ªa y porque pod¨ªamos¡±. El principio de la acci¨®n reducido a un impulso: si quieres algo, no esperes a que lo hagan por ti; si tienes un Ayuntamiento, p¨ªdele que ayude a construir la ciudad en la que quieres vivir.
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