La Transici¨®n fuera del palacio
Hace 40 a?os que la polic¨ªa franquista asesin¨® en Ferrol a Amador Rey y Daniel Niebla
Existe un relato, el dominante, que habla de un tardofranquismo institucional en el que proliferan dem¨®cratas camuflados y de una Transici¨®n con padresy dise?ada en pasillos de palacios. Pero frente a esta po¨¦tica del sal¨®n noble existi¨® la realidad de las calles, los monos azules, la asamblea ilegal, la violencia. ¡°La democracia no la ha tra¨ªdo el Rey, ni los ponentes de Franco, ni la oligarqu¨ªa: la trajeron las fuerzas del trabajo, los resistentes, los estudiantes¡±. Lo comprob¨® en su propia piel Rafael Pillado, dirigente de las clandestinas Comisiones Obreras de Ferrol cuando, un diez de marzo de hace 40 a?os, la Polic¨ªa Armada asesin¨® a los obreros de Baz¨¢n Daniel Niebla y Amador Rey.
Aquella fecha ha pasado a la historia como D¨ªa da Clase Obreira Galega. Algunos sindicatos la conmemoran con manifestaciones ¡ªen clima de prehuelga, la CIG ha convocado hoy marchas en todas las ciudades¡ª y otros con ofrendas. Hasta el Parlamento, en 1997, reconoci¨® institucionalmente la jornada. ¡°La conciencia democr¨¢tica que germin¨® dentro de los muros de Baz¨¢n acab¨® traslad¨¢ndose a toda Galicia¡±, considera el historiador Jos¨¦ G¨®mez Al¨¦n, uno de los escasos investigadores del movimiento obrero gallego y coautor de una monograf¨ªa sobre aquellos acontecimientos.
El astillero p¨²blico negociaba entonces su convenio colectivo. Un a?o antes, en 1971, militantes comunistas y de Comisiones infiltrados en el Sindicato Vertical hab¨ªan copado los puestos del jurado de empresa de la factor¨ªa de Ferrol. No as¨ª en San Fernando (C¨¢diz) ni en Cartagena, donde se encontraban otras plantas importantes de Baz¨¢n. Al iniciar conversaciones con la empresa, los gallegos exigen separarse del conjunto de la compa?¨ªa y pactar sus propias condiciones laborales. La direcci¨®n acepta, pero enseguida rectifica. ¡°Hubo un tir¨®n de orejas¡±, aventura G¨®mez Al¨¦n, ¡°y Mart¨ªn Villa, secretario general del sindicato oficial, lo echa atr¨¢s¡±. Saldo, siete despedidos: Manuel Amor Deus y el propio Rafael Pillado entre ellos.
¡°La conciencia democr¨¢tica de Baz¨¢n pas¨® al pa¨ªs¡±, seg¨²n G¨®mez Al¨¦n
Es 9 de marzo y los trabajadores se concentran en la f¨¢brica. All¨ª fichaban unos 6.000 empleados fijos y casi 2.000 en las auxiliares. Reclaman la readmisi¨®n de los represaliados. ¡°A las cinco de la tarde, la polic¨ªa entra y desaloja la factor¨ªa; salimos en manifestaci¨®n por toda la ciudad, paramos autobuses, pedimos ayuda¡±, rememora Rafael Pillado. Esa misma noche, los obreros organizan la respuesta a la represi¨®n de la empresa y de la polic¨ªa. A las ocho y media de la ma?ana del 10 de marzo de 1972, despu¨¦s de comprobar el cierre patronal de Baz¨¢n, una columna de 4.000 personas se planta en los Cantones frente a la sede del Sindicato Vertical. ¡°Acordamos paralizar la ciudad y dirigirnos hacia el barrio de Caranza, que en aquel momento estaba en construcci¨®n¡±, recuerda, ¡°y cont¨¢bamos con que se sumasen los de Astano¡±. Entonces irrumpen los grises.
¡°Los manifestantes respondimos con piedras e hicimos escapar a la polic¨ªa, que se refugi¨® en el cuartel¡±. Pero tras esa retirada, un reguero de sangre: los cad¨¢veres de Amador Rey y Daniel Niebla, un hist¨®rico dirigente obrero como Julio Aneiros al borde de la muerte y m¨¢s de un centenar de heridos. Dos vi¨²das ¡ªla de Niebla muri¨® y la de Rey y sus dos hijos vuelven a sufrir ahora el incierto futuro del naval gallego. Nunca nadie fue juzgado por los hechos.
Para el sindicalista Pillado, ¡°aquello fue muy importante para la democracia¡±
A los pocos d¨ªas de la matanza, llegaron las detenciones. ¡°A m¨ª me detienen el d¨ªa 14¡±, relata Pillado quien, junto a Aneiros, Manuel Amor Deus o Jos¨¦ Mar¨ªa Riob¨®, pas¨® m¨¢s de cuatro a?os en c¨¢rceles de la dictadura repartidas por la geograf¨ªa peninsular. ¡°Utilizaron la pol¨ªtica de dispersi¨®n para que no colabor¨¢semos¡±, dice, antes de concluir: ¡°Pero todo aquella acci¨®n fue muy importante para conseguir la democracia¡±.
Fueron los ¨²ltimos presos obreros del franquismo. Los que con su resistencia en la tierra del Caudillo ocuparon las portadas de The Guardian, de Le Monde, del New York Times. ¡°Estoy en condiciones historiogr¨¢ficas, es decir, cient¨ªficas, de afirmar que la clase obrera gallega, y la de Ferrol en particular se coloc¨® en primer plano de las luchas sociolaborales por la democracia¡±, asegura Gomez Al¨¦n. Aquel sindicalismo entend¨ªa de pol¨ªtica y recog¨ªa la experiencia de Baz¨¢n en la Rep¨²blica, cuando los operarios se opusieron con armas en la mano al levantamiento fascista del 36. ¡°En los sesenta llegaron a tener dentro una vietnamita¡±, explica, ¡°todav¨ªa hoy contin¨²a siendo una factor¨ªa con un elevado nivel de sindicaci¨®n de los trabajadores y eso responde a una tradici¨®n¡±. Y en este punto coinciden de nuevo investigador e investigado. ¡°Porque la Transici¨®n no fue una operaci¨®n de ingenier¨ªa de unas cabezas pensantes¡±, resume el historiador, ¡°sino el resultado de la presi¨®n desde abajo de un sector de la sociedad, de los obreros¡±.
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