La Academia informa
Tengo la impresi¨®n de que muchas personas, independientemente del g¨¦nero, nos hemos sentido aliviadas al leer el informe redactado por el acad¨¦mico de la Lengua Ignacio Bosque y suscrito por todos los acad¨¦micos, numerarios y correspondientes, que asistieron al pleno de la Real Academia Espa?ola celebrada el pasado 1 de marzo. El informe, adem¨¢s de relevante, me parece convincente y los motivos para el alivio son variados. Por un lado, est¨¢ claro que ya era hora de que se planteara un debate en serio en torno al asunto del sexismo del idioma y, por otro, estamos m¨¢s seguros de que las soluciones propuestas por las "gu¨ªas de lenguaje no sexista" elaboradas por distintos organismos e instituciones son muy dif¨ªciles de poner en pr¨¢ctica de forma sensata o, simple y llanamente, no deb¨ªan ponerse en pr¨¢ctica.
Siempre me ha parecido un engorro tener que repetir en masculino/femenino las palabras referentes a g¨¦nero. Tampoco he entendido por qu¨¦ lo pol¨ªticamente correcto pasaba por tener que poner el femenino detr¨¢s del masculino (le/la, ellos/as¡.). ?Por qu¨¦ no pod¨ªa ser en el orden inverso? Hab¨ªa, pensaba, otras posibilidades que pod¨ªan haberse planteado. Por ejemplo, el aceptar que un texto estuviera escrito siempre en femenino cuando tuviera sentido hacerlo o no dificultara la comprensi¨®n de lo que se quisiera transmitir. Esto obviamente se me ocurri¨® al leer art¨ªculos cient¨ªficos de econom¨ªa en los que la referencia al g¨¦nero era siempre el femenino. No tarde en darme cuenta de que esto no ten¨ªa sentido. El ingl¨¦s y el castellano est¨¢n sujetos a diferentes normas.
En cualquier caso, con la ya adquirida costumbre de o¨ªr o leer discursos ¡°pol¨ªticamente correctos¡± es dif¨ªcil no plantearse si no seguir las pautas que indican las gu¨ªas no ser¨¢ un comportamiento err¨®neo, m¨¢ximo siendo mujer. Mis dudas no eran s¨®lo m¨ªas; hay m¨¢s mujeres que las comparten. Estamos acostumbradas a utilizar el masculino y hacerlo extensivo a las mujeres; quiz¨¢ abusemos de esta costumbre y es preciso tener m¨¢s cuidado, pero de ah¨ª a pensar que hay que evitar este tipo de expresiones en todos los casos y circunstancias hay todo un trecho. El informe clarifica este punto de forma meridiana.
Ya era hora de que se planteara un debate en serio en torno al asunto del sexismo del idioma
Pero hay m¨¢s certezas. La certeza de que la Academia acepta que existe discriminaci¨®n hacia la mujer en nuestra sociedad ¡ªla evidencia sobre la incidencia de la crisis en las mujeres es abrumadora¡ª permite podernos plantear con tranquilidad la b¨²squeda un medio de evitar que el lenguaje se convierta en una batalla en la que, al final, sea la estructura del idioma, la belleza del texto o la comprensi¨®n del discurso los que salgan perjudicados.
Para las personas que no hayan tenido ocasi¨®n de seguir el debate sobre este asunto recojo otras tres ideas del informe. Habr¨ªa que convenir, como se afirma en el mismo, que personas que no usan las normas del lenguaje no sexista pueden y est¨¢n, en much¨ªsimas ocasiones, comprometidas con la defensa de los derechos de la mujer. Aceptar esta evidencia evitar¨ªa muchas suspicacias, sobre todo hacia las mujeres, que no siempre escribimos o hablamos siguiendo las normas del lenguaje no sexista y que claramente somos defensoras del sexo femenino. El uso de un lenguaje no sexista es una forma de lucha, pero no la ¨²nica; importa y mucho alcanzar otros logros, diferentes al de la visibilidad, utilizando otros medios disponibles. El logro de la no discriminaci¨®n, la eliminaci¨®n de la violencia contra las mujeres y la ruptura del techo de cristal son algunos de ellos.
En el informe se explica muy bien el porqu¨¦ no deben considerarse autom¨¢ticamente sexistas las manifestaciones verbales que no explicitan sistem¨¢ticamente la relaci¨®n entre g¨¦nero y sexo. No es lo mismo utilizar una frase que no visibiliza a la mujer, pero en la que las mujeres no nos sentimos excluidas, que utilizar frases que s¨ª nos excluyen. Un ejemplo del primer tipo es afirmar que ¡°Los directivos acudir¨¢n a la cena con sus mujeres¡±; un ejemplo del segundo caso es decir: ¡°Se har¨¢ saber a todos los directivos¡¡± En la primera frase todas las mujeres podemos sentirnos excluidas; en el segundo, aunque no se explicite la palabra ¡°directivas¡±, no necesariamente. Al menos, no todas.
La mayor parte de las gu¨ªas, recoge el informe, han sido escritas sin la participaci¨®n de los ling¨¹istas. Pod¨ªa sospecharse algo as¨ª, pero tener la certeza de que esto ha acontecido resulta sorprendente y decepcionante. Esta tarea deber¨ªa haber constituido un trabajo multidisciplinar.
El empe?o de las personas que se han preocupado por la influencia del idioma ha tenido efectos beneficiosos; conseguir que seamos m¨¢s conscientes de la forma en que nos expresamos es uno de ellos. Las gu¨ªas y su uso han conseguido, adem¨¢s, que la Academia reaccione y opine. Ser¨ªa de agradecer que los ling¨¹istas y todo el entramado existente para la defensa de la igualdad colaboraran para lograr objetivos, que, en principio, parecen sencillos: no discriminar, conseguir una mayor visibilidad de la mujer y respetar el idioma. Sabemos lo que la Academia opina. Nunca es tarde para alcanzar acuerdos.
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