Valderas tiene la llave
El l¨ªder de IU se presenta por ¨²ltima vez al caducar su mandato en la federaci¨®n
Hecho a s¨ª mismo. Ese es el comienzo invariable de cualquier biograf¨ªa oficiosa de Diego Valderas (Bollullos Par del Condado, Huelva, 1953), se?ero pol¨ªtico de la rama veterana de Izquierda Unida al que se le ha visto siempre como un hombre pegado al pueblo por su palmario acento choquero y una marcada querencia hacia los refranes y las frases hechas. Tambi¨¦n influye su cercan¨ªa, la ausencia de altivez y el hecho de no haber pasado por la Universidad ni necesitarlo para llegar a ser la segunda autoridad de Andaluc¨ªa: presidente del Parlamento. Lo que es un m¨¦rito doble si se calibra la condici¨®n minoritaria de su fuerza pol¨ªtica.
Su objetivo era intentar la remontada, despu¨¦s de la ca¨ªda de IU y su largo estancamiento (seis esca?os) que dura ya tres legislaturas. Y luego, tantear el poder, si el PSOE le necesita en un hipot¨¦tico Gobierno. Y eso es lo que ahora ocurre con ¨¦l. Valderas tiene la llave de Andaluc¨ªa. Y eso que esta era la ¨²ltima vez que se presentaba como candidato a la presidencia de la Junta de Andaluc¨ªa, pues este mismo a?o expira su mandado como coordinador auton¨®mico y los estatutos internos le impiden renovar el cargo.
Ha tocado todos los palos dentro de IU y ha sido presidente del Parlamento
Hu¨¦rfano, tuvo que emigrar siendo casi un adolescente a Barcelona, y a su vuelta aterriz¨® en la pol¨ªtica de la mano de Comisiones Obreras como enlace sindical de la Cooperativa Vin¨ªcola del Condado. En 1977 ingresa en el Partido Comunista y con solo 26 a?os gana la alcald¨ªa de su pueblo, donde empalma tres mayor¨ªas absolutas. En 1986 comienza su andadura auton¨®mica como diputado, y en 1994 bate una marca y consigue erigirse en el primer presidente del Parlamento andaluz de Izquierda Unida y de un partido distinto del PSOE. Se labra su fama de conciliador y poco pol¨¦mico en el breve recorrido de la pinza, la legislatura en que IU y PP sumaban mayor¨ªa y se dedicaban a acogotar con extravagantes perversidades a un PSOE desmadejado, que renaci¨® contra pron¨®stico en las elecciones de 1996.
Diego Valderas ordenaba el pleno la vez que la C¨¢mara auton¨®mica se pase¨® por todas las televisiones por un ataque de risa colectivo, sobrevenido despu¨¦s de un debate extenuante en el que se iba a dilucidar si se convocaban elecciones anticipadas o no. La tensi¨®n acumulada explot¨® pasada la media noche en forma de carcajada irresistible y contagiosa. En el v¨ªdeo de aquella gran risotada, que a¨²n navega por Internet, se puede ver c¨®mo Valderas se esfuerza por ponerse grave ante un desternillante Juan Santaella sin conseguirlo.
En el interior de su partido ha tocado todos los palos y ha recorrido tendencias variopintas, casi siempre del lado del aparato. Hace a?os propuso la disoluci¨®n del PCE, pero el escoramiento de IU hacia posiciones m¨¢s radicales ¡ªmerced a los equilibrios de la permanente guerra de guerrillas, cuyo seguimiento requerir¨ªa de un croquis¡ª le hizo abrazar con entusiasmo postulados extremos, sobre todo en la pasada legislatura, en la que la federaci¨®n de izquierda lleg¨® a instalarse a veces en espacios antisistema.
No es duro, pero son los duros del aparato comunista quienes le sostienen
Sus partidarios elogian la falta de aristas y el talante moderado de Valderas. Es su baza m¨¢s certera. Pero tambi¨¦n una debilidad: la trayectoria vol¨¢til por los entresijos de IU le resta credibilidad sobre el control de su propia candidatura. Sus enemigos aseguran que la pretendida bonhom¨ªa es una pose, una careta que esconde un colmillo afilado de buscavidas que jam¨¢s se apea del alambre. No es un duro, pero son los duros los que lo mantienen. No lleva por montera al aparato f¨¦rreo, pero es el aparato f¨¦rreo el que est¨¢ tras ¨¦l.
Entre sus adversarios cae bien. Manuel Chaves, primero, y Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, despu¨¦s, le han dado en los debates parlamentarios aut¨¦nticas conferencias sobre el ser o no ser de la izquierda. Especialmente el ¨²ltimo. Adopta sin sonrojo un tono de profesor entregado e imparte una lecci¨®n de fundamentos econ¨®micos que resbalan como gotas de sudor por las espaldas de Valderas, quien no se sale jam¨¢s del gui¨®n que trae escrito y ha pactado con el partido.
Amante de los circunloquios y construcciones verbales imposibles, es capaz de llevarse varios minutos dando vueltas sobre una idea sin llegar nunca a enhebrarla. Tiene alergia a los enunciados directos: antes muerto que sencillo. Cuentan que en el barrio sevillano de Triana hab¨ªa un militante que se dedicaba a recopilar los rodeos rimbombantes de Valderas, embelesado por tanto giro y disgregaci¨®n gratuita. En la antolog¨ªa hay una an¨¦cdota ilustrativa. Durante una reuni¨®n que ¨¦l presid¨ªa, anunci¨® el receso para el almuerzo de esta manera: "Vamos a proceder a levantar la sesi¨®n para dirigirnos todos al comedor y sustanciar la comida". Las muletillas valderianas van por rachas. Tuvo una ¨¦poca en la que colocaba la palabra "escenario" en todas partes. Le apodaron como el escen¨®grafo de IU. Ahora siente predilecci¨®n por los "elementos", que usa a modo de prefijo de cualquier sustantivo.
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