Rescatada una novela que Pardo Baz¨¢n escribi¨® con 13 a?os

Emilia Pardo Baz¨¢n nunca ocult¨® su precoz vocaci¨®n por las letras. Al contrario, sus propios apuntes autobiogr¨¢ficos revelan hasta qu¨¦ punto alardeaba de sus versos infantiles y las narraciones de su adolescencia. La condesa e impulsora de la Real Academia Galega, eso s¨ª, tuvo mucho cuidado de no dar carta de naturaleza a toda su prehistoria literaria. Quiso, como tantos otros autores antes y despu¨¦s, asegurar el estribo de su propia ilusi¨®n biogr¨¢fica. La Fundaci¨®n L¨¢zaro Galdiano, la Casa-Museo Emilia Pardo Baz¨¢n y Analecta Editorial rescatan uno de aquellos textos tempranos, hasta ahora parcialmente in¨¦dito. Aficiones peligrosas se presenta hoy en Madrid.

?Nacida en A Coru?a en septiembre de 1851, Pardo Baz¨¢n estaba a punto de cumplir los 15 a?os cuando comenz¨® a publicar Aficiones peligrosas en el verano de 1866. Lo hizo por entregas, y no era la primera vez, en El Progreso, el peri¨®dico de Pontevedra en el que hab¨ªa dado a conocer muy poco antes el cuento Un matrimonio del siglo XIX. Los responsables de esta edici¨®n creen, sin embargo, que la hab¨ªa escrito siendo a¨²n m¨¢s joven, con solo 13. Lo dec¨ªa la propia escritora en la dedicatoria del manuscrito que entreg¨® en 1898 a su amigo y bibli¨®filo Jos¨¦ L¨¢zaro Galdiano.

Ese original aut¨®grafo se hall¨® disperso en 2004 en la biblioteca de la Fundaci¨®n L¨¢zaro Galdiano. Con diez partes y un ep¨ªlogo, es mucho m¨¢s extenso que la versi¨®n publicada a finales de los a?os ochenta por Juan Paredes N¨²?ez, en la que se inclu¨ªan solamente los dos primeros cap¨ªtulos y tres fragmentos dispersos. Tras varios a?os de trabajo, ahora se publica reconstruida, ordenada y por primera vez completa en una versi¨®n ¡°fiel¡± a aquel manuscrito, sin tener en cuenta las correcciones posteriores. ¡°Bien escrita¡±, concluye Juan Antonio Yeves, director de la biblioteca, ¡°muestra su talento precoz, sus lecturas y sus preocupaciones, infrecuentes en una ni?a de 13 a?os¡±. Las aficiones peligrosas a las que se refer¨ªa la joven escritora eran, precisamente, las malas lecturas.