Veinte a?os siendo modernos
El Teatro Central, que ha colocado a Sevilla en el mapa internacional de las artes esc¨¦nicas, celebra su cumplea?os
Su primera piedra ya fue premonitoria. En lugar de pol¨ªticos metiendo el peri¨®dico del d¨ªa en una urna, el comienzo de las obras del Teatro Central de Sevilla estuvo animado por un ballet de seis excavadoras comandadas por el actor Albert Vidal quien, en un buen golpe de efecto, lleg¨® al solar de la isla de La Cartuja en helic¨®ptero. Corr¨ªa el a?o 1990, 20 de noviembre, y el proyecto del arquitecto Gerardo Ayala estaba destinado a convertirse en el "primer teatro total de nuevas tendencias de Europa", como lo define el estudio.
Tras dotarse de buenas vibraciones gracias a la intervenci¨®n de Vidal en Canto tel¨²rico a los cimientos del teatro, el espacio se inaugur¨® el 18 de abril de 1992 con el estreno de La gallarda, un in¨¦dito poema dram¨¢tico de Rafael Alberti. Veinte a?os despu¨¦s, el Central se prepara para celebrar que se ha mantenido fiel a sus principios y se ha convertido en referente de la escena m¨¢s vanguardista nacional e internacional. El cumplea?os se alargar¨¢ todo abril con una gran exposici¨®n sobre los 20 a?os del teatro y sus protagonistas y varios conciertos.
Manuel Llanes, al frente del proyecto desde su concepci¨®n, es el que ha hecho posible el milagro. Su trabajo ha colocado a Sevilla, que antes de la Exposici¨®n Universal de 1992 era puro barbecho en materia de cultura, en el mapa internacional de las artes esc¨¦nicas.
Bob Wilson, Bill T. Jones,? Patrice Ch¨¦reau y Abbey Lincoln han pasado por este escenario
Bob Wilson, Patrice Ch¨¦reau, Bill T. Jones, Steve Coleman, Hanna Schygulla, Diamanda Gal¨¢s o Abbey Lincoln son algunos de los artistas que han pasado por este escenario ubicado al borde del r¨ªo Guadalquivir y con un aforo de 450 personas. Las butacas pueden retirarse completamente cuando lo requiere la ocasi¨®n y entonces el aforo llega a 650 personas.
El Central se construy¨® gracias a un acuerdo entre la Sociedad Estatal Expo 92 y la Junta de Andaluc¨ªa, seg¨²n el cual seguir¨ªa funcionando despu¨¦s del evento. A pesar del convenio, la Consejer¨ªa de Cultura no retom¨® el proyecto hasta 1995; mientras tanto el espacio sirvi¨® de caj¨®n de sastre: plat¨® de televisi¨®n, lugar de ensayo de compa?¨ªas¡
Pasados los grandes fastos de la Expo, el Teatro Central, gestionado por la Consejer¨ªa de Cultura, se reabri¨® el 11 de octubre de 1995 con En la soledad de los campos de algod¨®n, dirigida por Patrice Ch¨¦reau. En estos 17 a?os ha ofrecido 2.048 representaciones a las que han asistido 524.850 espectadores ¡ªcifras recogidas hasta febrero de 2012¡ª. La media de espectadores por temporada ha sido de 32.000 y el ¨ªndice de ocupaci¨®n del 74%.
La versatilidad del espacio ha permitido ofrecer la trilog¨ªa de Peeping Tom
"El Central se plante¨® como un edificio para la nueva creaci¨®n, algo que en esos momentos supon¨ªa hacer una pol¨ªtica a largo plazo, sin complejos. Se trataba de ofrecer las ¨²ltimas tendencias esc¨¦nicas al p¨²blico, crear un espectador mucho m¨¢s informado y trabajar para aumentar su imaginario creativo", apunta el granadino Manuel Llanes, director art¨ªstico de los Espacios Esc¨¦nicos de la Consejer¨ªa de Cultura; lo que quiere decir que, adem¨¢s del Central, se encarga de los teatros C¨¢novas, en M¨¢laga, y Alhambra, en Granada.
"El Teatro Central fue una ventana por la que entr¨® aire fresco a Sevilla, un aire que enriqueci¨® con nueva informaci¨®n el gran bagaje cultural de tradiciones que tiene la ciudad", a?ade el director quien, con una programaci¨®n arriesgada de teatro, danza y m¨²sica, ha conseguido fidelizar al p¨²blico.
Compa?¨ªas como La, La, La Human Steps (Canad¨¢), Berliner Ensemble (Alemania), Needcompany (B¨¦lgica), Handspring Puppet Company (Sud¨¢frica), Schaub¨¹hne (Alemania) o el famoso montaje Las lamentaciones de Jerem¨ªas, del director ruso Anatoli Vassiliev, han dejado huella no solamente en el p¨²blico, sino tambi¨¦n en los creadores andaluces. "El Central no es solo un punto de exhibici¨®n, sino que tambi¨¦n se ha convertido en un punto de encuentro entre artistas y espectadores, como casi siempre ocurre de modo informal en el bar, y entre esos artistas y los creadores andaluces. Gracias a esos intercambios han crecido y se han lanzado a la escena nacional Guillermo Weickert, Juan Luis Matilla o Histri¨®n Teatro", apunta Llanes.
La versatilidad de sus salas le ha permitido asumir desaf¨ªos ¨²nicos como la representaci¨®n en un solo d¨ªa de la trilog¨ªa de danza contempor¨¢nea de los belgas de Peeping Tom: El jard¨ªn, El sal¨®n y El s¨®tano. Las tres obras se exhibieron dividiendo la Sala A en dos espacios y montando la complicada escenograf¨ªa del tercero en la Sala B. El p¨²blico fue movi¨¦ndose por el teatro, boquiabierto ante la resistencia de los bailarines que, b¨¢sicamente, eran los mismos en las tres piezas. Una proeza que Peeping Tom no ha vuelto a repetir.
El Central acogi¨® tambi¨¦n, con la misma f¨®rmula, la trilog¨ªa del dramaturgo y director madrile?o Alfredo Sanzol: Risas y destrucci¨®n, Si, pero no lo soy y D¨ªas estupendos. Otra de sus apuestas en exclusiva fue la de programar dos espect¨¢culos de la compa?¨ªa jerezana La Zaranda: Vinagre de Jerez y Cuando la vida eterna se acabe.
El reto al que se enfrenta ahora el Central, en el que trabajan 41 personas entre administraci¨®n, t¨¦cnicos y mantenimiento, es mantener el tipo con una ca¨ªda del 49% de su presupuesto entre 2008 y 2012. Los teatros Central, Alhambra y C¨¢novas, que se gestionan de forma conjunta, han pasado de tener 3.264.000 euros en 2008 a 1.663.000 euros en 2012. Una cantidad que, seg¨²n Manuel Llanes, es "el l¨ªmite por debajo del cual ser¨ªa dif¨ªcil mantener la exigencia de calidad a la que hemos acostumbrado a nuestros espectadores".
Sin embargo, a pesar de las estrecheces econ¨®micas, el futuro de este espacio pasa, en opini¨®n de Llanes, por "hacer coproducciones internacionales que catapulten definitivamente a nuestros creadores".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.