Un paseo triunfal
Iv¨¢n Ferriero se recrea en el ¨¦xito de quien lleva cuatro lustros en el oficio y se sabe arropado dentro y querido fuera del escenario
Ya casi se ha convertido en ritual: Iv¨¢n Ferreiro programa concierto en La Riviera y sus fieles madrile?os pulverizan las 2.000 entradas con varias semanas de antelaci¨®n. La cita de anoche no pod¨ªa ser una excepci¨®n, y menos cuando la excusa era el estreno de Confesiones de un artista de mierda, el ¨¢lbum con el que el vigu¨¦s revisa sus piezas m¨¢s emblem¨¢ticas en solitario y, s¨ª, de sus fruct¨ªferos a?os en Piratas. Tocaba repertorio complaciente, de grandes ¨¦xitos, salvo una inopinada lectura de Toxicosmos (Los Planetas). Y el impredecible Ferreiro, el mismo que cada jueves improvisa ante un pu?ado de ac¨®litos en un garito de Vigo, no se apart¨® del guion.
Lo hemos comprobado en otras ocasiones, pero no deja de asombrar c¨®mo un p¨²blico nutrido corea estrofa por estrofa esas letras enrevesadas, torturadas, a veces cr¨ªpticas. Desde Toda la verdad, saludada brazos en alto por la concurrencia, Iv¨¢n escenific¨® el paseo triunfal de quien lleva cuatro lustros en el oficio y se sabe arropado dentro y querido fuera del escenario.
Relajado como se le intu¨ªa, Ferreiro incluso aminor¨® su habitual talante espasm¨®dico y se divirti¨® en una velada m¨¢s afable que melodram¨¢tica. Aunque con evidentes picos de intensidad: la atormentada cr¨®nica de desamor en Extrema pobreza, los (f¨¢ciles) exabruptos de Farenheit 451, la inesperada escala en Tristeza (¡°tengo mi tristeza siempre ah¨ª, escondida, poni¨¦ndose guapa¡±). Hasta que lleg¨® el par¨¦ntesis piratesco y, con ¨¦l, la exaltaci¨®n: M en lectura minimalista, con Iv¨¢n solo frente al teclado; la excepcional Promesas que no valen nada, junto a ?lex Ferreira, y la ya ineludible A?os 80, que su autor rescata despu¨¦s de que aquella muchacha de OT la despedazase de mala manera el invierno pasado.
El resto transcurri¨® seg¨²n lo previsto, con Ferreiro gust¨¢ndose en su dulce madurez y dos de los m¨¢s singulares guitarristas de nuestra escena escolt¨¢ndole en cada extremo del escenario: Emilio Saiz, hijo del gran Suso Saiz, ejerciendo de peque?o Robert Fripp; y Amaro Ferreiro, hermano del protagonista, como geniecillo raro y ensimismado. Los dos merecen atenci¨®n prioritaria y Emilio deber¨ªa obtenerla en cuanto publique, bajo el alias de Nothing Places, su edificante primer proyecto solista.
Dos temas de Amaro, el emblem¨¢tico ¡®Turnedo¡¯ y esa absorbente ranchera viguesa titulada SPNB, destacaron en el tramo final. E Iv¨¢n pudo acostarse, una vez m¨¢s, como triunfador en la noche ribere?a. Sorpresas alentadoras para este rock confesional y emp¨¢tico.
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